ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Diario de un bebè


Enviado por   •  14 de Abril de 2019  •  Ensayos  •  2.066 Palabras (9 Páginas)  •  59 Visitas

Página 1 de 9

Diario de un bebé

Que ve, siente, y experimenta el niño en sus primeros cuatro años.

A la edad de seis semanas podemos afirmar que, una de las cosas que le resultan más atrayentes al bebé, es el reflejo de la luz, este a su vez debe tener cierta intensidad para que produzca una sensación de excitación e interés en el infante, incremente su ánimo y agudice sus sentidos, el ejemplo preciso seria el reflejo de un rayo del sol. (Stern, 1999). La explicación a este suceso es que, al verse ampliada la distancia focal a los 30-40 centímetros, el niño adquiere mayor movilidad, la coordinación de los movimientos de ambos ojos se estabiliza, permitiendo enfocar objetos a lo lejos, se siente atraído por colores fuertes como: rojo, azul y verde; por tanto, los bebés prefieren mirar imágenes similares al rostro humano: una imagen amplia, con: detalles, contrastes y líneas curvas que tengan movimiento. (Afflelou, 2015). Es importante también tener en cuenta el desarrollo de la visión periférica, pues el reflejo de la luz pone alerta sus sentidos y la percepción del infante hacia lo que le rodea es mucho mayor, y puede apreciarlo periféricamente aun cuando tiene su mirada fija en un solo punto.

Cuando el bebé aún no puede ver con claridad logra distinguir aquello que se encuentre más cerca, los objetos cercanos o lejanos los distingue como volúmenes de dimensión. A esto se le conoce como canciones de espacio. Su sistema nervioso permite que desarrolle el “tono de sentimiento” en cada cosa que vea, constituyendo una experiencia emocional. Mediante esto puede definir si los volúmenes detectados son iguales o no, determinando el nivel de tranquilidad que le transmite cada objeto. (Stern, 1999). Esta experiencia emocional se convierte en un proceso por el cual el niño construye su identidad, y crea confianza en sí mismo y en el mundo que lo rodea, a través de las interacciones que establece con sus pares significativos, ubicándose a sí mismo como una persona única y distinta. A través de este proceso el niño puede distinguir las emociones, identificarlas, manejarlas, expresarlas y controlarlas. Es un proceso complejo que involucra tanto los aspectos conscientes como los inconscientes. (Ibarrola, 2014).

El hambre se presenta en él bebé de forma similar a una tormenta. Empieza siendo débil y crece rápidamente, rompiendo la secuencia de experiencias que estaba adquiriendo. Su llanto y respiración, así como los movimientos de sus brazos y piernas no son coordinados, lo que genera un malestar concentrado principalmente en su estómago, y lo desconcentra creando lagunas mentales. Mientras llora el niño elimina este malestar por intervalos hasta que sea atendido. (Stern, 1999). Sin embargo debemos tener en cuenta que el llanto es un signo tardío, pues el niño presenta señales distintas al llanto que indican el hambre: Una de las primeras es que gira la cabeza hacia un lado buscando el pecho para alimentarse. Saca o chasquea la lengua, movimiento relacionado con el reflejo de succión. Empieza a succionar con fuerza sin nada en la boca, el chupete, o empieza a chuparse el dedo. Se mueve y se agita más de lo normal, incluso dormido. El bebé emite gorjeos, murmullos o sonidos guturales de forma intermitente. (Paris, 2016)

Los niños de seis semanas se tranquilizan con la presencia de su madre, un ser que les transmite calma, al mismo tiempo que les permite experimentar nuevos elementos tales como: sonidos, tacto, movimiento y posición. Una vez terminada la tormenta de hambre, el infante puede aumentar su concentración o caer en un estado de somnolencia, pues tiene diferentes estados de conciencia. Dado el primer caso el bebé crea un modelo mental de su madre; dado el segundo, solo dormirá. (Stern, 1999). El niño creara un proceso comunicativo gracias a la interacción que su madre le ofrece al amamantarlo, su cerebro empezará a integrar sonidos, gestos, modulaciones de voz y palabras para sintonizar poco a poco la competencia del lenguaje. En él se creara una sensación física y emocional, las cuales potenciaran la maduración de muchas estructuras neuronales, de esta manera en un futuro podrá crear conexiones de cara a cara. (Anonimo, 2018). El niño que recibe el pecho se siente complacido, relajado por lo tanto es más receptivo al aprendizaje, y a la conexión con su entorno.

A la edad de tres meses el rostro de la madre llega a ser un estímulo fundamental para el infante, los gestos que esta emplea reflejan emociones y sentimientos, con las que él bebé se siente identificado, definiendo de esta manera su mundo inmediato, el niño memoriza los gestos de su madre, tal es la costumbre que tiene sobre dichas expresiones que cuando ella realiza gestos distintos a los habituales él bebé se siente desconcertado. (Stern, 1999). Contrario a lo que se creía, un estudio publicado en “Current Biology”, afirma que los bebés no nacen con la habilidad de copiar lo que hacen las personas pues la imitación no es una capacidad innata, sino una adquirida. De hecho, los bebés aprenden a imitar viendo cómo otras personas los imitan a ellos, indica Virginia Slaughter, una de las autoras de la investigación desarrollada por la Universidad de Queensland en Australia. (Macias, 2016). Aunque la imitación no es algo inherente a la condición del bebé, sí es un potencial de aprendizaje, los infantes sin duda son unos excepcionales observadores, y al realizar esta acción activan diferentes partes de su cerebro.

A los cuatro meses y medio el niño no puede diferenciar el tiempo, espacio y corriente que le rodea, pues esta es facultad se adquiere con la experiencia, y él todavía no gatea ni camina, es por esto, que no puede definir ni ordenar visualmente su flujo espacial. Igualmente el tiempo para él bebe es subjetivo, no es capaz de distinguir entre el pasado y el futuro, y su mente está llena de lagunas. (Stern, 1999). Se ha comprobado que los no solo reaccionan a los estímulos por reflejo, científicos franceses detectaron una señal en el sistema nervioso que afirma la habilidad de ver y recordar, los bebés no sólo procesan la información, sino que también la retienen en la mente. Esto significa que si un estímulo desaparece de la vista, los infantes todavía pueden trabajar en ello. (Anónimo, 2013). Gracias a esta investigación los científicos y expertos en el tema se pueden concentrar en reconocer los diferentes mecanismos que permiten el desarrollo de la conciencia de los bebés.

Cuando el bebé de un año se expone a lo desconocido, experimenta nuevas sensaciones, lo cual permite que desarrolle el control sobre sus movimientos y equilibre diferentes fuerzas. El pequeño al estar expuesto se siente ligado física

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (12.9 Kb)   pdf (49.7 Kb)   docx (12.5 Kb)  
Leer 8 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com