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Dibujo Infantil


Enviado por   •  15 de Agosto de 2013  •  4.569 Palabras (19 Páginas)  •  542 Visitas

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Del garabato al dibujo. Una mirada diacrónica del dibujo infantil

Autora: Silvina Cohen Imach

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Sobre el garabato y el dibujo espontáneo

La literatura sobre la historia de los pueblos refleja el singular papel del dibujo y la pintura, previos aún a la escritura. Ya en la Prehistoria fueron utilizados como medio de comunicación, expresión y figuración histórico, social y cultural (Caligor, 1971).

A pesar de esto, no siempre se ha entendido al dibujo como un modo de expresar y simbolizar cuestiones vinculadas a la subjetividad. De hecho, a finales del siglo XVII, con un criterio de realismo estético, las características de los dibujos, tales como la desproporción, el uso inadecuado de los colores, la falta de "objetividad", entre otros, se clasificaban como errores (Levín, 2005).

En cuanto al dibujo infantil, tanto en la Antigüedad como la época medieval, al no existir en aquellas sociedades el sentimiento de la infancia tal como lo concebimos en la actualidad, son escasos los vestigios de dibujos realizados por niños. En cambio, cuando la niñez adquiere reconocimiento social, como una etapa distintiva de la vida, a la que es preciso atender, cuidar, enseñar, surge también la Pedagogía moderna, que posteriormente impactará en la psicología infantil.

Es pues en el siglo XIX, a partir de esa disciplina, que se empieza a valorar especialmente los dibujos infantiles para el estudio y la evaluación pedagógica. Dan cuenta de este desarrollo las obras de Ruskin, 1875; Rucci, 1883; Perez, 1888; Sully, 1895 (citados en Levín, 2005) y, un poco más tarde la obra de Luquet (1927), texto que constituye una recopilación de artículos publicados por él a partir de 1905. El hallazgo del lápiz de grafito, también en el siglo XIX, permitió a su vez una amplia difusión del dibujo, el cual aún en la actualidad es utilizado con portaminas o con envoltura de madera (Levín, 2005).

Es recién a comienzos del siglo XX, a partir de los postulados de Spencer (1853), sumados a los desarrollos de la pedagogía, y posteriormente de Claparède (1909) y Luquet (1927), cuando se empieza a pensar que esas particularidades del dibujo remitían a determinados aspectos psicológicos.

Sin embargo, y dado que la psicología privilegiaba en sus inicios los aspectos intelectivos de la personalidad, el dibujo se articuló, en ese primer momento, casi exclusivamente con la inteligencia. Algunos tests, como el test de la Figura Humana (DFH) de Goodenough (1926), se construyeron así como instrumentos para medir el nivel intelectual en la infancia.

Con los avances del psicoanálisis, el grafismo cambia de estatuto en la psicología. Surge la idea del dibujo en cuanto comportamiento espontáneo e inconsciente, que se pone en relación con aspectos del mundo interno y la personalidad. Con esto, el dibujo ya no es sólo ni principalmente la expresión de la inteligencia, sino que se vuelve ahora en un medio para expresar la vida afectiva y emocional del sujeto.

Las primeras psicoanalistas de niños, como Sophie Morgestern (1948), Anna Freud (1979) y Melanie Klein (1964), descubrieron en el ámbito terapéutico, que los niños evidenciaban la necesidad y la posibilidad de manifestarse a través de sus dibujos, como el adulto lo hace por medio de la palabra. Descubren además, que los dibujos utilizan, al igual que los sueños, un lenguaje simbólico que se expresa en imágenes plásticas (Febbraio, 2002).

Actualmente no caben dudas, pues, que el dibujo infantil constituye una combinación de aspectos motrices, cognitivos y de personalidad, que imprime un testimonio visual y gráfico del particular modo de funcionamiento psicológico de un sujeto, al estilo del juego en el niño y de la palabra en el adulto.

Algunas funciones del dibujo en la infancia

Distintos autores coinciden en señalar que el dibujo constituye un aspecto de suma importancia en el desarrollo infantil, principalmente en los primeros años hasta los nueve a diez años. El comportamiento gráfico presenta múltiples funciones en el desarrollo de un niño, ya que brinda la posibilidad de dominar el movimiento, permite la comunicación interpersonal, expresa el mundo interno del sujeto y hasta tiene una función de elaboración de conflictos.

1. Domina el movimiento: el dibujo constituye una actividad motora espontánea, que gradualmente se vuelve más coordinada y compleja, que contribuye a la formación de la personalidad; tal como en el juego, el niño dibujando y garabateando, siente el placer del movimiento. Dominar el movimiento supone un determinado nivel de maduración psicomotriz, intelectual y afectiva. Muchas conexiones cerebrales permanecerán estables en el sujeto precisamente a continuación de las primeras experiencias de movimiento y de control del trazado gráfico. Tanto en el garabato como en el dibujo, el niño desarrolla aspectos fundamentales para su evolución, tales como cimentar las bases esenciales para la lectura y la escritura, la confianza en sí mismo, la experiencia de la motivación interior y la creatividad.

2. Permite la comunicación interpersonal: es una forma de comunicación interpersonal (tanto conciente como inconsciente) y por lo tanto constituye un lenguaje denominado desde el psicoanálisis como "latente", "silencioso", no verbal.

3. Expresa el mundo interno del sujeto: supone un medio para expresar las fantasías y la creatividad. El dibujo constituye un complejo proceso a través del cual el niño reúne elementos diversos de su experiencia en una unidad distinta y con un nuevo significado. Sophie Morgestern (1948) afirma que el niño se permite ser él mismo y representar, algunas veces, situaciones complicadas utilizando símbolos más o menos trasparentes.

4. Tiene una función de elaboración de conflictos: el dibujo le permitirá al niño expresar su realidad de una manera concreta pero, al mismo tiempo, mediatizada, deformada, cumpliendo con una función de descarga, de sublimación, como así también de elaboración de distintas situaciones, sentimientos o temores del sujeto.

Diacronía del grafismo en los niños

De acuerdo con Philippe Wallon (1995) los primeros trazos infantiles aparecen entre los 9 o 10 meses de edad, mientras que Jean Piaget (1972), al realizar estudios desde la perspectiva psicogenética sobre los procesos de construcción del pensamiento de los niños, concluyó que durante el período preparatorio de los 2 a los 7 años, el niño desarrolla la habilidad para dibujar. El desarrollo de la motricidad

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