EL FENÓMENO FAMILIAR.
zandyamorSíntesis27 de Octubre de 2012
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Decía Teilhard de Chardin en El fenómeno humano:
La historia de la vida es la historia de la lucha por la existencia: por la búsqueda del ser en expansión... Los principios básicos de la evolución de las especies residen fundamentalmente en dos fuerzas: en las capacidades de sobrevivencia de los seres frente a las condiciones ambientales externas, y en sus intentos y logros de desarrollo vital -supervivencia- nacidos del resorte de una ascensión de la conciencia interna (1) [, CIT. LEÑERO, 1983: 17].
El hombre no escapa a estos principios, sino al contrario su capacidad superior -sensitiva y volitiva- hace posible su enfrentamiento con el entorno mediante un conjunto de actitudes (inquisitiva, comprensiva, imaginativa y creativa, entre las principales) cuya raíz hallamos en una de carácter universal y sin embargo de valor relativo: la actitud estética [DE LA VEGA, 1991].
El científico y el artista son dos ejemplos de hombres con dicha capacidad desarrollada al máximo, aunque por rumbos distintos, pues mientras uno pretende explicar los problemas y fenómenos de la Naturaleza (in-cluida la humana), el segundo procura alterarlos (o enajenarlos, si se prefiere) en un afán por hacer de su sustancia algo inteligible tanto para los legos como para los iniciados.
El fenómeno familiar no ha escapado de la atención de científicos y artistas. Desde las ópticas de unos y otros, la existencia de una institución como la familia explica y determina muchos de los comportamientos y de las características sociales lo mismo en el contexto de cualquier cultura que en el de la propia especie humana.
La familia es mucho más que un núcleo, un sistema cerrado del cual emanan los individuos para convivir y luchar por la subsistencia en un sistema complejo como la sociedad. Es mucho más que un receptáculo de patrones, pautas y rasgos de conducta; más inclusive que un seno, integrador, transmisor y vigilante de valores y concepciones de carácter moral, ético, político, económico, ecológico. La familia, principalmente, más que institución es una instancia -de orden físico y hasta mental- donde el ente humano tiene sus fatales principio y fin.
Este trabajo reflexiona sobre un problema de índole social como lo es el paulatino, pero no muy evidente, cambio intrínseco en la institución familiar mexicana, su adaptación a los contextos sociohistóricos y la manera como tal problemática se comunica desde la perspectiva de la literatura dramática.
Esto implica, por un lado, revisar los conceptos sociológicos al respecto y yuxtaponerlos especialmente a la creación literaria, en este caso, de dos autores mexicanos, coetáneos, mediante el análisis comparativo de dos obras escritas y montadas en 1942, a saber: La familia cena en casa, de Rodolfo Usigli, y La mujer legítima, de Xavier Villaurrutia.
Resulta curioso que dos obras teatrales escritas por dos autores tan disímiles sean tan parecidas. Durante mucho tiempo se ha considerado al teatro como una representación de un momento de vida. Si esto es cierto, entonces ¿debemos pensar que las familias "retratadas" en las citadas obras son reflejo del estereotipo familiar de la época en que fueron escritas y montadas las dramatizaciones? ¿Cómo explicarlo con base en las investigaciones de orden sociológico? ¿La imaginación creadora sobrepasó los límites de la realidad, o la estructura y las funciones del contenido de las obras analizadas son resultado de simple ficción y no otra cosa?
Cierto que no todas las obras literarias son suceptibles de un examen semejante, pero las en muchos casos obvias coincidencias entre obras hechas en un mismo corto período o casi simultáneamente plantea la posibilidad de ¿conciencia o subconciencia colectivas?, ¿premeditación?, ¿ca-sualidad?; y si ésta, ¿cómo puede medirse?
Plantear estas y otras preguntas podría ayudar a trazar hipótesis para explicar un fenómeno poco estudiado pero de gran relevancia para la comprensión de los procesos de comunicación y desarrollo de las sociedades complejas: la transculturación narrativa. (2)
EL FENÓMENO FAMILIAR. MÉXICO
Sociológicamente, la dinámica de la familia no puede dejar de obedecer a su historia intergeneracional.
Lo primero que puede afirmarse es que la dinámica derivada del cambio que parece observarse de una generación a otra es contradictoria, pues el conflicto generacional evidente en toda sociedad resulta carecer de sentido ante el hecho de repetirse pautas aprendidas.
Sin embargo, esto no significa una predestinación histórica, pues de hecho ninguna generación repite automáticamente las formas de vida de la generación anterior, tomando en cuenta que la composición de cada familia es de naturaleza múltiple en cuanto a lugar, costumbres, hábitos y características psicosomáticas de sus miembros, lo que conlleva a problemas semánticos sobre todo en lo que a la definición de familia se refiere, en cuyo caso aquí se han tomado las definiciones que implican tanto residencia como consanguinidad.
La elaboración de conceptos e imágenes, de ordinario, se lleva al cabo mediante generalizaciones frecuentemente de carácter ideológico -que en-cubren un interés por parte de quien las formula- ya sea de forma consciente o subconsciente. Estrechamente ligado al concepto está el estereotipo, que no es sino una simplificación y homogeneización de las ideas y características que se atribuye a las personas, grupos y categorías sociales.
El estereotipo es definido en el diccionario de sociología de H. Pratt Fairchild [CIT. LEÑERO, 1983: 113-114] como:
Creencia popular, imagen o idea aceptada por un grupo, de ordinario enunciada en palabras y cargada de emoción... Concepción simplificada e incluso caracterizada de un personaje, personalidad, aspecto de la estructura social o programa social que ocupa en nuestras mentes el lugar de imágenes exactas... Lugar común... opinión predispuesta y muy simplificada acerca del modo de ser de una persona. De ordinario se basa: a) en las interpretaciones tradicionales de la aparición personal; b) en la murmuración, y c) en el caso de figuras publicas, en informes periódicos y otros medios de comunicación de masas.
Caso excepcional de este ultimo inciso lo forman las novelas y las dramatizaciones teatrales, pues retoman o unen más de una conceptualización, elaborando un auténtico esquema o modelo psicosocial, retomando los tipos ideales reconocidos por la cultura en que se ven imbricados.
A esta definición, el propio Leñero [IBID.] añade que el estereotipo es más bien un producto ideológico con carta de naturalización popular, íntimamente ligado al prototipo cultural, es decir, crea pautas y normas de comportamiento.
Leñero distingue varias clases de estereotipos señalando, no obstante, la conclusión de Raúl Béjar en su libro El mito del mexicano, acerca de que "en casi todos los trabajos sobre el mexicano y su vida familiar existe una tendencia generalizante con débil sistematización científica y falta de representatividad en la investigación empírica, en la que suele confundirse el estereotipo con el tipo real" [LOC. CIT.].
No nos detendremos a analizar cada estereotipo, sin embargo cabe men-cionarlos por lo que respecta a este trabajo (CF. [LEÑERO, 1983: 113-128] Y [LOMNITZ/PÉREZ-LIZAÚR, 1987: CAP. 6]).
1.- Estereotipos tradicionales relacionados con la familia mexicana.
a) "Machismo" y su correlativo "Feminismo", en contraste con el "Paternalismo" y su correlativo "Maternalismo".
b) La familia es una unidad básica del individuo con base en los lazos de parentesco (consanguíneo y/o residencial).
c) La familia es una "unidad santa". (Esta sacralización deriva de la importancia e influencia de la religión católica en nuestro país sobre todo en lo que se refiere a la conceptualización de los vínculos matrimoniales, la procreación y otros temas aledaños.)
2.- Estereotipos modernos relacionados con la familia mexicana.
a) La familia pequeño-burguesa como producto de la industrialización, (3) la comercialización e incluso la propaganda de democracia liberal que se basan en la familia de clase media como centro y objetivo de sus acciones, convirtiéndola equívocamente (con toda intención empero) en el modelo estándar o, incluso, ideal. (4)
b) Paternidad responsable, moralidad puritana y aceptación normativa del divorcio (esto último no es tratado por LOMNITZ/PÉREZ-LIZAÚR).
En el fondo de todos estos estereotipos (además basados en prototipos familiares, para el caso estudiado por LOMNITZ/PÉREZ-LIZAÚR, se encuentra lo que R.D. Laing denomina como dialéctica doctrinal entre "familismo" y "antifa-milismo" [LOC.CIT.: 127]. El primero exalta al máximo el valor de la familia y busca su afianzamiento. El segundo acusa a la familia de ser un mecanismo opresor y obsoleto. Ambos, no obstante, tienen su principio en los arquetipos familiares griegos, cuando se trata de analizar dos obras literarias como aquí sucede, pero no exclusivamente pues al hablar de arquetipos, ya no de estereotipos, nos referimos a esas formas culturales de carácter universal que surgen con la humanidad misma y, aunque van sufriendo leves modificaciones a lo largo de la historia, permanecen inalterables en lo esencial como parte del "inconsciente colectivo" [DE LA VEGA, 1991:
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