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EL IMAGINARIO SOCIAL DE LA MATERNIDAD


Enviado por   •  13 de Marzo de 2016  •  Ensayos  •  4.528 Palabras (19 Páginas)  •  392 Visitas

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INSTITUTO UNIVERSITARIO DEL CENTRO DE MÉXICO[pic 1]

MAESTRÍA EN IMAGEN

     FILOSOFÍA

Nombre del alumno: DIANA DEYANIRA MARTÍNEZ GALVÁN

TÍTULO ÓTEMA:

ENSAYO FINA DÍA DE LA MADRE

EL IMAGINARIO SOCIAL DE LA MATERNIDAD

El motivo por el que es interesante analizar un poco más el “Día de la Madre” y a la mujer, es porque hemos observado que en la sociedad actual se continúa reproduciendo a la mujer como subordinada del hombre. Pero los distintos roles que se le asignan a la mujer por naturaleza no son tales. A través de los diversos procesos a los que nos ha impulsado la sociedad, tanto hombres como mujeres, desde el nacimiento, hasta que crecemos, vamos aprendiendo nuestro rol de género y volviéndolo parte de nuestra visión de cómo captamos el mundo y la vida.

Actualmente, aunque ha habido diversos cambios en los roles que ocupa la mujer en el ámbito laboral y cultural, no ha logrado tener esa igualdad ante el hombre. Y en el ámbito privado, se sigue manteniendo, en general, el imaginario de que la mujer sigue siendo la encargada de cuidar la casa,  a los niños y a la familia, y se le asigna un rol pasivo en las relaciones sexuales.

Uno de los primeros aportes a destacar es el trabajo de Ma. Jesús Buxó Rey (1988), “Antropología de la mujer. Cognición, Lengua e Ideología Cultural”, en donde la autora habla sobre cómo durante el paso del tiempo se ha creado el poder de los hombres sobre las mujeres en diferentes culturas primitivas y en las sociedades urbanas.

 Sostiene que la mujer es identificada como objeto de relación sexual e implica que te valoren socialmente e inconscientemente en el imaginario social como: sexo débil y por tanto inferior, delicado, condescendiente, esposa-madre, protectora, dueña del hogar y única conocedora de los mínimos movimientos en  este.

Indudablemente sabemos que este imaginario social se incorpora  en el imaginario grupal, ya sea en la familia, en las escuelas, en la iglesia y en los matrimonios; además de que individualmente se les han asignado roles en la sociedad, en las que actúan con exigencias o con requisitos ideales para complacer ciertas expectativas, entre ellos está: ser buena esposa, ser buena madre, ser buena mujer y cumplir con las reglas sociales al pie de la letra, ya que si no es así, se le ha de considerar como una persona que no tiene derecho alguno dentro de la sociedad y puede llegar a ser de cierta forma excluida de esta misma.

De la misma manera, se dejan llevar por estas reglas, llegando a convertirse en parámetros de autoevaluación que permiten corregir la autoimagen, llegando a dejar en ocasiones heridas psicológicas cuando la realidad es muy diferente de lo ideal.

Sin embargo, se generan ahora ciertas preguntas: ¿tiene que ser buena en todo la mujer?, ¿debe rendir siempre lo máximo para que sea valorada y obtenga su lugar dentro de la sociedad?, ¿es la competencia en la vida pública frente a los hombres, la única manera de revelarse y darse a conocer como algo más que una simple mujer? Esto ha determinado y generado que ahora se presenten con proyectos de vida mucho más amplios, caracterizados por aspiraciones profesionales y personales, económicas, maritales y familiares, quitándose la etiqueta como mujeres sumisas o pasivas, amas de casa.

Asimismo han aparecido transiciones hacia maneras más libres de tomar decisiones, que le han facilitado elevar su autoestima en cuanto a la imagen “normal” que tenían en el pasado de figura pasiva: una maternidad por la cual se desvivían y por la cual anulaban sus proyectos de vida, una sobrecarga de trabajo por la doble jornada laboral (trabajo-casa), una exigencia del cumplimiento de reglas de roles como madre y como esposa dedicadas exclusivamente las 24 horas del día, por que suponían que el hombre no estaba capacitado para realizar ese tipo de trabajo.

Coincidimos con la autora en que estos simbolismos que se han creado sobre la mujer se ha producido por el hombre y que no tiene una justificación real.

Dado que hemos visto el significado de lo que es ser mujer, ahora abordaremos el tema de lo que es ser madre.

Si bien se sabe, la reproducción biológica es compartida por ambos sexos, en cuanto a la reproducción social se asume como única responsabilidad a las mujeres. De esta manera, la maternidad es sobrecargada de muchos significados sociales. Y con esto vienen ahora nuevas preguntas, ¿qué es lo que hace que una mujer desee ser madre?, ¿es preciso decir que es un “deseo” o tal vez una “decisión”? ¿Es menester que las mujeres se conviertan en madres? ¿por qué quieren tener hijos?¿cómo cumple con las reglas sociales esa decisión? Sabemos que no hay casi nadie que se atreva a sostener que la maternidad es un hecho cultural y no algo bilógico ni obligatorio. Es decir, solamente se trata de una cuestión de género (Palomar 1996)1

Respecto a los estereotipos, encontramos la idea de “La Madre”, esa representación ideal que inspira a los monumentos, los poemas, los comerciales, las películas, los refranes, etc. Y que encarna lo que es ser mamá, esa esencia que se le atribuye al instinto materno, al amor, al cariño, al cuidado y protección. Son palabras que al atribuirlas a la madre, nos hace recordar las virtudes por las cuales las relacionamos: paciencia, tolerancia, capacidad de consuelo, capacidad de sanar, cuidar, atender, escuchar, proteger, sacrificarse, etc. A partir de estas representaciones se producen dos estereotipos “las buenas madres” y “las malas madres”, que nacen a partir del grado de acercamiento que tienen a partir de esa idea relativamente “correcta” de “ser madre” . Esas mujeres que no cumplen con las expectativas ideales suelen ser señaladas, estigmatizadas, penalizadas o rechazadas por el incumplimiento. Son estas mujeres las que se ven obligadas a hacerse responsables de sus hijos, a amarlos y cuidarlos hasta que puedan valerse por sí mismos.

Cabe mencionar, que muchas mujeres se han puesto en la posición de feministas, agarrándose de la idea de que la maternidad es una fuerte lucha y que por ello merecen un pedestal que les de poder ante la sociedad. Por supuesto que la publicidad y la mercadotecnia son grandes soportes ante esta situación, al igual que los medios de comunicación, realzando a la mujer como madres poderosas y luchadoras de la vida.

1Verlo de esta manera no implica negar la obvia presencia de factores biológicos en la concepción, el embarazo, el parto y la lactancia. Sin embargo, en nuestros días las posibilidades reales de evitar o suspender un embarazo son tan accesibles en términos generales, que no hacerlo supone un acto de voluntad, aunque los motivos permanezcan inconscientes.

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