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EL INCONSCIENTE De FREUD a LACAN


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2018  •  Ensayos  •  1.964 Palabras (8 Páginas)  •  127 Visitas

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EL INCONSCIENTE

De FREUD a LACAN

                                                                               Ester Mayo                

Este texto está destinado a los alumnos de Desarrollos en Psicoanálisis de la Universidad de la Cuenca del Plata. El objetivo es desarrollar el concepto de inconsciente, tan caro al         psicoanálisis, retomando el sentido del descubrimiento freudiano y avanzando hacia la recreación del mismo realizada por Jacques Lacan.

                        

La hipótesis del inconsciente

Para Freud el inconsciente es aquello capaz de producir efectos fuera del conocimiento del sujeto. Es un inconsciente que ya está ahí, inscrito, que opera, que es causa semántica pero también causa eficaz, que se deja conocer por sus efectos disruptivos, intrusivos, que vienen de otro lugar, de otra escena, según la expresión que Freud toma de Fechner.

Freud hace del inconsciente una memoria; eso es lo que Lacan llama saber, saber que no es conocimiento, sino articulación significante.

Este inconsciente de Freud que no conocemos sino por sus efectos, es un inconsciente supuesto. Es un real inferido a partir de sus efectos.

Esta inferencia es un desciframiento; por lo tanto, la operación analítica consiste en dar un sentido a eso que se presenta como desprovisto de sentido.  

El estatuto del inconsciente

Cuando Freud presenta el inconsciente al público lego, captado fuera de la sesión analítica, se consagra a demostrar lo real del inconsciente. Este real está formado por representaciones investidas por una libido transferida; lo real del inconsciente consiste para él en la fantasía, que es por excelencia el significante investido, el significante reprimido.

Para Freud el inconsciente es algo real en el sentido de la ciencia, pero, al mismo tiempo presenta, en sus textos, la existencia del inconsciente, o más exactamente, la existencia de los procesos psíquicos inconscientes, como una hipótesis. La palabra es Annahme (suposición), tal es el estatuto freudiano del inconsciente: una hipótesis. Hipótesis es suposición, término latino que traduce aquello que del griego tiene el de hipótesis.

Freud sostiene ambas cosas: el estatuto hipotético del inconsciente y, al mismo tiempo, su estatuto real (en el sentido de la ciencia). No es una hipótesis fingida, sino necesaria, ya que se infiere a partir de los datos de la experiencia, de los efectos tangibles.

Dar un sentido al síntoma neurótico por vía de la interpretación analítica, dice Freud, es la prueba irrefutable de la existencia de procesos psíquicos inconscientes.

Pero es sólo a partir del carácter libidinal que Freud introduce la transferencia, cuando se revela que el síntoma, además de tener sentido, constituye también una vía de satisfacción.

Entonces, para Freud, por un lado está la dimensión semántica, la del sentido, y por otro lado la de la satisfacción libidinal. Entre su abordaje del inconsciente, en sus “Conferencias de introducción al psicoanálisis” y su abordaje de la transferencia, está su doctrina del síntoma, tanto en su dimensión semántica como en su dimensión libidinal.  

En la transferencia Freud detecta que lo reprimido es de naturaleza libidinal. Para él es prioritario el estatuto libidinal del analista, la significación libidinal del analista. Esta significación de satisfacción libidinal da origen al nuevo sentido que toman los síntomas en la transferencia, creando así una neurosis de transferencia. Para Lacan, por el contrario, lo que está en primer término es el nuevo sentido que toman los síntomas. Inversión evidente: en Freud la transferencia como fenómeno libidinal condiciona la interpretación; en Lacan la interpretación condiciona la transferencia, y esto es lo que traduce la supremacía del sujeto supuesto saber en su teoría.

Esta primacía en Lacan tiene una consecuencia: define el inconsciente a partir de la transferencia, de modo que establece una relación esencial con el tiempo de su desciframiento.

Para Freud el inconsciente y la transferencia son dos cosas distintas; él piensa la transferencia, que es un acontecimiento de estructura, a partir del síntoma y a partir de su incidencia sobre los síntomas. Es decir que la transferencia les sustrae su significación originaria y se reorganiza alrededor de un nuevo sentido. La transferencia testimonia de una incidencia libidinal que produce la reorganización semántica de los síntomas. En cambio, piensa el inconsciente como sistema de representaciones reprimidas e investidas que produce efectos que introducen una disrupción en la realidad.

El sujeto supuesto saber es una manera de decir lo inconsciente y Lacan lo utiliza como su equivalente. A partir de que alguien viene a contar su síntoma al terapeuta, hay una presuposición de sentido que ocupa el lugar del referente aún latente.

El sentido ocupa el lugar de la significación que advendrá y se revelará, ocupa el lugar de la satisfacción, de la significación de satisfacción, todavía latente, que terminará revelándose. 

El sentido sólo puede surgir en función de la articulación, de la conexión. Lacan dice que el colmo del sentido es el enigma, no se sabe cuál es; de allí la equivalencia que se propone entre sentido y no-saber. Esta equivalencia ubica en el horizonte de la articulación más simple la suposición de saber, saber lo que eso quiere decir. El sentido está ligado a un querer decir que impone la presencia de una voluntad, impone el fantasma de una intención y del sujeto de esa intención.

El sujeto supuesto saber es el inconsciente, pero no el inconsciente tal como lo aborda Freud, es el inconsciente no abordado como saber preexistente, ya inscrito allí, productor de efectos. Cuando decimos SsS, se trata del estatuto del inconsciente en la sesión analítica. Es el inconsciente definido como sujeto y no como saber que ya está allí.  El inconsciente como sujeto se presenta como laguna, como discontinuidad, y no como aquello susceptible de completar dicha discontinuidad.

En esta perspectiva, el inconsciente no es un ser, es un saber supuesto, en espera. El inconsciente no es un asunto de ontología sino de ética; el inconsciente está, básicamente, siempre por venir, ya que se sitúa como falta-en-ser. El inconsciente quiere ser, está en estado de intención inconsciente; pero para ser necesita la presencia del deseo del analista: deseo de sostener esa ficción necesaria para que el inconsciente se manifieste de la buena manera. Este es el punto de la ética del analista: que sostenga el inconsciente a partir de su deseo.

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