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EL INSTINTO Y EL REFLEJO SEGÚN LA TEORÍA CLÁSICA

fernadfranc2727 de Enero de 2012

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El hombre se ha maravillado siempre ante el espectáculo de ciertas actividades animales, como la construcción de nidos por los pájaros, la fabricación de panales por las abejas, de diques por los castores, etc. Tradicionalmente se ha dado el nombre de instintos a las actividades de este tipo.

EL INSTINTO Y EL REFLEJO SEGÚN LA TEORÍA CLÁSICA

Según la escuela clásica, los rasgos que diferencian al reflejo del instinto son lo siguientes: el primero tiene un origen externo, es relativamente sencillo y rápido, y por regla general está localizado, mientras que el segundo parece originarse en el organismo del animal, es más complejo, su realización lleva más tiempo y se nos presenta como una actividad global del ser vivo.

Origen externo del reflejo y origen interno del instinto

El reflejo es un acto más mecánico que el instinto. La relación de causa a efecto es más rigurosa entre el estímulo externo y el reflejo, que entre el estímulo externo y el instinto.

En condiciones normales, la aplicación de una luz viva a la pupila producirá la contracción de ésta ente ese estímulo externo. En cambio, el instinto suele presentar dos fases: una de latencia y otra de actividad. Mientras el instinto está en su primera fase, los objetos externos no tienen fuerza suficiente para desencadenar la actividad instintiva; pero cuando el organismo del animal se encuentra en determinadas condiciones, ciertos objetos externos adquieren el valor de estímulos. Así la gallina no se echa sobre sus huevos más que cuando está clueca.

La etimología de la palabra instinto hace clara referencia a ese estafo de tensión orgánica. Instinto viene de instinctus, que es el participio pasado del verbo latino instinguere, cuyo significado general es picar. Así, una picada, un aguijonazo, que recibe un organismo en su interior y que lo impulsa a la acción.

Los fisiólogos y psicólogos clásicos habían distinguido el reflejo del instinto en que mientras el primero es, por regla general, un movimiento sencillo, localizado en una parte del cuerpo del animal, el instinto es mucho más complejo y pone en actividad al organismo entero, que funciona como un todo.

Esta opinión ha sido discutidísima por muchos psicólogos modernos, los cuales señalan que, si bien los reflejos suelen ser locales, es muy frecuente también que se irradien y generalicen por todo el cuerpo del animal o de la persona, como ya hemos visto. Un cohete, por ejemplo, que estalle muy cerca de alguien que no lo estaba esperando, puede traer como resultado que el individuo dé un salto; y esto será un acto reflejo, pero no será local, sino generalizado.

Por esta razón muchos psicólogos sostienen que entre los reflejos y los instintos hay una gradación continua, sin que pueda determinarse con precisión la línea divisoria entre ambos tipos de conducta, que engloban bajo el nombre común de “actividad no aprendida”. Algunos han llegado a sostener la tesis de que los instintos no son más que cadenas de reflejos.

Nosotros, aun reconociendo la parte de verdad que hay en esto, vamos a considerar al reflejo y al instinto como dos actividades distintas. Será a veces difícil precisar si una actividad determinada es refleja o instintiva, pero en la mayoría de los casos la relativa sencillez o complejidad nos suministrará un criterio bastante seguro para decidir. Compárese, por ejemplo, el sencillo reflejo de retracción de la pata como el complejísimo instinto que lleva a los pájaros a fabricar sus nidos.

Podemos añadir otro criterio que nos ayuda en los casos dudosos. El reflejo es, típicamente, una reacción rápida. Ocurre inmediatamente que se presenta el estímulo y dura un tiempo muy corto. La actividad instintiva, en cambio, en su forma típica, está integrada por una serie de pasos que da el animal uno tras otro, cosa que como se comprende, lleva algún tiempo; no puede hacerse tan rápidamente como el reflejo.

EL INSTINTO Y LA INTELIGENCIA SEGÚN LA TEORÍA CLÁSICA

Diferencias que existen entre el instinto y la inteligencia. Para los clásicos, entre uno y otro tipo de actividad hay un abismo. Oportunamente haremos la crítica de esta teoría y veremos lo que de ella permanece en pie y lo que hay que rechazar.

Carácter específico del instinto y carácter individual de la inteligencia.

Cada especie animal tiene sus instintos propios, y dentro de cada especie todos los seres que la forman proceden del mismo modo en sus actividades instintivas. Cada especie de pájaro tiene su manera peculiar y propia, especifica, de fabricar sus nidos.

Las telas que fabrican las arañas varían de una especie a otra, pero dentro de cada especie todas las arañas tejen sus telas siguiendo un mismo diseño, como si imitaran el mismo modelo.

La reacción instintiva es hereditaria. La reacción inteligente es adquirida por el individuo.

El animal nace con él instinto, no tiene que aprenderlo. El pájaro, aunque nunca haya visto hacer un nido, procede a fabricar el suyo llegado el momento oportuno. El castor, aun separado de sus congéneres desde su nacimiento, en cuanto se le coloque en su medio natural se entregará con habilidad pasmosa a sus complicadas labores de ingeniería.

El animal parece que hereda la tendencia a realizar esos actos de la misma manera que hereda la constitución anatómica y el funcionalismo fisiológico de su especie. El instinto, como el reflejo, pertenece al equipo de reacciones hereditarias del ser vivo, entra en juego fácilmente, de manera automática, sin necesidad de aprendizaje previo.

Compárese a este respecto la actividad instintiva de picotear en los pollitos, que éstos realizan eficazmente desde el primer día de nacidos sin haberla aprendido.

Perfección inmediata e invariabilidad de las respuestas instintivas. Variabilidad y progreso gradual de las respuestas inteligentes.

Según los autores clásicos, el animal no sólo lleva a cabo los actos instintivos sin necesidad de aprendizaje, sino que los realiza con perfección absoluta desde el primer momento. Los pájaros que recién salidos del nido, cazan con gran maestría las moscas de que se alimentan.

De lo anterior se deriva, según los clásicos, esta conclusión: el instinto no varía, no progresa, es fijo, es desde el principio, lo que será después, y ningún aprendizaje puede perfeccionarlo por la sencilla razón de que ya es perfecto desde el primer momento. El instinto es una actividad estereotipada que todos los ejemplares de la especie repiten siempre de la misma manera, sin variaciones, como no varían los grabado que se obtienen de una misma plancha. Este es el sentido de la frase de Cuviller que ya hemos citado: “las abejas de hoy en día construyen sus paneles exactamente como las abejas descritas por Virgilio hace 2000 años”.

Los clásicos ponían los rasgos que estamos estudiando en este número en contraste con esa característica que ya hemos considerado esencial de la inteligencia: su extraordinaria capacidad de combinación y de variación, si increíble plasticidad que le permite progresar de manera indefinida y encontrar nuevas respuestas par nuevas situaciones problemáticas.

Infabilidad y especialidad del instinto. Falibilidad y universalidad de la inteligencia

El instinto, según los clásicos, es infalible; no se equivoca nunca. El sphex de alas amarillas clava su aguijón una sola vez en cada uno de los tres ganglios trácicos de su víctima, sin fallar nunca en esa operación, que se realiza con seguridad y exactitud sorprendentes.

Añade Fabre lo que realiza por instinto lo hace a la perfección, pero fuera de eso muestra una torpeza absoluta.

El sphex de alas amarillas acostumbra dejar su grillo a la entrada de la cueva y entrar en ésta como para inspeccionarla, hecho lo cual sale a buscar su presa y es entonces cuando la introduce por la abertura. Fabre cuenta que aprovechó una ocasión en la queun insecto de esta clase estaba abajo, inspeccionando su domicilio, para retirar al grillo unas cuatro pulgadas del lugar donde su cazador lo había depositado. Al salir el sphex y ver que su víctima se encontraba ahora más telos de la cueva, la arrastró de nuevo hasta colocarla en un lugar preciso. Nueva visita de inspección del sphex y nueva maniobra de Fabre, quien repitió el juego más de cuarenta veces, hasta que se le agotó la paciencia. La conducta del “maravilloso cirujano” era perfectamente estúpida, y su “ciencia infusa” fallaba de manera lamentable ante esa insignificante dificultad.

Algunos naturalistas clásicos realizaron el experimento de abrir, en el fondo de la celdilla de un panal, un agujero por donde se escapaba toda la miel. Según ellos, la abeja continúa incansable su labor, tratando en vano de llenar esa especie del tonel de las Danides.

La infalibilidad y seguridad del instinto contratan con las vacilaciones y errores en que incurren a diario el hombre al poner en juego su inteligencia. De la misma manera contrasta la especialización exagerada del instinto con la universalidad de la inteligencia. Esta se aplica a muchas y muy diversas actividades. Cualquier persona de inteligencia normal puede aprender cualquier clase de trabajo. Lo hará mejor o peor, según sus aptitudes; si no ha nacido con un talento especial para la pintura, no llegará nunca a pintar como Rubens, pero podrá aprender a pintar, aunque se mediocremente, si pone en ello la constancia y aplicación necesarias.

Las exageraciones de las escuela clásica.

Los naturalistas y psicólogos clásicos exageraron mucho los rasgos típicos del instinto. Investigadores modernos, dotados

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