“EL SUEÑO” (O MEJOR DICHO...LA PESADILLA)

“EL SUEÑO” (O MEJOR DICHO…LA PESADILLA)

El canto de los pájaros la despertó como todas las mañanas, hacía mucho frío afuera, se daba cuenta por el vapor que se levantaba como un vaho. El sol aún no había hecho su aparición, se desperezó, no había dormido bien (soñó que llegaba a trabajar y se encontraba sola, no había nadie, solo los jefes que la llamaban y le pedían todo el tiempo una cosa…otra y ella quedaba paralizada, sin poder hablar, sin poder moverse. La llamaron, le gritaron, la insultaron y la despidieron. ¿Dónde estaban sus compañeras?,¿por qué nadie venía a ayudarla? (buscando en sus sueños también, algo de contención). Despertó sobresaltada justo cuando sentía que caía a través de la ventana del tercer piso, donde estaba el despacho del jefe. Le preocupaba con qué nuevo problema se encontraría hoy en su trabajo. Últimamente discutía hasta con sus compañeras más compinches, no sabía por qué, andaba nerviosa, ansiosa, con miedo a equivocarse y que le llamaran la atención otra vez. Ya no le provocaba placer ir a trabajar, no era (como antes) la vía de escape de los problemas en su casa. Además, el ambiente se había puesto denso, parecía que ya ni siquiera la gente de los sectores contiguos quería acercarse a charlar como lo hacía antes. La miraban con lástima, la compadecían por tener que “soportar” a semejante monstruo. Muchas veces pidió un cambio de sector, pero le fue negado. A otros compañeros, sin embargo, si se los dieron (y los que no, estaban con licencia psicológica). Se sentía el “chivo emisario”

Cuando pidió hablar con el encargado de todo el sector éste le dijo que si no estaba preparada para ese trabajo, detrás suyo había una fila de gente esperando por ese puesto.

Recuerda que una vez enviaron un par de psicólogos para analizar la situación e intervenir. Les pedían que hablaran de lo que les molestaba: delante del monstruo! (Ese ser cruel, despiadado, maligno, siniestro, violento, discriminador y misógino (ya había comentado en otro sector que las mujeres somos inútiles, que allí debían trabajar solo hombres), que creía que por el simple hecho de estar en el lugar privilegiado que estaba, gozando por esto de toda la impunidad, podía burlarse y despreciar a los demás que no eran “como él”), y del jefe mayor, que se sabía, estaba en connivencia con los maltratos. ¡Qué situación absurda!...Como es de esperar, nadie habló. El monstruo sí, sentado, con sus piernas cruzadas, y un gesto como de ¿placer?, sacó de debajo de su silla tres biblioratos repletos de hojas: desplegó una lista de errores cometidos por cada una de nosotras, que tenía anotados con fecha y todo! ¿Cómo podía ser tan cruel? ¿Con qué necesidad? ¿Qué ganaba con ello? ¿Sería feliz en su vida familiar? Más que una terapia grupal parecía un juicio público. ¿En qué momento aquel lugar tan anhelado se había transformado en un verdadero contexto mortificado?.

Uno de los profesionales les dijo en voz baja cuando se despedían: “esto no lo soluciona ni el mago Merlín”.

La sensación de desolación fue mayor y a partir de allí cada quien trataba de salvar “su pellejo”. Ya nadie defendía a nadie, ya no se unían en un frente común para enfrentar al monstruo que luego de ese día parecía que su poder se hacía cada vez mayor, a la vez que aumentaba su “saber eliminador”. Ella estaba haciendo terapia, su psicóloga la instaba a irse del lugar, renunciar. Lo que implicaba renunciar a sus sueños. ¡No, jamás! Por más que se hallara en una encerrona trágica, por más dolor que sintiera ante esta situación, por más que no hallara la salida, no iba a dejar que se saliera con la suya, no. Se negaba a aceptar,  irreflexivamente,  los hechos de esa cotidianeidad que tanto la lastimaban.

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