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ENTREVISTA INTERVENTIVA


Enviado por   •  22 de Junio de 2012  •  7.295 Palabras (30 Páginas)  •  1.497 Visitas

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ENTREVISTA INTERVENTIVA: Parte III. Preguntas lineales, circulares, estratégicas y reflexivas.

Toda pregunta hecha por un terapeuta puede ser vista con alguna intención y surgir de ciertas suposiciones previas. Muchas preguntas tienen la intención de orientar al terapeuta a la situación y experiencias del paciente; otras se preguntan principalmente para provocar el cambio terapéutico. Algunas preguntas son basadas en suposiciones lineales acerca del fenómeno que se busca conocer; otras basadas en suposiciones circulares. Las diferencias entre estas preguntas no son triviales. Intentan tener efectos distintos. Este artículo explora estos temas y ofrece un marco de trabajo para distinguir cuatro grupos mayores de preguntas. El marco debe ser usado por terapeutas para guiar su decisión respecto de qué tipos de preguntas hacer, y para investigadores que deseen saber sobre distintos estilos de entrevista.

Desde la perspectiva del observador, las psicoterapias con esencialmente conversaciones. Sin embargo, no son conversaciones ordinarias. Las conversaciones terapéuticas se guían con el deseo de quitar el dolor y sufrimiento mental para así producir una cura. Ocurren entre terapeutas y pacientes con el consenso de que el terapeuta contribuirá intencionalmente a un cambio constructivo en las experiencias y conductas problemáticas del paciente. Aunque otras conversaciones pueden tener efectos terapéuticos (por ejemplo, discusiones personales con otros miembros de la familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.), estos no se pueden considerar terapia a menos que exista algún consenso de que un participante haya aceptado la responsabilidad de guiar la conversación con el fin de que sea terapéutica para el otro. Así, un terapeuta siempre asume un rol especial en una conversación que pretende curar. Este rol trae consigo un compromiso de ser “ayudador” respecto a los problemas personales y las dificultades interpersonales del otro.

La posición del terapeuta en una conversación terapéutica no sólo implica responsabilidades especiales, sino que confiere privilegios especiales. Un ejemplo de lo último es que el terapeuta puede legítimamente pregunte sobre las experiencias personales y privadas del paciente. Para hacerlo, por lo general se exponen las vulnerabilidades del paciente. Consecuentemente, el trauma de esto existe en paralelo con la idea de curar (** O sea, de cierta forma es como un costo el tener que rememorar cosas que sean traumáticas en pos de la cura). Es la manera en la cual se pregunta la que hace la diferencia. Algunos patrones de conversación llevan a que sean mucho más terapéuticos que otros. Uno de los factores que contribuyen a tal variación es la naturaleza de las preguntas que se hacen.

Durante una conversación que se pretende que cure, el terapeuta usualmente contribuye con las declaraciones y preguntas. Estos son diferentes tipos de expresión. En general, las declaraciones exponen los asuntos, las posiciones, o las visiones, mientras que las preguntas traen a la luz asuntos, posiciones o visiones. En otras palabras, las preguntas buscan respuestas y las declaraciones las dan. Al mismo tiempo, sin embargo, estas características no son exclusivas; hay una considerable superposición entre preguntas y declaraciones. Por ejemplo, las preguntas pueden ser puestas en forma de declaración: “Tú debes haber tenido alguna razón para haber venido a verme”; “Mucha gente viene porque hay algo que los tiene aproblemados profundamente”. Alternativamente, las declaraciones pueden ser puestas en forma de preguntas: “¿No es interesante que tú hayas llegado tarde nuevamente?”; “¿Por qué no te fuiste antes, sabiendo que el tráfico estaría tan movido?”. A pesar de esta superposición, parece razonable esperar que la predominante forma lingüística de las contribuciones de un terapeuta tendrán un importante efecto en la naturaleza y dirección de la conversación (**O sea, la forma en realidad no importa mucho).

Pareciera que existen algunas ventajas para un terapeuta que principalmente hace preguntas, especialmente al comienzo y en las partes intermedias de una entrevista. Por ejemplo, hacer eso tiende a asegurar que la conversación está centrada en el paciente. Las percepciones, experiencias, reacciones, preocupaciones, objetivos, planes, etc. del cliente repetidamente se ponen a la luz y toman el escenario principal. Si el terapeuta responde a las respuestas del cliente con más preguntas, las experiencias y creencias del terapeuta mantienen un rol aportativo mientras la conversación prosigue. Así, cuando el balance está a favor de las preguntas en vez de hacia las declaraciones, el “trabajo” de la sesión naturalmente se centra en el paciente y no en el terapeuta. Otra ventaja es que las preguntas constituyen una invitación más fuerte que las declaraciones para que los clientes se envuelvan en la conversación. La forma gramatical de una oración en forma de pregunta hace surgir la expectación social de una respuesta. La cadencia, tono, y pausas en el discurso del terapeuta añade más a la expectación de una respuesta. Cuando el terapeuta transmite también un compromiso claro para escuchar y oír las respuestas del paciente, la expectación se acrecenta aún más. Así, a través del cuestionamiento, los clientes son llevados activamente a un diálogo con el terapeuta. De hecho, incluso pacientes que no están ni ahí o mudos encuentran difícil de escapar y entran en un estado de conversación silenciosa cuando las preguntas se dirigen a ellos. Una ventaja adicional de los terapeutas que hacen principalmente preguntas, y que se abstienen de hacer declaraciones, es que los clientes están estimulados a pensar sobre sus problemas por sí mismos. Esto fomente la autonomía del paciente y crea una mayor sensación de logro personal para miembros de familia cuando el cambio terapéutico funciona, en vez de crear dependencia en el “conocimiento especial” del terapeuta.

Hay, también, condiciones limitantes en la predominancia de preguntas por sobre declaraciones. Un terapeuta puede, en efecto, esconderse detrás de preguntar perpetuamente y fallar en el entrar en la relación como una persona real. Esto puede constituir una desventaja mayor, limitando el desenvolvimiento de la alianza terapéutica. Los pacientes usualmente necesitan sentir al terapeuta como alguien con coherencia e integridad para extender su confianza y entrega. Por esto, el terapeuta tiene que hacer declaraciones de cuando en cuando y tomar una posición en ciertos asuntos (incluso si la posición es deliberadamente como “para no tomar una posición”... por ejemplo, sobre si una pareja debe o no mantenerse junta). Además, la expectación social por respuestas puede ser sentida como una demanda y convertirse en una imposición.

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