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Educacion Permanente Discapacidad Y Familia.

ceciliabruna17 de Noviembre de 2013

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EDUCACION PERMANENTE FAMILIA Y DISCAPACIDAD MENTAL

TRABAJO PRACTICO N° 1

Profesora: Patricia Borini

Integrantes:

• Avila Carolina 30145660

• Barrionuevo Claudia 33759491

• Bruna Cecilia 29177274

• Caceres Gabriela 32860248

• Garcia Rosa 33614028

4° año mentales

Instituto de enseñanza superior Doctor Silvino Martinez- 2012

TEMAS:

Recursos de la sociedad ante los niños con discapacidad mental:

• Perspectivas epistemológicas de la DM: perspectiva biomédica, psicológica: el lugar de los test.

Perspectiva pedagógica y sociológica. El sujeto especial. El discapacitado en la comunidad. La libertad del DM. Segregación y esterilización. Eutanasia. El papel del medico. Bioética. Escuela, familia e integración socio laboral. La educación sexual: tarea de docentes o de especialistas.

Perspectivas Epistemológicas de la Deficiencia Mental

Lo que normalmente se conoce con el nombre de Deficiencia Mental es un complejo constructo, en el que se integran sujetos con niveles de inteligencia muy diferentes, con etiologías extraordinariamente variadas y con sintomatologías tan distantes unas de otras que resulta poco científico la admisión de un síndrome unitario conocido con el nombre de Deficiencia Mental. a pesar de esa inexactitud epistemológica, se empleará la denominación de Deficiencia Mental por razones puramente prácticas, ya que tal denominación es la más usada históricamente, pero siendo muy conscientes de que cada sujeto deficiente mental posee una idiosincrasia particular, tanto desde el punto de vista etiológico como funcional, exactamente igual que ocurre con las personas conocidas como normales. De ahí, pues, la importancia que posee la realización de un diagnóstico preciso y la elaboración de soluciones totalmente individualizadas y acomodadas a las peculiaridades de cada persona.

Es permisible aceptar que el estudio de la Deficiencia Mental puede ser abordado, con cierta exhaustividad, desde cuatro perspectivas: biomédica, psicológica, sociológica y pedagógica.

Perspectiva Biomedica

Desde esta perspectiva encontramos taxonomías precientíficas que agrupan clasificaciones etiológicas, morfológicas y anatómicas, sintomatológicas y basadas en el grado de insuficiencia Mental:

• Retrasados mentales educables

Se corresponde con el nivel de retraso mental ligero y se supone que estas personas podrán alcanzar los niveles académicos mínimos previstos para el final de la enseñanza primaria, aunque con ciertos apoyos especializados y con determinadas adaptaciones curriculares.

• Retrasados mentales entrenables

Se corresponde con el nivel de retraso mental moderado y se supone que estas personas podrán aprender a leer y escribir de forma comprensiva, como asimismo a manejar operatoriamente los números, aunque con ciertos apoyos especializados y con adaptaciones curriculares significativas.

• Retrasados mentales severos

Se corresponde con el nivel de retraso mental severo y se supone que estas personas no podrán aprender a leer ya escribir de forma comprensiva ni a manejar los números de forma operatoria, a pesar de contar con apoyos especializados y con un curriculum especial para ellos.

Esta clasificación es la más usada durante los últimos años. pero hoy existe suficiente evidencia pedagógica en el sentido de poder asegurar con rigor que los niños pertenecientes a los tres grupos citados más arriba pueden alcanzar aprendizajes académicos mucho más altos de los inicialmente previstos, siempre que se den determinadas condiciones de estimulación temprana (sobre todo, cognitiva y psicolingüística) y siempre que las condiciones pedagógicas posteriores sean especialmente diseñadas para la problemática particular de cada individuo.

PERSPECTIVA PSICOLÓGICA

En el estudio de la Deficiencia Mental desde la Psicología hay que distinguir dos grandes períodos: El primero podríamos denominarlo como de tipo cuantitativo, siendo su denominador común las escalas que permitieran medir con exactitud y objetividad el nivel de inteligencia máximo a que podían llegar los sujetos aquejados de Deficiencia Mental (por ello, esta perspectiva, en sentido estricto, conviene que sea categorizada como psicométrica). El segundo es de tipo cualitativo, es decir, se trataría de saber cuál es el defecto específico que puede ser el elemento diferenciador de la Deficiencia Mental por comparación a otros hándicaps o déficits e incluso por comparación a los sujetos normales.

El primer modo de acercamiento al estudio de la Deficiencia Mental, desde una perspectiva psicológica, es encuadrado por Zigler (1969) dentro de las teorías que él denomina desarrollistas, mientras que el segundo modo de acercamiento encuadra dentro de las teorías que dicho autor denomina del defecto específico.Desde las primeras investigaciones llevadas a cabo por Binet y Simón (1911), que una persona puede ser catalogada como deficiente mental cuando en los clásicos tests psicométricos para medir la inteligencia obtiene una puntuación situada por debajo de una desviación típica, tomando como referencia las puntuaciones medias de los individuos que se supone son normales.

EL LUGAR DE LOS TEST.

Hay quienes creen que el diagnóstico es la aplicación de técnicas y tests para acopiar datos que permitan ubicar al sujeto en la gnosología que proporciona la ciencia. Los que reconocemos que en algún momento trabajamos así, podemos dar cuenta del desconcierto, la ansiedad, las dudas, los forcejeos frente a una batería de pruebas y la anamnesis. ¿Qué esperábamos encontrar en esa maraña de datos, cocientes, percentiles? ¿No habremos «inventado» patologías por esa necesidad de ponerle nombre a los síntomas? ¿Cuántas veces el resultado de un test contradecía el del otro?

El impacto del psicoanálisis en nuestras disciplinas nos mostró a un niño en pleno proceso de constitución subjetiva y armado, tejido, por significantes que le vienen del Otro. Esto nos obligó a revisar las herramientas diagnósticas. Los tests son como fotos de un momento de ese proceso. Esa foto nos dará un cociente intelectual, una edad de maduración, un percentil, pero nada nos dirá acerca del momento de la constitución como sujeto en el que ese niño está trabajando. Es como una instantánea. Es lo que el «examinado» en ese tiempo, en ese lugar, con esa persona pudo revelar.

¿No sería mejor pensar el diagnóstico como una película y no como una suma de fotos? Prefiero la imagen cinematográfica, porque en ella puedo pensar un sujeto protagonista, puedo intentar ediciones y reediciones, en donde sea posible volver atrás y comenzar, incorporar escenas nuevas, revisar el guión original y cambiarlo, enriquecerlo.

Siempre que acomodemos un niño a un baremo, corremos el riesgo de dejar de lado su singularidad. ¿Por qué dos sujetos con igual cociente intelectual se desenvuelven distinto frente a situaciones problemáticas? ¿Quién puede asegurar con certeza que la capacidad medida es la real? La cuestión no pasa por desestimar los tests. En ocasiones son muy necesarios, especialmente cuando se trata de hacer un diagnóstico diferencial. Lo que importa son los resguardos éticos en su instrumentación para que los efectos no sean iatrogénicos. ¿y cuáles son esos recaudos?

- Elegir la herramienta apropiada y conocerla profundamente en su aplicación en sus fundamentos y en sus límites.

- Esperar que se haya instalado la transferencia.

- Privilegiar en todo el momento al sujeto sobre la técnica.

- Administrarla pensado en el proceso y no en el resultado

PERSPECTIVA SOCIOLOGICA

Han sido bastantes los autores que han intentado definir la Deficiencia Mental apoyándose en criterios estrictamente sociales. Para esos autores, la persona deficiente mental sería aquella que no puede adaptarse a las exigencias que la sociedad impone para llevar una vida independiente y autónoma; es decir, para vivir sin tener que depender del cuidado institucional de esa misma sociedad.

• Influjo de las mitologías religiosas

La mayoría de los autores coinciden en asegurar que la historia de los deficientes mentales es semejante a lo que ha sucedido con todas aquellas enfermedades de las que se desconocía su origen y a las que se temía por su carácter contagioso. A los afectados por esas enfermedades se les ha rechazado en todas las sociedades pasadas y presentes, bajo la supuesta creencia de que eran castigos sociales enviados por la divinidad como consecuencia de pecados colectivos.

El rechazo se basaba, desde luego, en el temor al contagio. Pero se acompañaba de justificaciones morales: una enfermedad tan terrible, Dios sólo podía infligirla a los pecadores más notorios; la única terapéutica posible era el arrepentimiento. Sin embargo, la sociedad sólo conseguía asumir esta condena divina descargándose de toda responsabilidad; el enfermo era expulsado de la Iglesia, pero confiado directamente a Dios, con el que se suponía que podía hablar sin intermediarios. El temor, la ambivalencia del rechazo deja vacantes muchas leproserías, se cierran o se repueblan con otras categorías de «anormales», de rechazados, de gentes incapaces,

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