Educación Inclusiva
jcq_8031 de Marzo de 2013
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INTRODUCCION
Es muy difícil hacer una clasificación de alumnos con déficit visual, debido a que cualquier alteración que se produzca en el sistema visual: (ojo, nervios ópticos y cerebro), bien sea en algunos de sus segmentos o en sus funciones, tiene como consecuencia una disminución de la visión.
Por tanto entre el límite superior que sería la visión normal y el inferior que sería la ceguera total , podemos encontrarnos con un amplio abanico de déficits visuales. Aún así podemos agruparlos en tres grandes bloques:
A. DEFICIENTES VISUALES NO GRAVES O VISIÓN LÍMITE: Son sujetos que poseen agudeza visual en ambos ojos superior a 4/10 con corrección óptica. Son alumnos a los que tan sólo es necesario hacer un seguimiento de la evolución de su enfermedad visual.
B. DEFICIENTES VISUALES GRAVES O BAJA VISIÓN: Son sujetos cuya agudeza visual después de corrección óptica es inferior a 4/10 en ambos ojos. El resto visual le va a permitir tener una visión de cerca útil para la escritura en tinta.
C. CIEGOS: Son sujetos que poseen nulo (ciego total) o escaso resto visual, precisan lectoescritura en Braille para seguir los aprendizajes académicos.
Al igual que es difícil hacer una clasificación también es difícil establecer unas características comunes a la ceguera o a la deficiencia visual. La aparición o no de determinadas conductas va a depender de los siguientes aspectos:
-Momento de aparición de la patología visual.
-Actitud de la familia ante la deficiencia visual o la ceguera.
-Ritmo de la enfermedad (progresiva o no).
-Presencia de otra anomalia o enfermedad asociada.
-Resto visual que permanezca.
Tradicionalmente la didáctica aplicada a alumnos con ceguera y a alumnos con deficiencias visuales ha sido la misma, no haciéndose distinción entre unos y otros. Toda persona que presentaba un problema importante en su visión era considerada a efectos pedagógicos como ciego, y por lo tanto adiestrado en técnicas específicas para ciegos. Hoy en día gracias a los avances en el campo oftalmológico, psicológico y pedagógico, sabemos que estamos tratando con personas con distintas necesidades: alumnos ciegos y alumnos con baja visión.
De hecho, los alumnos con baja visión se encuentran en “tierra de nadie”, ya que no son ciegos, pero tampoco funcionan como alumnos videntes, lo que puede crear situaciones difíciles que pueden afectar el desarrollo de su personalidad. Muchas veces prescinden de hacer una acción por temor, por vergüenza, por el qué dirán. Las personas videntes, si no conocen bien al disminuido visual, en muchas ocasiones quedan desconcertadas sin saber qué determinación tomar. Es preciso fomentar sus posibilidades, darles confianza en sí mismo y de esta manera actuaran de forma natural.
El alumno con visión límite o baja visión debe ser considerado como tal, y debemos destacar la importancia que tiene el máximo aprovechamiento de su visión. En 1.960 la doctora Barraga demostró que el resto visual debía usarse sin temor a precipitar su deterioro.
El apoyo educativo a los alumnos con baja visión o visión límite debe partir del conocimiento de las características determinadas por su patología visual, de esta manera podremos adecuar el entorno para que su funcionamiento visual sea el adecuado y poder poner en práctica una serie de estrategias de intervención, donde es clave la coordinación entre los miembros de la comunidad escolar para la unificación de criterios en la intervención educativa.
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