Educación y Atención Temprana
ElisaRoZaTrabajo14 de Enero de 2022
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Educación y Atención Temprana
La atención temprana en la escuela. La etapa de Educación Infantil en nuestro sistema educativo está dirigida a niños de 0 a 6 años. Cómo hemos ido viendo, en esta edad se produce el desarrollo más importante del ser humano y es un periodo determinante por el desarrollo físico, psicomotriz, cognitivo y de la personalidad.
Si el conocimiento del desarrollo del niño se liga con los objetivos de esta etapa de la educación, se puede afirmar que la escuela infantil es un agente fundamental en la detección de niños que se encuentran en riesgo o en situación de riesgo. La observación y la evaluación de las habilidades motoras, el lenguaje, las dificultades en la percepción, los problemas de atención, las limitaciones cognitiva, las dificultades de socialización o los problemas emocionales son problemáticas que a la vez son signos también de alerta de esos comportamientos y capacidades básicas.
Si detectan o sospechan de la presencia de determinados signos de alerta en un niño, los educadores tienen que comunicarlo al equipo docente y a la dirección, a fin de tomar las medidas oportunas y se comunique a la familia y se proceda a la posible derivación a pediatría o a otros servicios, como los EAT y CDIAP, que puedan corroborar o llegar a un diagnóstico de las alteraciones detectadas.
Como profesionales se tiene que rehuir la banalización de la situación y tener bastante cura con la observación de ciertos signos de alerta.
•Resistencia o miedo a llevar a cabo un proceso de diagnóstico o terapéutico para evitar “etiquetar”.
•El desconocimiento o el olvido de la existencia de problemas de relación o de interacción precoces y la negación del sufrimiento psicológico del niño.
Si se producen estos factores y no se detectan, pueden hacer que se agravien las disfunciones que puede sufrir el niño, en no recibir la ayuda terapéutica que necesitan. También es cierto que hay trastornos que pasen desapercibidos a la primera infancia como son los trastornos generalizados del desarrollo, las disfunciones interactivas en la relación entre padres o hijos, el retraso mental leve y los trastornos de expresión somática.
Los centros educativos, es una necesidad capital, tienen que estar coordinados con los diferentes servicios de atención y tienen que ser conocedores de los programas de detección.
Una de las competencias de los servicios educativos es la actuación en el espaldarazo del niño y la familia. El educador infantil, por lo tanto, tiene que tener unas actitudes y habilidades personales de cooperación y tolerancia, además de una buena formación en los diferentes ámbitos sociales, de salud y educación, y en especial en habilidades sociales, en intervención familiar y en trabajo en equipo.
Estos conocimientos y unas adecuadas capacidades facilitarán un proceso de integración adecuado del niño en la escuela infantil puesto que las actuaciones se plantean desde el punto de vista educativo y no tan solo asistencial, lo cual:
•Permitirá realizar una educación compensatoria.
•Supondrá una prevención de la aparición de posibles secuelas.
•Facilitará la integración de los niños con una minusvalidez documentada.
En cuanto a la escuela y a la familia, hace falta llevar a término actuaciones conjuntas, en las cuales los padres participen en el proyecto educativo: tienen que conocer las actividades, los métodos y los objetivos propuestos. Esta comunicación entre los padres y la escuela optimizará el desarrollo del niño, puesto que por un lado los padres aprenden a reconocer las necesidades de su hijo o hija, y a dar las respuestas adecuadas. También los permite percibir cuáles son las ganancias que el niño ha logrado.
Bibliografía
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