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El Hombre De Las Ratas

clouddisan22 de Octubre de 2013

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El Hombre De Las Ratas

Contenido principal de su padecer son dice unos temores de que les suceda algo a dos personas a quienes ama mucho: su padre y una dama a quien admira. Además dice sentir impulsos obsesivos, y producir prohibiciones referidas a un a cosas indiferentes.

De las curas intentadas, la única provechosa fue n tratamiento de aguas en un instituto de x; pero se debió solo a haber trabado allí con una mujer un vínculo que desemboco en un comercio sexual regular. Dice no tener aquí una oportunidad como esa, sus relaciones sexuales son raras y a intervalos irregulares. Las prostitutas le dan asco.

Después que al día siguiente lo comprometo a la única condición de la cura la de decir todo cuanto se le pase por la cabeza aunque le resulte desagradable, aunque le parezca nimio, o que no viene al caso o es disparatado y que le dejo librado escoger el tema con el cual quiera inaugurar sus comunicaciones, empieza como sigue:

Tiene un amigo a quien respeta extraordinariamente. Acude a el siempre que lo asedia un impulso criminal, le pregunta si no lo desprecia como delincuente. El lo apoya, aseverándole que es un hombre intachable que probablemente desde su juventud se ha habituado a considerar su vida bajo esos puntos de vista.

Una neurosis obsesiva completa.

Vemos al niño bajo el imperio de un componente pulsional sexual, el placer de ver, cuyo resultado es el deseo, que aflora siempre de nuevo y con mayo intensidad cada vez, de ver desnudas a personas de sexo femenino que le gustan. Este deseo corresponde a la posterior idea obsesiva; si aun no posee carácter obsesivo, se debe a que el no lo siente como ajeno; no obstante, ya se mueves, desde alguna parte, una contradicción a este deseo, ya se mueve, desde alguna parte, una contradicción a este deseo, pues regularmente un afecto penoso acompaña su emergencia.

En esa misma sesión recibí de el todavía este esclarecimiento: desde el comienzo, aun para todos los temores anteriores de que a sus amados les sucediera algo, ha situado tales castigos no solo en la temporalidad, sino en la eternidad, en el mas allá. Hasta sus 14 o 15 años había sido escrupulosamente religioso, y a partir de entonces se había desarrollado hasta su actual condición de libre pensador. Sostiene allanar la contradicción diciéndose: ¿que sabes tu dela vida en el mas allá? ¿Qué saben los otros de eso? Y como no se puede saber nada, tu no arriesgas nada; por lo tanto, hazlo.

Me ha resultado a comunicarle algo que tengo por muy sustantivo y que me martiriza desde el comienzo. Relata ahora con mucha amplitud la historia de la enfermedad de su padre, muerto de enfisema nueve años atrás. Un atardecer, en la creencia de que se traba de un estado crisis, pregunto al medico cuando podría considerarse superado el peligro. La respuesta fue: paso mañana al atardecer No se le pasó por la mente que el padre podría no sobrevivir a ese plazo. A las once y media de la noche se fue a la cama por una hora, y cuando despertó a la una se entero por un amigo medico de que su padre había muerto.

En la sesión siguiente empieza diciendo que tienes que relatar algo, algo, un hecho de su infancia. Como ya conto, después de los siete años había tenido la angustia de que sus padres le colegian los pensamientos, angustia que en verdad dice le ha persistido el resto de sus vida. A los doce años de edad amaba a una niña, hermana de un amigo (preguntado, dice que no con un amor sensual, no quería verla desnuda, era demasiado pequeña), pero ella no era con el todo lo tierna que el deseaba. Y entonces le acudió la idea de que ella le mostraría amor si a el le ocurría una desgracia; se le puso en la cabeza que esta podía ser la muerte de su padre. Rechazo esta idea enseguida y enérgicamente. Aun ahora se defiende de la posibilidad de haber exteriorizado con ello un deseo.

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