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Hombre de las Ratas


Enviado por   •  28 de Octubre de 2015  •  Monografías  •  4.383 Palabras (18 Páginas)  •  209 Visitas

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Historial Clínico

Se presenta un joven universitario que acude a Freud diciendo que tiene representaciones obsesivas desde sus cuatro años, y que en este último tiempo se le han vuelto notoriamente intensas. Estas representaciones son en relación a que le suceda algo malo a dos de las personas a quien el ama su padre y su amada. Además de esto, manifiesta sentir impulsos obsesivos (por ejemplo cortarse el cuello con una navaja), y producirse todo el tiempo prohibiciones producir prohibiciones con todo tipo de cosas.

También en el comienzo describe aspectos en relación a su vida sexual, manifestando que su primer coito fue tardíamente, a la edad de los 26 años.

A. La introducción del tratamiento

Freud invita al paciente a que le comunique todo lo que se le ocurra. El sujeto, relata que tenía un amigo a quien  el respetaba mucho y al cual cada vez que tenía un impulso lo iba a ver y le preguntaba si él no era un criminal para ver si por ello no lo desprecia, y su amigo le decía que él era una buena persona, una persona intachable. Además cuenta de la existencia de otra persona que tuvo mucha influencia para él, aunque luego lo termino rebajando a idiota y que solo trato con él para relacionarse, infructuosamente, con su hermana.

B. La sexualidad infantil

Inmediatamente después del relato sobre su amigo le comenta a Freud una escena ocurrida cuando tenia 4 o 5 años donde se le acerca a una bella y joven empleada y le pide permiso para pasar por debajo de su falda, y en donde esta accede al pedido poniéndole solo como condición que el no cuente nada, así el accede y le toca los genitales y el vientre. Recuerda así que desde ese entonces siente curiosidad y deseos intensos por ver el cuerpo femenino.

Recuerda también que a los 6 años espiaba a la señorita Lina cuando se desnudaba, y que tiempo después había escuchado de dicha señorita un comentario hecho delante de otras personas donde lo menospreciaba. También remarca el hecho de que a temprana edad ya tenía erecciones y que acudió a su madre para quejarse. Con esto surge un nexo en con la “idea enfermiza” que sus padres sabrían sus pensamientos, cosa explicable por habérselos declarado sin oírlos él mismo. En esto Paul ve el comienzo de su enfermedad. Aparece el sentimiento siniestro que lo atormenta el castigo de que por pensar esas cosas algo malo le iba a suceder a su padre, por eso debia impedirse pensar y desear eso.

En este punto Freud se  entera, de que el padre del sujeto al que todavía hoy se refieren los temores obsesivos que le atormentan, ha muerto hace ya varios años.

Lo que nuestro paciente dice de su sexto o séptimo año no es el comienzo de la enfermedad, sino ya la enfermedad misma. Una neurosis obsesiva completa a la que no le falta ningún elemento esencial. Vemos al niño bajo el imperio de un componente pulsional sexual, el placer de ver, cuyo resultado es el deseo, que añora siempre de nuevo y con mayor intensidad cada vez, de ver desnudas a personas del sexo femenino que le gustan. Este deseo corresponde a la posterior idea obsesiva; un afecto penoso acompaña su

emergencia. Es decir,  es evidente la presencia de un conflicto en la vida anímica del pequeño concupiscente (concupiscencia -que se puede entender como sentir deseos (o exceso de deseos) no gratos a Dios); junto al deseo obsesivo, un temor obsesivo se anuda estrechamente a aquel: toda vez que piensa algo así, es forzado a temer que suceda algo terrible.  «Si yo tengo el deseo de ver desnuda a una mujer, mi padre tiene que morir». El afecto penoso cobra nítidamente la coloración de lo detestable, lo supersticioso, y ya origina impulsos a hacer algo para extrañarse de la desgracia, semejantes a los que se impondrán luego en las medidas protectoras. (Es una pulsión erótica y una sublevación contra ella, un deseo y un temor que lo contraría, un afecto penoso y un esfuerzo hacia acciones de defensa)

Vale decir: una pulsión erótica y una sublevación contra ella; un deseo (todavía no obsesivo) y

un temor (ya obsesivo) que lo contraría; un afecto penoso y un esfuerzo hacia acciones de defensa: el inventario de la neurosis está completo. Y aun hay presente otra cosa: una formación delirante: que sus padres sabrían sus pensamientos por haberlos declarado él mismo sin oírlos. Esto revela la existencia de procesos inconcientes: 'digo mis pensamientos sin oírlos' suena como una proyección hacia afuera de nuestro propio supuesto, a saber, que él tiene unos pensamientos sin saber nada de ellos, como una percepción endopsíquica de lo reprimido.

Es importante saber que antes del sexo año de vida hubo vivencias traumáticas, conflictos y represiones que cayeron bajo amnesia, pero dejaron como residuos ese temor obsesivo. Además que esa amnesia infantil termino en su sexto año .

En la neurosis obsesiva se discierne, mucho más nítidamente que en la histeria, que los factores constitutivos de la psiconeurosis no deben buscarse en la vida sexual actual, sino en la infantil. La vida sexual presente del neurótico obsesivo puede a menudo parecer por entero normal al explorador superficial; y es frecuente que ofrezca muchos menos aspectos patógenos y anormalidades que en el paciente aquí considerado.

B. El gran temor obsesivo

En la tercer sesión sale a luz la experiencia que lo llevó a consultar, la misma había ocurrido durante las maniobras militares en X, en las que durante  las maniobras perdió sus anteojos.

Ahí mismo conoce a Un capitán, le cuenta un castigo  que se hace en Oriente donde sobre el trasero de la persona se penetran ratas 'por el ano'. y le comenta que mientras escuchaba el relato surgió en el un miedo terrible de que ese castigo lo sufrieran su padre y su amada… Durante el relato de la escena Freud nota en el hombre una expresión de horror y a la vez fascinación…que el traducirá como el “goce anal”, ignorado por él mismo. Prosigue con todas las dificultades: «En el momento me sacudió la representación de que eso sucede con una persona que me es cara (es ejecutado impersonalmente en esa persona, la dama por él admirada)

Simultánea con la idea, siempre aparece la «sanción», es decir, la medida de defensa que él tiene que seguir para que una fantasía de estas no se cumpla. Cuando el capitán habló de aquel cruel castigo y le añoraron aquellas ideas, consiguió no obstante defenderse de las dos ideas con sus fórmulas habituales: un «pero» {«aber»} acompañado por un movimiento de aventar algo con la mano, y el dicho: «¡Qué se te ocurre!». Son dos ideas por que además de la representación de su amada, también esta la representación del castigo hacia su padre.

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