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El Hombre De Las Ratas


Enviado por   •  10 de Febrero de 2012  •  10.603 Palabras (43 Páginas)  •  795 Visitas

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XLI ANÁLISIS DE UN CASO DE NEUROSIS OBSESIVA

«CASO EL HOMBRE DE LAS RATAS» 1909

INTRODUCCIÓN

LAS páginas que siguen contienen dos cosas: en primer lugar, datos fragmentarios del historial clínico de un caso de neurosis obsesiva, que por su duración y sus consecuencias, y según mi apreciación subjetiva, debe ser incluido entre los de cierta gravedad y cuyo tratamiento, prolongado a través de un año entero, consiguió reconstruir completamente la personalidad y suprimir las inhibiciones. Y en segundo, enlazadas a este caso y a otros anteriormente analizados, algunas observaciones aforísticas sobre la génesis y el mecanismo de los procesos anímicos obsesivos, destinadas a continuar y ampliar mis primeros estudios sobre la materia, publicados en el año 1896.

Creo indispensable justificar tal índice para que no se suponga que considero perfecta y digna de imitación semejante exposición fragmentaria de un caso clínico cuando en realidad me es impuesta por consideraciones extrínsecas e intrínsecas y habría sido, desde luego, más explícito si hubiera podido. Pero no me es posible comunicar el historial completo del tratamiento, porque ello me obligaría a revelar en detalle las circunstancias personales de mi paciente. La atención importuna que toda una gran ciudad dedica a mi actividad médica, me impide desarrollar una exposición exacta y minuciosa, y por otro lado, las deformaciones con las cuales suele intentarse olvidar tal inconveniente me han parecido siempre tan inadecuadas como rechazables. Limitadas, no consiguen su objeto de proteger al paciente de la curiosidad indiscreta, y si las Ilevamos más allá, cuestan demasiado caras, pues hacen imposible la comprensión del caso hurtando al conocimiento del lector relaciones fundamentales enlazadas precisamente a las pequeñas realidades de la vida del enfermo. Resulta pues, paradójicamente más lícito dar publicidad a los más íntimos secretos de un paciente, por los cuales no es fácil identificarle, que a las circunstancias más inocentes y triviales de su personalidad, de todos conocidas y que Ie descubrirán en el acto.

Justificada así la ingrata mutilación de los historiales del enfermo y de su tratamiento, el hecho de que mi exposición aparezca limitada a resultados fraccionarios de la investigación psicoanalítica de la neurosis obsesiva tiene una explicación todavía más clara y convincente. Debo reconocer, en efecto, que todavía no he conseguido desentrañar sin residuo alguno la complicada estructura de un caso grave de neurosis obsesiva y también que no me sería posible evidenciar, a través de los estratos del tratamiento y con la exposición detallada del análisis, tal estructura, analíticamente descubierta o sospechada, pues la resistencia de los enfermos y la forma en que se exteriorizan hacen dificilísima semejante labor expositiva.

Pero, además, ha de tenerse en cuenta que la comprensión de una neurosis obsesiva no es ciertamente nada fácil y desde luego mucho más difícil que la de un caso de histeria. A primera vista más bien nos inclinaríamos a suponer lo contrario. El conjunto de medios de que se sirve la neurosis obsesiva para exteriorizar sus ideas secretas, o sea el lenguaje de la neurosis obsesiva, es como un dialecto que debía sernos más inteligible por ser más afín que el histérico a la expresión de nuestro pensamiento consciente. Ante todo, no integra aquel salto desde lo anímico a la inervación somática -la conversión histérica-, que nuestro intelecto no puede jamás secundar.

El hecho de que la realidad no confirme la hipótesis antes apuntada depende quizá tan solo de nuestro menor conocimiento de la neurosis obsesiva. Los neuróticos obsesivos graves acuden al tratamiento psicoanalítico en número mucho menor que los histéricos. Disimulan en la vida social sus estados patológicos mientras les es posible y sólo recurren al médico en estadios muy avanzados de su enfermedad, estadios tales como aquellos que en una tuberculosis excluyen ya el ingreso en un sanatorio. Elegimos esta comparación porque en la neurosis obsesiva, grave o leve, pero tempranamente combatida, pueden señalarse, como en aquella otra dolencia crónica infecciosa, toda una serie de brillantes éxitos curativos.

En tales circunstancias no queda más posibilidad que comunicar las cosas tan imperfectas e incompletamente como las sabemos y podemos hacerlas públicas. Los fragmentos de conocimientos, trabajosamente extraídos, que aquí ofrecemos, podrían parecer poco satisfactorios; pero la labor de otros investigadores se enlazará a ellos, y el esfuerzo común podrá conseguir aquello que para uno solo es quizá demasiado arduo.

I) HISTORIAL CLÍNICO

UN hombre joven, de formación universitaria, se presenta en mi consulta manifestando padecer representaciones obsesivas ya desde su infancia, pero con particular intensidad desde cuatro años atrás. El contenido principal de su dolencia era el temor de que les sucediera algo a las dos personas a las que más quería: su madre y la dama de sus pensamientos. Sentía, además, impulsos obsesivos, tales como el de cortarse el cuello con una navaja de afeitar, y se imponía prohibiciones que se extendían también a cosas triviales e indiferentes. La lucha contra sus ideas obsesivas le habían hecho perder mucho tiempo, retrasándole en su carrera. De todos los tratamientos ensayados, sólo uno le había aliviado algo: una cura hidroterápica en un balneario, pero sólo porque durante su estancia en el mismo halló ocasión de desarrollar una actividad sexual regular.

Aquí, en Viena, no se le ofrecía ocasión semejante, y sólo raras veces y con grandes intervalos cohabitaba. Las prostitutas le repugnaban. En general, su vida sexual había sido muy limitada. El onanismo había desempeñado en ella muy escaso papel, y sólo a los dieciséis o los diecisiete años. Su potencia era normal, y hasta los veintiséis años no había conocido mujer. El paciente daba la impresión de ser un hombre de inteligencia despejada y penetrante. Preguntado por qué razón ha iniciado la anamnesis con informes sobre su vida sexual, explica haberlo hecho por saber que así correspondía a mis teorías. Fuera de esto, ni ha leído ninguna de mis obras, y sólo muy recientemente, al hojear una de ellas, encontró la explicación de ciertas asociaciones verbales que le recordaban la «elaboración mental» a la que él mismo sometía sus ideas y le decidieron a acudir a mi consulta.

a) Iniciación del tratamiento.

Al día siguiente, una vez comprometido a observar la única condición

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