El Metododo Clínico O Critico
litosalazar29 de Octubre de 2013
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El método clínico o crítico
1. Los primeros trabajos (1920-1930): elaboración del método.
2. La “observación crítica” (1930-1940)
3. Método clínico y formalización (1940-1945)
4. Reciente desarrollo (desde 1955)
5. Perspectivas futuras
“Es peligroso tener razón en aquellas cosas en las que los poderosos están equivocados”
Voltaire
Existen cuatro métodos de investigación que la psicología contemporánea emplea preferentemente:
1. El método clínico o crítico
2. El método correlacional
3. El método experimental
4. La metodología cibernética o computacional
El término de método clínico fue ideado y utilizado inicialmente por el psicólogo norteamericano L. Winter, discípulo del considerado padre de la psicología científica, Wilhelm Wundt.
Tal vez su nombre no lo asociamos con el del método clínico en virtud de que existen autores con mayor renombre que han empleado dicho método para desarrollar sus trabajos. Algunos de esos autores son, entre otros, Sigmund Freud, Carl Rogers y Jean Piaget.
El método clínico recurre, fundamentalmente, al uso de técnicas como la observación, la entrevista, y la aplicación de tests.
Su enfoque es ideográfico, porque aborda el análisis individualizado del sujeto, estudiándolo a profundidad, con la intención de descubrir sus particularidades y enmarcarlas, posteriormente, en un contexto global.
En el campo de las ciencias sociales también se ha recurrido al empleo del método clínico para el estudio individualizado de diferentes fenómenos y acontecimientos, basándose y considerando de manera prioritaria, sus características de unicidad e irrepetibilidad.
Por lo anterior, su enfoque resulta diametralmente opuesto al llamado enfoque nomotético, pues éste considera básicamente a la regularidad y a la repetibilidad de determinados acontecimientos, para establecer leyes que luego hace extensivas y aplicables a todos esos hechos.
El método clínico es, pues, originalmente un procedimiento empleado por la psicología y se encuentra vinculado, indudablemente, con la obra psicológica general de Jean Piaget.
El método clínico se considera clásico en psicopatología y también en psiquiatría, pues, como su nombre lo indica, se trata de un “método que define una psicología clínica, es decir, esencialmente individual, casuística, cualesquiera que fueren, por otra parte, las generalizaciones que decidiéramos hacer a partir de los “casos” analizados. La originalidad de Piaget consiste en haber adaptado este método a una investigación de carácter experimental. Ya en 1926, en la introducción de su libro La representation du monde chez l’enfant, señalaba expresamente que el método clínico permite “superar el método de pura observación y, sin caer en los inconvenientes del test, alcanzar las principales ventajas de la experimentación”.
No es inútil, sin duda, recordar que el objetivo “clínico” fue elegido para destacar la oposición con el método de los tests, por entonces considerado como el método objetivo por excelencia para el estudio de la inteligencia. Clínico, por tanto, el método lo era en la medida en que se negaba a constreñirse a la presentación de problemas estandarizados, de asuntos de vocabulario fijados de una vez por todas, y prefería, por el contrario, a partir de precisas ideas rectoras, adaptar las expresiones y, en caso necesario, las situaciones mismas a las respuestas, a las actitudes y hasta al vocabulario del sujeto. Mas tarde, con posterioridad a una evolución que hemos de trazar, Piaget iba a preferir la expresión “método crítico”. En 1947, en el prólogo a la tercera edición de Le jugement et le raisonnement chez l’enfant (Delachaux y Niestlé), Piaget vuelve a insistir en el hecho de que “el método crítico [...] siempre consiste en conversar libremente con el sujeto, en lugar de limitarse a preguntas fijas y estandarizadas, y conserva, pues, todas las ventajas de una charla adaptada a cada niño y destinada a permitirle a éste el máximo posible de toma de conciencia y de formulación de sus propias actitudes mentales”. Y añade algunas precisiones técnicas a las que más adelante volveremos.
Desde hace cuarenta y cinco años, por consiguiente, se viene practicando en Ginebra, de manera regular, un método acorde con esos principios generales. Los problemas sucesivamente encarados, los resultados obtenidos y, sin duda, también diversas circunstancias históricas han hecho evolucionar sensiblemente, no obstante, las técnicas, aunque sin renunciar a la orientación esencial de las investigaciones y de las interrogaciones propiamente dichas. Nos proponemos recordar las principales etapas en cuyo transcurso el método clínico se ha afinado o especificado, para terminar con un esbozo de las futuras perspectivas
1. LOS PRIMEROS TRABAJOS (1920-1930): ELABORACIÓN DEL MÉTODO.
Cuando Piaget emprende sus primeras investigaciones en psicología, el tema de éstas -a las que entonces sólo pensaba dedicar unos pocos años de trabajo- ya está bien definido: Estudios acerca de la lógica del niño. El libro sobre Le langage et la pensée chez l’enfant -aparecido en 1923 en Delachaux y Niestlé, será durante mucho tiempo el único (sobre todo allende el Atlántico) que se citará y se recordará, cuando es, ciertamente, uno de los menos representativos del método y la teoría piagetianos- es explícitamente presentado como el primer volumen de esos “Estudios”, que abarcarán, en rigor, toda la obra de nuestro autor, aunque se los haya dejado de numerar después del segundo (Le jugement et le raisonnement, 1924).
Desde luego, Piaget procuró captar la lógica del niño sólo a través del pensamiento verbal. Ya se sabe de qué modo debía luego superar esta aproximación y hasta criticar su carácter limitativo. Pero aquella visión provisional afianzaba en gran medida el recurso de los métodos de libre conversación.
Sin embargo (y esto, indudablemente, sólo en apariencia es paradójico), el método clínico propiamente dicho no se emplea todavía más que de una manera ocasional. Piaget y sus colaboradores utilizan sin reserva alguna la observación pura.
Durante un mes observan las charlas espontáneas de dos niños de seis años en el curso de las clases matutinas de la Maison des Petits, y de aquellas dos mil novecientas observaciones ponen aparte las respuestas dadas a preguntas formuladas por la maestra a los compañeros, a fin de calcular un coeficiente de egocentrismo y sus fluctuaciones (Langage et pensée, cap. I). Anotan y clasifican, de igual modo, todas las manifestaciones verbales de unos veinte niños de 4 a 7 años cuando se hallan en una aula a la que siempre tienen libre acceso (ibid. cap. III de la segunda edición, 1930). Para responder a las objeciones de D. y R. Katz contra la noción de egocentrismo, Piaget, sobre la base de una de sus colaboradoras, subraya en contra de los Katz los caracteres estadísticos (es decir, los cuadros numéricos y, a la vez, el procedimiento de sampling) del método empleado por su colaboradora (ibid. cap. II de la segunda edición). Otro tanto ocurre con respecto al estudio recaído sobre las 1,125 preguntas espontáneas formuladas por el niño Del, de entre 6 y 7 años, a una observadora en el curso de charlas diarias de dos horas.
Para el estudio del juicio y del razonamiento, el “material” lo constituyen, sobre todo, pruebas verbales tomadas de los tests de Burt, Binet-Simon, Claparéde o construidas de igual manera: test de los hermanos de izquierda y de derecha, definiciones, crítica de “frases absurdas”, seriaciones verbales, inclusiones o multiplicaciones lógicas (prueba de Burt: Edith, Lili y Suzanne; todos y algunos; asno, caballo y mulo, etc.).
En ocasión de estas pruebas, no obstante, ya se establecen los diálogos a la vez más libres y más indagadores, que conforman la índole del método clínico, y acerca de los cuales Claparède diría en 1923: “La novedad, en este caso, estriba en no limitarse a registrar la respuesta que da el niño a la pregunta que se la ha formulado, sino en dejar que converse […]. [El método de Piaget] procura advertir lo que se encuentra tras las primeras apariencias. Es una persecución y una auscultación mentales […]. No abandona la partida cuando el niño da una respuesta incomprensible o contradictoria: por el contrario: acosa siempre más de cerca el pensamiento fugitivo […] hasta que logra […] sacar a luz el enigma de sus estructura”.
Por lo demás, Claparède elogia a Piaget por haber duplicado la metodología de la conversación con las técnicas de la elaboración clasificatoria y estadística del naturalista. En efecto, ya por aquella época, Piaget describe estadios y tipos, fija con minuciosidad los criterios de éstos, calcula “coeficientes”, términos medios y hasta índices de dispersión y correlaciones.
La prueba de los hermanos y las hermanas y la de la relatividad de las nociones izquierda-derecha, en Le jugement et le raisonnement (cap. III), son lisa y llanamente presentadas como tests, con una consigna precisa y hasta con un contraste verificatorio de tipo jerárquico (pág. 84 de la segunda edición). Citemos nuevamente a Claparède con motivo de esta graciosa observación: “No se piense, sin embargo, que esta caza de hechos psicológicos, que sucede a la caza de caracoles […] revela en el señor Piaget cierta manía de “coleccionista” […] No observa por el gusto de observar […] Estos pasos no tienen para él otra razón que la de ver claro entre los materiales
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