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El Yo Y El Ello

GloriaBernal1 de Octubre de 2014

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El yo y el ello

Hasta ahora, en el curso de nuestras investigaciones, el único punto de apoyo que tuvimos fue el signo distintivo de la conciencia o la inconciencia; últimamente hemos visto cuan multívoco puede ser.

¿Qué quiere decir hacer consciente algo?

Ya sabemos desde dónde hemos devanado la respuesta. Tenemos dicho que la conciencia es la superficie del aparato anímico. Por lo pronto, son de todas las percepciones que nos vienen de afuera (percepciones sensoriales); y, de adentro, lo que llamamos sensaciones y sentimientos.

Ahora bien, ¿qué ocurre con los procesos de pensamiento? Ya en otro lugar adopté el supuesto de que la diferencia efectiva entre una representación (un pensamiento} icc y una prcc consiste en que la primera se consuma en algún material que permanece no conocido, mientras que en el caso de la segunda (la prcc) se añade la conexión con representaciones-palabra.

He ahí el primer intento de indicar, para los dos sistemas Prcc e Ice, signos distintivos diversos que la referencia a la conciencia. Por tanto, la pregunta «Cómo algo deviene consciente?» se formularía más adecuadamente así: « ¿Cómo algo deviene preconsciente? ». Y la respuesta sería: «Por conexión con las correspondientes representaciones-palabra».

Volvamos ahora a nuestra argumentación. Si tal es el camino por el cual algo es sí inconsciente, deviene preconsciente, la pregunta por el modo en que podemos hacer (pre)consciente algo reprimido {esforzado al desalojo} ha de responderse: restableciendo, mediaste el trabajo Analítico, aquellos eslabones intermedios prcc. Por consiguiente, la conciencia permanece en su lugar pero tampoco el ICC ha trepado, por así decir, hasta la Cc.

Mientras que el vínculo de la percepción externa con el yo es totalmente evidente, el de la percepción interna reclama una indagación especial.: ¿Estamos justificados en referir toda conciencia a un único sistema superficial, el P-Cc?

La percepción intenta proporciona sensaciones de procesos que vienen de los estratos más diversos, y profundos del aparato anímico: su mejor paradigma a los de la serie placer-displacer.

Las sensaciones de carácter placentero no tienen en sí nada esforzante, a diferencia de las sensaciones de displacer, que son esforzantes en alto grado: esfuerzan a la alteración, a la descarga, y por eso referimos el displacer a elevación, y el placer a disminución de la investidura energética.

Sí a lo que deviene consciente como placer y displacer lo llamamos un otro cualitativo-cualitativo en el decurso anímico, nos surge esta pregunta: ¿Un otro de esta índole puede devenir consciente en su sitio y lugar, o tiene que ser conducido hacia adelante, hasta el sist. P?

La experiencia clínica zanja la cuestión en favor de lo segundo. Muestra que ese otro se comporta como una moción reprimida. Puede desplegar fuerzas pulsionantes sin que el yo note la compulsión. Sólo una resistencia a la compulsión, un retardo de la reacción de descarga, hace consciente enseguida a eso otro. Así como las tensiones provocadas por la urgencia de la necesidad., también puede permanecer inconsciente el dolor, esa cosa intermedia entre una percepción extrema y una interna, que se comporta como una percepción interior aun cuando provenga del mundo exterior. Por lo tanto, seguimos teniendo justificación para afirmar que también sensaciones y sentimientos sólo devienen consientes sí alcanzan al sistema P: si es bloqueada su conducción hacia adelante, no afloran como sensaciones, a pesar de que permanece idéntico eso otro que les corresponde en el decurso de la excitación.

Así pues, de manera abreviada, no del todo correcta, hablamos de sensaciones inconscientes: mantenemos de ese modo la analogía, no del todo justificada, con « representaciones inconscientes». La diferencia es, en efecto, que para traer a la Cc la representación Icc es preciso procurarse eslabones de conexión, lo cual no tiene lugar para las sensaciones, que se trasmiten directamente hacia adelante. Con otras palabras: La diferencia entre CC y Prcc carece de sentido para las sensaciones; aquí falta lo Prcc. las sensaciones son o bien conscientes o bien inconscientes. Y aun cuando se liguen a representaciones-palabra, no deben a estas su devenir-conscientes sino que devienen teles de manera directa

El papel de las representaciones-palabra se vuelve ahora enteramente claro. Por su mediación, los procesos internos de pensamiento son convertidos en percepciones.

Tras esta aclaración de los vínculos entre percepción externa e interna, por un lado, y el sistema-superficie P-Cc, podemos pasar a edificar nuestra representación del yo. Lo vemos partir del sistema P, como de su núcleo, y abrazar primero al Prcc, que se apuntala en los restos mnémicos. Empero, como lo tenemos averiguado, el yo es, además, inconsciente.

Llamaré yo a la esencia que parte del sistema P y que es primero prcc, y ello, en cambio, según el uso de Grodeleck, a lo otro psíquico en que se continúa y se comporta como icc.

Un individuo es ahora para nosotros un ello psíquico, no conocido e inconsciente, sobre el cual, como una superficie, se asienta el yo, desarrollado desde el sistema P como si fuera su núcleo. Si tratamos de obtener una figuración gráfica, agregaremos que el yo no envuelve al ello por completo, sino sólo en la extensión en que el sistema P forma su superficie [la superficie del yo] El yo no está separado tajantemente del ello: confluye hacia abajo con el ello.

Pero también lo reprimido confluye con el ello, no es más que una parte del ello. Lo reprimido sólo es segregado tajantemente del yo por las resistencias de represión, pero puede comunicar con el yo a través del ello.

Es fácil inteligir que el yo es la parte del ello alterada por la influencia directa del mundo exterior, con mediación de P-Cc: Además, se empeña en hacer valer sobre el ello el influjo del mundo exterior, así como sus propósitos propios; se afana por remplazar el principio de placer, que rige en el ello, por el principio de realidad. Para el yo la percepción cumple el papel que en el ello corresponde a la pulsión.

Además del influjo del sistema P, otro factor parece ejercer una acción eficaz sobre la génesis del yo y su separación del ello. El cuerpo propio y sobre todo su superficie es un sitio del que pueden partir simultáneamente percepciones internas y externas. El yo es sobre todo una esencia-cuerpo: es la proyección de una superficie.

Entonces tenemos que para la génesis del yo y su separación de ello influyen dos procesos:

• Influjos del exterior, del sistema Percepción (en el relevo del principio de placer por el de realidad separándose así del ello)

• Superficie del cuerpo propio de la cual es proyección.

Último punto antes del fin del capítulo.

Nexo del yo con la cc: valoración ética, hay acceso más fácil a la cc cuanto más alto se muestren las funciones anímicas en la escala de valoración ética Ahora bien, la experiencia psicoanalítica nos desengaña en este punto. Por una parte, tenemos pruebas de que hasta un trabajo intelectual sutil y difícil, como el que suele erigir una empeñosa reflexión, puede realizarse también preconscientemente, sin alcanzar la conciencia.

Más sorprendente, empero, es otra experiencia. Aprendemos en nuestros análisis que hay personas en quienes la autocrítica y la conciencia moral, vale decir, operaciones anímicas situadas en lo más alto de aquella escala de valoración, son inconscientes y, como tales, exteriorizan los efectos más importantes; por lo tanto, el permanecer-icc de las resistencias en el análisis no es, en modo alguno, la única situación de esta clase.

Ahora bien, la experiencia nueva que nos fuerza, a hablar de un sentimiento inconsciente de culpa, y nos plantea nuevos enigmas, más aún, a medida que vamos coligiendo que un sentimiento inconsciente de culpa de esa clase desempeña un papel económico decisivo en gran número de neurosis y levanta los más poderosos obstáculos en el camino de la curación. (Esto introduce el trabajo del próximo cap.).

El yo y el superyó (Ideal del yo) -

Si el yo fuera sólo la parte del ello modificada por el influjo del sistema percepción, el subrogado del mundo exterior real en lo anímico, estaríamos frente a un estado de cosas simple. Pero se agrega algo más.

En otros textos se expusieron los motivos que nos movieron a suponer la existencia de un grado en el interior del yo, una diferenciación dentro de él, que ha de llamarse ideal-yo o superyó. Que esta pieza del yo mantiene un vínculo menos firme con la conciencia, (esta es la parte inconsciente del YO; no siempre coincide el yo con la conciencia).

(Continua un desarrollo de complejo de Edipo e identificación)

Al comienzo de todo, en la fase primitiva oral del individuo, es por completo imposible distinguir entre investidura de objeto e identificación “(en Psi de las masas dice: la estructura libidinosa de una masa se reconduce a la diferenciación entre yo e ideal del yo y al doble tipo de ligazón posibilitado; identificación e introducción del objeto en reemplazo del ideal del yo)”. Más tarde, lo único que puede suponerse es que las investiduras de objeto parten del ello, que siente las aspiraciones eróticas como necesidades. El yo, todavía endeble al principio, recibe noticia de las investiduras de objeto, les presta su aquiescencia o busca defenderse de ellas mediante el proceso de la represión.

Ahora bien si un objeto sexual es resignado, no es raro que a cambio sobrevenga la alteración del yo que es preciso describir como erección del objeto en el yo. Quizás el

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