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El duelo es la reacción normal después de la muerte de un ser querido


Enviado por   •  30 de Agosto de 2012  •  Informes  •  349 Palabras (2 Páginas)  •  595 Visitas

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¿Qué es el duelo?

El duelo es la reacción normal después de la muerte de un ser querido.

Supone un proceso más o menos largo y doloroso de daptación a la nueva situación.

Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración que comporta.

La intensidad y duración del duelo depende de muchos factores: tipo de muerte (esperada o repentina, apacible o violenta..), de la intensidad de la unión con el fallecido, de las características de la relación con la persona perdida (dependencia, conflictos, ambivalencia...), de la edad...

La duración del duelo por la muerte de una persona muy querida puede durar entre 1 y 3 años.

Duelo resuelto. Podemos decir que hemos completado un duelo cuando somos capaces de recordar al fallecido sin sentir dolor, cuando hemos aprendido a vivir sin él o ella, cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en la vida y en los vivos.

No existe un tiempo fijo para vivir el duelo. Cada cual necesitará su tiempo. Y sólo nosotros podemos marcar

el tiempo que necesita nuestro ser para poder considerarse recuperado. Todo ello a pesar, de que muchas veces

nuestros familiares y amigos, nos apremian, quisieran vernos en la normalidad ¡ya!, tal vez porque así ellos

tampoco sufrirán tanto... Pero sólo cada uno de nosotros sabe lo que necesita.

Integrar el duelo es todo un proceso que tiene como intención reconocer el dolor que nos produce la pérdida.

Aceptar que nos duele, aceptar las ausencias, aceptar que ha muerto, manifestar el dolor e iniciar el camino de regreso a la realidad y a nuestro propio orden de las cosas. Reacomodar todos aquellos asuntos que quedaron dispersos, resolver pendientes, retomar arraigo, llenando nuevamente los espacios. Recordando lo vivido con esa persona, recordarlo dentro de nuestra existencia tal como fue mientras vivía, aceptando que ha muerto. Nos queda el tenerlo presente, en nuestro corazón, no lo que fue, sino lo que nos hizo ser, hijo, hermana, padre, esposo, amiga…

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