Estudios Sobre La Histeria. (Breuer Y Freud) (1893-95)
elizc13 de Julio de 2014
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Estudios sobre la histeria. (Breuer y Freud) (1893-95)
«Über den psychischen Mechanismus hysterischer Phánomene: Vorläufige Mitteilung»
«Studien über Hysterie»
Introducción de James Strachey
Prólogo a la primera edición
En 1893, en una «Comunicación preliminar», publicamos nuestras experiencias sobre
un nuevo método de exploración y tratamiento de fenómenos histéricos, agregando allí,
con la máxima concisión, las opiniones teóricas a que habíamos arribado. Esa
«Comunicación preliminar» se reimprime en este volumen, como la tesis que es preciso
ilustrar y demostrar.
Hoy la hacemos seguir por una serie de observaciones clínicas, en cuya selección, por
desdicha, no pudimos guiarnos solamente por miramientos científicos. Nuestras
experiencias provinieron de la práctica particular en una clase de la sociedad que es
culta y lectora, y su contenido muchas veces toca la vida y las peripecias más íntimas de
nuestros enfermos. Sería un grave abuso de confianza publicar esas comunicaciones, a
riesgo de que los enfermos fueran reconocidos y por su círculo de relaciones se
difundieran unos hechos que sólo al médico confiaron. Por eso hemos debido renunciar
a las observaciones más instructivas y probatorias. Esto vale principalmente, desde
luego, para aquellos casos en que las relaciones sexuales y conyugales poseen
significación etnológica. A ello obedece que sólo de manera harto incompleta hayamos
podido probar nuestra tesis: la sexualidad desempeña un papel principal en la
patogénesís de la histeria como fuente de traumas psíquicos y como motivo de la
«defensa», de la represión {desalojo} de representaciones fuera de la conciencia. Es que
debimos excluir de la publicación las observaciones más marcadamente sexuales.
A los historiales clínicos sigue una serie de elucidaciones teóricas, y en un capítulo final
sobre terapéutica se expone la técnica del «método catártico» tal como ella se ha ido
desarrollando en manos del neurólogo.
Si en muchos puntos se sustentan opiniones diversas, y aun contradictorias entre sí, no
se lo considere como una vacilación de la concepción misma. Ello se debe a las
naturales y legítimas diferencias de opinión de dos observadores que están de acuerdo
sobre los hechos y las visiones básicas, pero cuyas interpretaciones y conjeturas no
siempre coinciden.
J. Breuer, S. Freud
Abril de 1895
Prólogo a la segunda edición
El interés que en creciente medida despierta el psicoanálisis parece volcarse ahora
también a los Estudios sobre la histeria. El editor desea volver a publicarlos. Aparecen
aquí sin modificación alguna, por más que las visiones y métodos expuestos en la
primera edición hayan experimentado desde entonces un desarrollo en amplitud y
profundidad. Por lo que me atañe, desde aquella época no he vuelto a ocuparme
activamente del asunto, no he tenido participación alguna en su significativo desarrollo
y no sabría agregar nada nuevo a lo que expuse en 1895. Por eso no me cabía sino
solicitar que los dos ensayos de mi mano, contenidos en el libro, se reimprimieran sin
cambios.
Breuer
También por lo que se refiere a mi participación en este libro, la reedición sin cambios
del texto original era lo único posible. El desarrollo y las alteraciones que mis puntos de
vista experimentaron en el curso de trece años de trabajo son demasiado vastos como
para que se pudiera hacerlos valer en mi exposición de entonces sin alterar por completo
su carácter. Por lo demás, no tengo motivo alguno que me mueva a eliminar este
testimonio de mis opiniones iniciales. Tampoco hoy las considero erradas, sino unas
valiosas primeras aproximaciones a unas intelecciones que sólo tras largo y denodado
empeño se pudieron obtener más completas. Un lector atento podrá hallar ya en el
presente libro los gérmenes de todos los posteriores agregados a la doctrina de la
catarsis: por ejemplo, el papel de los factores psicosexuales y del infantilismo, la
significación de los sueños y del simbolismo de lo inconciente. Por añadidura, a quien
se interese por el desarrollo de la catarsis hacia el psicoanálisis no podría aconsejarle
nada mejor sino que empiece con los Estudios sobre la histeria y así transite por el
camino que yo mismo he dejado atrás.
Freud
Viena, julio de 1908
Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos: comunicación preliminar.
(Breuer y Freud) (1893)
(ver nota)
Movidos por una observación casual, desde hace una serie de años investigamos, en las
más diversas formas y síntomas de la histeria, su ocasionamiento: el proceso en virtud
del cual el fenómeno en cuestión se produjo la primera vez, hecho este que suele
remontarse muy atrás en el tiempo. En la gran mayoría de los casos no se consigue
aclarar ese punto inicial mediante el simple examen clínico, por exhaustivo que sea; ello
se debe en parte a que suele tratarse de vivencias que al enfermo le resulta desagradable
comentar, pero, principalmente, a que en realidad no las recuerda, y hartas veces ni
vislumbra el nexo causal entre el proceso ocasionador v el fenómeno patológico. Casi
siempre es preciso hipnotizar a los enfermos y, en ese estado, despertarles los recuerdos
de aquel tiempo en que el síntoma afloró la primera vez; así se consigue evidenciar el
mencionado nexo de la manera más nítida y convincente.
Este método de indagación nos deparó en gran número de casos unos resultados que
parecen valiosos tanto en el aspecto teórico como en el práctico.
En el aspecto teórico, porque nos han probado que el factor accidental comanda la
patología de la histeria en una medida que rebasa en mucho la notoria y admitida, En el
caso de la histeria «traumática» es evidente que fue el accidente el que provocó el
síndrome; y si en unos ataques histéricos se infiere, de las exteriorizaciones de los
enfermos, que en cada ataque ellos alucinan siempre el mismo proceso que provocó al
primero, también en este caso es patente el nexo causal. Más oscuro es el estado de
cosas respecto de otros fenómenos.
Ahora bien, nuestras experiencias nos han mostrado que los síntomas más diferentes,
tenidos por operaciones espontáneas, por así decir idiopáticas, de la histeria mantienen
con el trauma ocasionador un nexo tan estricto como aquellos otros fenómenos más
trasparentes en este sentido. Hemos podido reconducir a unos tales traumas
ocasionadores tanto neuralgias como anestesias de la más diversa índole, y que a
menudo databan de años atrás; también, contracturas y parálisis, ataques histéricos y
convulsiones epileptoides que según todos los observadores eran epilepsias genuinas,
petit mal y afecciones del tipo de los tics, vómitos permanentes y anorexia hasta llegar
al rehusamiento de toda comida, las más diferentes perturbaciones de la visión,
alucinaciones visuales recurrentes, etc. La desproporción entre los años que dura el
síntoma histérico y su ocasionamiento único es la misma que estamos habituados a ver
de una manera regular en la neurosis traumática; con harta frecuencia son sucesos de la
infancia los que han producido para todos los años subsiguientes un fenómeno
patológico más o menos grave.
El nexo suele ser tan claro que es bien visible cómo el suceso ocasionador produjo
justamente este fenómeno y no otro. Este último, entonces, está determinado
{determinieren} de manera totalmente nítida por su ocasionamiento. Así, para tomar el
ejemplo más trivial: un afecto dolorido, generado en el curso de una comida, pero
sofocado, produce luego náuseas y vómitos, y estos últimos duran meses como vómitos
histéricos. Una muchacha que en martirizadora angustia vela ante el lecho de un
enfermo, cae en un estado crepuscular y tiene una alucinación horrorosa en el momento
en que se le adormece el brazo derecho, pendiente del respaldo de la silla: desde ahí se
le desarrolla una paresia de ese brazo con contractura y anestesia. Quiere rezar y no
encuentra las palabras; por fin consigue pronunciar una oración infantil en inglés.
Cuando más tarde se le desarrolla una histeria grave, en extremo compleja, habla,
escribe y comprende sólo inglés, mientras que su lengua materna le resulta ininteligible
durante un año y medio. Un niño gravemente enfermo se duerme al fin; la madre tiende
toda su fuerza de voluntad para mantenerse silenciosa y no despertarlo; y justamente a
causa de este designio produce un chasquido con la lengua ( ¡voluntad contraria
histérica! ). Ese chasquido se le repite luego en otra oportunidad en la que de igual
modo quiere mantenerse completamente en silencio, y desde ahí se le desarrolla un tic:
durante muchos años, a raíz de cada emoción se le produce un chasquido de lengua. Un
hombre de elevada inteligencia asiste a la operación a que es sometido su hermano: en
estado de narcosis le estiran la articulación anquilosada de la cadera. En
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