FACTORES POTENCIALMENTE GENERADORES DE DESVIACIONES EN EL DESARROLLO PSÍQUICO
patelito7 de Agosto de 2013
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Consideramos oportuno, en primer lugar, precisar que al tratar de estudiar qué factores pudieran desencadenar o provocar alteraciones en el desarrollo, es necesario partir del desarrollo normal, cuáles son los elementos que lo condicionan y en qué forma debemos interpretar la interrelación entre los mismos.
El reconocimiento de la correlación entre lo biológico y lo social, lo externo y lo interno y lo individual y lo social es el problema metodológico fundamental en el análisis del desarrollo de la personalidad y es lo que distingue a la Psicología, Dialéctica de otros estudios sobre este tema. (Este aspecto se analiza también en el capítulo correspondiente a los trastornos de la conducta).
Al referirnos a lo biológico no sólo debemos pensar en aquellas premisas orgánicas sino también en el desarrollo funcional. La maduración interna que se produce en el sistema nervioso del niño y en particular en su cerebro, si bien es imprescindible para el desarrollo psíquico, resulta insuficiente, ella no crea cualidades y procesos psíquicos, sólo proporciona una base anátomo-funcional para que en determinadas condiciones de vida y educación, se asimile la experiencia social. La elevada capacidad de aprendizaje, así como la extraordinaria plasticidad del sistema nervioso son las más importantes particularidades de la actividad y del cerebro humano que se actualizan, precisamente, en el transcurso de la propia actividad, bajo la influencia de la educación y la enseñanza.
En la situación social de desarrollo, el niño refleja los estímulos del medio, pero este complejo proceso de interiorización requiere del adulto bajo cuya dirección, él logra asimilar la experiencia social e ir conformando su propia experiencia individual. La comunicación efectiva, del adulto con el niño, la orientación en el transcurso de las acciones, las demostraciones, los señalamientos, las exigencias, las aprobaciones, el estímulo, son formas de interrelaciones entre éstos, que no pueden faltar, sin olvidar la necesaria diferenciación entre las tareas o niveles de complejidad en las mismas en que el niño requiere de la acción compartida con el adulto y aquellas en que le es posible encontrar la solución de una manera más independiente.
Todos los momentos de reestructuración tanto anátomo-funcional como psicológica resultan más o menos críticos, en el sentido en que el niño experimenta un desarrollo como expresión de la solución de las contradicciones que actúan como fuerzas motrices del mismo y ante los cambios que se producen en su situación social del desarrollo en los diferentes períodos. Tales circunstancias permiten comprender que estos momentos resultan de mayor vulnerabilidad a las influencias patógenas desde el punto de vista psicológico y por lo tanto, el manejo educativo tiene una especial importancia.
Cuando en las relaciones con los adultos y en particular con padres y maestros el niño no encuentra el equilibrio justo, de tal forma que el tipo de actividad y de relaciones que se establezcan con él por parte de los primeros no frenen su desarrollo, pueden surgir dificultades en el desarrollo de su personalidad, de cuyo manejo depende la solución más rápida y favorable o la fijación de cualidades negativas e incluso hasta patológicas o la aparición de nuevas necesidades y posibilidades.
Empleamos el término factores potencialmente generadores de desviaciones para referirnos a un conjunto de situaciones o condiciones y características que resultan desfavorables para el desarrollo de la personalidad, pero que no debemos interpretar de una manera mecánica, pues la influencia más o menos nociva de los mismos en el desarrollo psíquico depende de varios aspectos:
a) Momento en que se produce: En este sentido nos referimos tanto a la edad del niño, como a las circunstancias específicas en que éste es sometido a la influencia de uno o varios factores nocivos, de riesgo, o generadores de desviaciones.
Por ejemplo, la separación de la madre o de quien lo cría tiene peores repercusiones cuando se produce en edades más tempranas. Lo mismo ocurre con la falta de estimulación en general.
La presencia de los factores que estamos analizando en las etapas más tempranas de la vida tiene generalmente consecuencias más graves por el hecho de que inciden en un sujeto cuya personalidad está en desarrollo y pueden afectar en mayor o menor medida la formación de procesos y cualidades psíquicas en el mismo.
La crisis de los tres años, el inicio de la vida escolar y la etapa adolescente son, entre los períodos evolutivos, los que, por el tipo de exigencias que plantean y por los cambios cuantitativos y cualitativos que los caracterizan, resultan probablemente los momentos más difíciles para el enfrentamiento de situaciones traumáticas.
Así por ejemplo, el divorcio de los padres, la prolongada permanencia de conflictos familiares, el abandono por parte de los padres, la pérdida de ellos o de otro familiar cercano, el rechazo por parte de la familia o del maestro o educadora, o de sus compañeros o vecinos son entre otras tantas, situaciones que pueden desencadenar en los sujetos sometidos a ellas vivencias emocionales muy desagradables, insatisfacciones, valoraciones inadecuadas de sí mismo y de los demás, que los sitúan en una posición desventajosa para enfrentar las exigencias que las tareas de la vida les plantean y pueden tornarse poco tolerantes ante la frustración, irascibles, desequilibrados o inadaptados en general.
b) Características del sistema nervioso: La mayor o menor suceptibilidad de un sujeto, en cualquiera de las etapas de su desarrollo, ante el enfrentamiento de factores generadores de trastornos, depende en gran medida de la fortaleza o debilidad de su sistema nervioso.
En ausencia de lesiones en el sistema nervioso, el insuficiente desarrollo funcional del mismo por la presencia de procesos patológicos prolongados en el organismo del niño, entre otras causas, es una condición desfavorable para la asimilación de la experiencia por parte de él y puede convertirse en un factor potencialmente generador de dificultades en el aprendizaje y en el proceso de desarrollo de su personalidad.
Así por ejemplo, un niño con un sistema nervioso débil es más vulnerable a desequilibrarse ante situaciones familiares inadecuadas o experiencias emocionales desagradables que uno cuyo sistema nervioso sea fuerte y tal desequilibrio puede manifestarse tanto en su lenguaje, evidenciando trastornos de pronunciación por una inadecuada dinámica en los procesos de excitación e inhibición, o afectaciones en la fluencia verbal, o dificultades en el aprendizaje en general e incluso en la conducta por un insuficiente desarrollo de los mecanismos de autorregulación.
c) Características de personalidad: Las particularidades de la personalidad en desarrollo del niño pueden contribuir a que enfrente mejor o peor determinadas dificultades. Así por ejemplo a un niño muy dependiente, tímido o introvertido le resulta más difícil que otros contrarrestar los efectos negativos de una madre excesivamente dominante o de una maestra muy rígida, a la vez que tales circunstancias pueden con frecuencia funcionar como causas de las características de personalidad señaladas.
Claro está, este análisis no se puede hacer de una manera mecánica, pues las influencias externas no son asimiladas por todos los sujetos de una misma manera: la real repercusión de estos factores hay que interpretarla en cada sujeto atendiendo a la relación de lo externo y lo interno, lo social y lo individual y la particular dinámica que se da en él con las premisas biológicas de su desarrollo.
De esta forma, podemos encontrar dos sujetos sometidos a las mismas influencias y no necesariamente repercuten negativamente en ambos, incluso la repercusión aun siendo dañina no tiene por qué tener la misma magnitud, ni cualidad, en diferentes personas.
Por otra parte, es posible encontrar, tras una desviación, un conjunto de condiciones adversas y además, generalmente al menos una de ellas ha tenido una presencia no de forma ocasional, sino con determinado grado de frecuencia o intensidad o se da el caso en que determinados factores que han incidido en una etapa del desarrollo se reiteran en otra, reforzando así su influencia negativa.
Con estas reflexiones queremos insistir en el carácter peculiar del desarrollo psíquico tanto en la norma como en la desviación y que en la comprensión de esta última se hace necesario, por tanto, el estudio detallado y casuístico, que nos conduzca no sólo a su identificación, sino a la determinación de sus causas y el mecanismo de su desarrollo.
Entre los autores que tratan las desviaciones en el desarrollo psíquico podemos citar al Dr. José Pérez Villar[1](1) quien realizó un análisis de las diferentes etapas del desarrollo, presentando algunas alteraciones emocionales posibles de encontrar en los diferentes períodos evolutivos.
En su análisis el autor se refiere a algunas causas relacionadas con las condiciones en que transcurre la vida y la educación de los niños. Por ejemplo, considera que los trastornos emocionales del lactante se encuentran en: las relaciones inadecuadas entre la madre y el bebé, ya sea por rechazo de ésta, por una sobreprotección ansiosa, o por una actitud inconsistente en relación con el niño, y las relaciones insuficientes entre ellos por una ausencia de la atención materna parcial o totalmente.
El propio autor destaca que las alteraciones del lactante pueden prolongarse a otras etapas o modificarse. Por ejemplo la hiperactividad motora puede transformarse en etapas
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