FENOMENOLOGÍA DEL PENSAMIENTO
Robertt Canté MéndezResumen9 de Agosto de 2015
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ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE YUCATÁN[pic 1][pic 2]
“PROFESOR: ANTONIO BETANCOURT PÉREZ”
DIVISIÓN DE GRADOS ACADÉMICOS
MAESTRÍA EN ESPAÑOL
Sexto Semestre
PSICOLINGÜÍSTICA
RESUMEN:
LA FENOMENOLOGÍA DEL PENSAMIENTO
Nombre:
José Roberto de A. Canté Méndez
Junio de 2015
La Fenomenología Del Pensamiento
Fenomenología y Psicología.
La relación entre esas dos formas de conciencia permanecerá oscura mientras no se pueda abordar la actividad de la conciencia de tal modo que se pueda considerar aquella diversidad de formas como dos aspectos de un mismo y único proceso a través del cual las ideas que aparecen al principio oscuras y sólo esbozadas, pasan a ser después claras y concretas. Esta explicación - la doctrina de la naturaleza intencional de la actividad consciente - fue propuesta por Edmund Husserl (1900, 1901) y ha sido elaborada por otros fenomenólogos, principalmente por Merleau-Ponty (1962).
Los fenomenólogos, rechazan el “psicologismo”, reducción tal del conocimiento a los procesos meramente psicológicos (el pensar), que no permite admitir ninguna distinción entre conocimiento auténtico y pura ilusión - y los behavioristas, que consideran que los análisis de la conciencia suponen una inaceptable vuelta al mentalismo.
Si reconsideramos la distinción verdaderamente crucial entre el pensamiento reflexivo, que conduce al conocimiento objetivo, y la conciencia pre reflexiva, que conduce al conocimiento tácito; Así, observa, no existe ninguna razón para que una torre parezca más pequeña y alejada al sujeto que la percibe, cuando éste puede ver bien los detalles del espacio que los separa, ya que los objetos que están en él no desempeñan, evidentemente, el papel de causa con respecto a la distancia en cuestión. Este concepto de motivación es necesario para poder describir acertadamente el modo cómo un fenómeno se relaciona con otro, “no mediante algo objetivo, como ese nexo de causa1idad eficiente que une los hechos naturales entre sí, sino mediante su sentido propio: hay una razón inmanente para una determinada cosa, que guía la corriente de los fenómenos sin estar a la vista explícitamente en ninguno de ellos, una especie de razón operativa”. El empirismo tradicional yerra, pues, cuando acepta incuestionablemente los resultados de la actitud objetiva y distingue totalmente entre sensaciones y pensamiento: las sensaciones puras sólo existirían si el mundo fuese un espectáculo y el propio cuerpo un mecanismo hecho para reflejarlo. De igual modo, si las cosas tienen un sentido anterior a la operación de la inteligencia reflexiva que las relaciona explícitamente, no cabrá en absoluto distinguir el pensamiento de la experiencia sensitiva y tendremos que volver a examinar la relación entre sus modos pre reflexivo y reflexivo.
Una de las consecuencias más importantes de este razonamiento es la de que toda psicología que acepte sin restricciones el naturalismo de las ciencias físicas no podrá menos de falsear la significación de los fenómenos, pero esa unidad no es como la de las cosas: es la unidad de la “corriente” de la conciencia, dentro de la cual los fenómenos emergen en el presente y luego inmediatamente se sumergen en un “ya sido”.
Por ello, una psicología que objetivice los fenómenos y considere sus interrelaciones según el módulo de las ciencias físicas no puede evitar el dar una interpretación equivocada de la naturaleza esencial de los procesos psicológicos. A la afirmación de que los psicólogos deben imitar los procedimientos usados por las ciencias naturales a fin de establecer sus conocimientos sobre una base científicamente firme, Husserl replica que cada ciencia ha de tener en cuenta la naturaleza de la realidad que investiga y rehuir los prejuicios y las concepciones anteriores.
En este sentido, los análisis fenomenológicos no llevan a rechazar la posibilidad de una psicología científica, pero sí afianzan la idea de que en los análisis de los fenómenos que ésta debe realizar, ha de evitarse totalmente la influencia del naturalismo tradicional. Husserl, 1954) que nada se consigue rechazando una fundamentación psicológica de las normas y que ha de elaborarse una psicología que pueda llevar a cabo dicha tarea.
Intencionalidad
Husserl distinguía entre actos-dadores de sentido y actos que llenan o cumplen un sentido. Una expresión se distingue de cualquier señal que se refiere a algo por una asociación, en cuanto adquiere una significación como resultado de un acto dador de sentido una intención hacia algo. Así, como Mohanty (1969) dice, las expresiones “el actual rey de Francia”, “la otra cara de la luna” y “el muro blanco que tengo delante” son iguales en cuanto todas ellas están animadas por una intención significativa, mientras que “abcaderaf” carece de esta propiedad, darse cuenta de si un signo encarna una intención y, por ello mismo, expresa algo o si solamente es una señal carente de .intencionalidad, es una cosa que no puede hacerse más que subjetivamente. “el actual rey de Francia”, por ejemplo, es una expresión en principio capaz de ser llenada realmente, pero, usada por alguien hoy día, la intención significativa de tal expresión no puede ser llenada. La distinción entre pensamiento y .conocimiento radica en que éste comporta el “cumplimiento” o la “impleción” de, una intención y, al mismo tiempo, la conciencia de la identidad entre tal intención y su cumplimiento.
Para comprender exactamente el sentido de la afirmación de que la conciencia es intencional, conviene entender la importante distinción que existe entre el tipo de referencialidad que aparece en un deseo (p. ej., de comida: hambre) y la que aparece en lo que Husserl llamaba la “intencionalidad operativa”. Aquélla es como una expectación, mientras que ésta es como la búsqueda de cumplimiento o impleción por parte de una intención significativa. Varios análisis realizados por Merleau-Ponty (1962) en su Fenomenología de la percepción son exploraciones de esta intencionalidad operativa.
La fenomenología vuelve al mundo de la experiencia real, que es anterior al mundo objetivo, para revelar la existencia de una “intencionalidad motriz” (p. Si a un enfermo - un tal Schneider - se le pedía que trazara un cuadrado o un círculo en el aire, «buscaba» primero su brazo, después lo levantaba hasta la altura de la frente y finalmente realizaba unos cuantos movimientos bruscos en línea recta o describiendo varias curvas; Merleau-Ponty comenta esta experiencia diciendo que este enfermo no “entiende” ni “llena” la figura de la manera normal, sino que mueve su cuerpo hasta conseguir aproximarse al movimiento correcto. Enseñarle a dibujar un círculo no es, pues, algo carente de sentido para este enfermo toda vez que demuestra Ser consciente de lo inadecuado de sus primeros intentos y ser capaz de hacer un uso correcto de sus gestos fortuitos. La deficiencia de este enfermo consiste en que esta instrucción sólo tiene en él una significación intelectual y no motora.
Existen otros enfermos que son incapaces de trazar en los objetos las direcciones que les son útiles para poder desenvolver su actividad o, en general, para asignar al campo espacial delimitaciones a escala humana que lo configuren, adaptándolo a su posibilidad de acción, otros dan muestras de una gran inhabilidad para señalar en el brazo de otra persona el mismo punto que en su propio brazo ha recibido un cierto estímulo; otros son incapaces de comparar el número de unidades contenidas en dos colecciones de bastones situadas ante ellos (cuentan el mismo bastón dos veces o incluyen en una colección un bastón que pertenece a la otra). Estos sujetos, son, pues, incapaces de mantener fijo un punto de vista, así como de organizar el mundo dado de acuerdo con los proyectos trazados en el momento presente; El mundo existe, pues, para ellos, corno “ya hecho”, mientras que para las personas normales el mundo queda polarizado en función de sus proyectos, los cuales originan los signos que guían tanto su pensamiento como su conducta.
En un pasaje de la citada obra de Merleau-Ponty, sorprendentemente parecido al análisis del conocimiento que ha realizado Polany (p. Si es verdad que la conciencia es, ante todo, «poder», es nuestro cuerpo, en tanto que medio para la intencionalidad motora, lo que está en la raíz de los mundos que construimos.
Langan (1966) insiste en que la clave para poder entender el papel del cuerpo en la teoría de Merleau-Ponty radica en comprender la recíproca relación existente entre intencionalidad motriz y medio entorno. La percepción del sujeto no es de facto un efecto de la estimulación del medio, sino que representa o refleja la manera cómo el organismo recibe tal estimulación. Los procesos activos en la percepción y en el pensamiento re actúan u obtienen un nuevo sentido, ya latente en los hechos del medio ambiente, debido a que el cuerpo los anima originalmente a su modo. Pero esta animación depende de la textura y del campo del mundo en el que se sitúa. En consecuencia, lejos de considerar lo «mental» como lo interior y, por ello mismo, de alguna manera distinto del comportamiento, está teoría une el estudio de la conciencia con el estudio del sujeto en su comportamiento.
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