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Historia.


Enviado por   •  13 de Agosto de 2014  •  Tesis  •  1.779 Palabras (8 Páginas)  •  181 Visitas

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APRENDIZAJE ESPERADO:

1.- Entienden que el concepto de democracia ha variado en el tiempo, conociendo las transformaciones históricas en la realización de la democracia.

2.- Distinguen la existencia de distintas tradiciones de filosofía política involucradas en la definición de la democracia.

3.- Reconocen el proceso de democratización de la sociedad experimentado en los siglos XIX y XX.

Evolución histórica de la Democracia.

El término democracia tiene su origen en el antiguo griego y se forma a partir de los vocablos demos (“pueblo”) y kratós (“poder”, “gobierno”). El concepto comenzó a utilizarse en el siglo V A.C. en Atenas.

En términos generales, se entiende por democracia el régimen político en el que la soberanía reside en el pueblo y es ejercida por éste de modo directo o indirecto. Lo cierto es que las democracias actuales son bastante diferentes al sistema de gobierno ateniense del que heredan su nombre. En este sentido, el significado del término ha evolucionado mucho, sobre todo desde finales del siglo XVIII, con la sucesiva incorporación al sistema democrático por parte de muchas naciones y el reconocimiento del sufragio universal y del voto femenino en el siglo XX.

La democracia ateniense: La democracia experimentada por Platón y Aristóteles en la antigua Atenas era radicalmente distinta de las democracias actuales. En primer lugar, sólo los ciudadanos de sexo masculino tenían garantizados sus derechos políticos, es decir, los hombres libres de ascendencia ateniense, lo que excluía a los esclavos, a los metecos o extranjeros, incluso a los individuos cuyos dos progenitores no eran atenienses y, por supuesto, a las mujeres. En segundo lugar, los miembros del consejo eran designados por sorteo, pues se pensaba que las elecciones discriminaban antidemocráticamente a los menos populares. Finalmente, todos los hombres que eran ciudadanos tenían derecho a participar en el debate público y en la toma de decisiones de la Asamblea, cuya soberanía era absoluta. Las polis o ciudades tenían pequeñas dimensiones y una escasa población, por lo que resultaba factible el ejercicio de una democracia directa.

En la República romana, el poder legislativo correspondía al Senado y el poder ejecutivo a las magistraturas, cuestores, pretores y cónsules, entre otros. En un principio, estos cargos eran elegidos por los patricios, por los ciudadanos con derechos. Posteriormente, la plebe también pudo participar en las elecciones. Múltiples cargos públicos se renovaban por elección directa tras verdaderas campañas electorales. Sin embargo, con el tiempo, el sistema fue degenerando

La Edad Media es el período, por excelencia, de la monarquía de derecho divino y, consiguientemente, de la caída de los ideales democráticos. Si bien durante esta etapa histórica se utilizó el término “democracias urbanas”, sobre todo en Italia y Flandes, referido a las ciudades comerciales, lo cierto es que bajo ellas realmente se amparaba un régimen aristocrático.

El resurgimiento de la democracia moderna: Entre los siglos XVI y XVIII la evolución del pensamiento político fue paulatinamente sumando argumentos en favor de la idea de democracia. La revolución del pensamiento renacentista y la Reforma luterana, así como el progresivo ascenso social de la burguesía, se sitúan en el origen de esta evolución.

Desde mediados del siglo XVII y sobre todo durante el siglo XVIII, se sucedieron nuevas formulaciones filosóficas, directamente incidentes en el sistema político. Pensadores como Hobbes, Locke y Rousseau, así como las instituciones inglesas, influyeron en el continente europeo a través de escritores que, al igual que Montesquieu, encontraban en dichas instituciones la realización perfecta de la libertad ciudadana, que quedaría definitivamente incorporada a la democracia occidental con la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”.

Siglos XIX y XX: De la democracia liberal a la democracia popular: El siglo XIX se caracterizó por la paulatina extensión de la democracia, tanto geográfica como socialmente. La participación ciudadana se fue incrementando paulatinamente, pero tuvo que ir superando varias limitaciones y obstáculos, para así avanzar desde los sistemas censitarios al sufragio universal y, finalmente, alcanzar el derecho al voto las mujeres. La necesidad de ofrecer una adecuada respuesta política a ciertas demandas y necesidades sociales, propició que la originaria democracia liberal, de inspiración burguesa, evolucionase hacia una democracia social que abrió paso a la conocida como democracia popular.

En la actualidad, la mayoría de la población de los países democráticos asume que el desarrollo histórico de la democracia culmina con la democracia representativa, en la que el pueblo o ciudadanía cede su soberanía a los representantes escogidos mediante elecciones libres. De hecho, este sistema es el más ampliamente implantado entre los países democráticos. Frente a la democracia directa, las necesidades de la democracia representativa implican la incorporación, entre otros, de los siguientes mecanismos: representación, verticalidad, principio de la mayoría, división entre titularidad y ejercicio del poder, y constitucionalismo. En relación con este último mecanismo, el constitucionalismo, es la práctica por la que los Estados se procuran sus respectivas constituciones escritas. Las constituciones limitan justificadamente el poder democrático: los individuos tienen derechos, y ni siquiera un voto democrático puede justificar la violación de los mismos. Por tanto, una constitución no es tanto una limitación de la democracia, como una parte intrínseca de su funcionamiento. La aparición de las primeras constituciones, a partir de la Revolución Francesa y la Independencia estadounidense, tienen una singular trascendencia, ya que se instituye el principio de separación de poderes, se organizan los mismos y se reconocen y garantizan los derechos humanos. Surge, de este modo, el Estado de derecho. El Estado de derecho es el Estado característico de las sociedades democráticas. En un Estado de derecho no se interviene directamente en el modo de vida de la sociedad civil y se respetan las libertades y derechos de sus ciudadanos.

En síntesis, la democracia es una forma de gobierno que deriva del consentimiento libremente otorgado por el pueblo. Éste puede ejercer el poder directamente o a través de sus representantes, que son elegidos en procesos electorales. La democracia es el modelo de convivencia ético y político más idóneo para los ciudadanos, por ser el más representativo y el más respetuoso con los derechos de la sociedad civil. No obstante, es un modelo que continuamente necesita perfeccionarse en consonancia con los nuevos tiempos y sus necesidades. En este sentido, la democracia hoy en día se encuentra ante nuevos retos como son la trascendental influencia de los medios de comunicación (no sólo sobre la sociedad en su conjunto, sino también como instrumento político de los partidos); el llamado “fin de las ideologías”, que evidenciaría una diferenciación mínima de las diferentes propuestas políticas; la crisis del Estado nacional y, consecuentemente, del concepto de “soberanía nacional”, que se debate entre la creciente regionalización por un lado y la transnacionalización por otro; o el contexto de globalización en el que nos hallamos y en el que, junto con la “aldea global”, cobran cada vez más pujanza conceptos como el de “ciudadanía global”.

Evolución de la Democracia en Chile.

La maduración de las instituciones democráticas tuvo que lidiar durante todo el siglo XIX con la abierta intervención electoral del poder ejecutivo, y con una sociedad altamente jerarquizada que concentraba el poder político en una pequeña elite de terratenientes y comerciantes. Durante el siglo XX, el sistema político se fue abriendo paulatinamente a la participación de nuevos sectores sociales, en un proceso que fue interrumpido con el golpe de Estado de 1973, y que sólo se retomó en 1989, con el retorno a la democracia.

Las primeras elecciones que se realizaron en el país fueron en diciembre de 1810, en las que se eligió el Primer Congreso Nacional. Sin embargo, la guerra de Independencia y las luchas entre distintas facciones internas que la sucedieron, impidieron una consolidación de las instituciones políticas y el desarrollo de un sistema de elecciones regulares. Tras la victoria conservadora de 1829, se impuso un sistema político de corte autoritario y fuertemente presidencialista, que se expresó en la Constitución de 1833. Aunque desde 1835 en adelante se sucedieron regularmente elecciones presidenciales y parlamentarias, éstas estaban marcadas por la intervención del poder ejecutivo. Las elecciones, en las que casi siempre ganaba el oficialismo, eran en la práctica verdaderos rituales políticos, en los que lo más importante no era obtener el apoyo de los electores, sino el del gobierno de turno, con el fin de aparecer en la lista oficial de candidatos.

El afianzamiento de un sistema de partidos políticos y la creciente oposición liberal a las prerrogativas presidenciales, llevó a la aprobación de una serie de reformas entre 1871 y 1891 que despojaron gradualmente al poder ejecutivo de su capacidad para intervenir en el proceso electoral. A la prohibición de la reelección presidencial en 1871, siguieron

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