Hogar y familia
orioncitoInforme17 de Septiembre de 2013
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Hogar y familia
A la palabra hogar le estamos dando menos importancia de la que se merece.
Si miramos en buscadores como Google, Yahoo o MSN, la mayoría de las entradas que aparecen hacen referencia a temas de decoración, electrodomésticos, diverso elementos de menaje y seguros para incidencias en la casas.
En el momento de escribir estas líneas, en el diccionario de la Lengua Española aparecen diversas acepciones de la palabra hogar, de las que seleccionamos las tres primeras:
1 – Sitio donde se hace la lumbre en las cocinas, chimeneas, hornos de fundición, etc.
2 – Casa o domicilio.
3 – Familia, grupo de personas emparentadas que viven juntas.
Y si miramos en Wikipedia dice que se usa la palabra hogar para:
El lugar donde se hace la lumbre en las cocinas, chimeneas, etc., véase hogar (fuego). La palabra hogar se usa para designar el lugar donde una persona vive, donde siente seguridad y calma. En esto último (la sensación de seguridad y calma) se diferencia del concepto de casa, que sencillamente se refiere al lugar habitado, al lugar físico. La palabra hogar proviene del lugar en el que se reunía, en el pasado, la familia a encender el fuego para calentarse y alimentarse.
De ellas, destacamos algunas: grupo de personas emparentadas que viven juntas; sitio donde se hace lumbre en las cocinas y chimeneas, donde se reúne la familia para hacer el fuego para calentarse y alimentarse; y lugar donde una persona vive y siente seguridad y calma.
Estas acepciones hacen referencia a un concepto de familia y hogar que nos sabe a tradicional y con cierta sensación de añoranza. Pero a la vez surge el deseo para que nuestras familias sean ese sitio donde se reúnen nuestros seres queridos, se sientan amados, seguros y encuentren la calma necesaria, en una sociedad donde no abunda nada de esto.
En contra de esta forma de entender el hogar pero en beneficio del bienestar, han ido apareciendo los sistemas de calefacción actuales que disipan el punto neurálgico de reunión, ya que cada habitación tiene ese calor que se buscaba en el centro del hogar.
Los horarios actuales de cada miembro de la familia, las distancias y el tiempo que empleamos en ellos, la disponibilidad de frigoríficos, comidas rápidas, etc. también difuminan la necesidad de juntarse al rededor de ese sitio común donde se alimentaba la familia.
A eso se suma las distintas formas de entretenimiento a través de los medios de comunicación, y las nuevas tecnologías, que si no estamos atentos estarán instalados en cada habitación de nuestras casas.
Con ello conseguiremos, pequeños hoteles, con suites dotadas de numerosos medios que hacen que los residentes estén mucho más cómodos. Pero no se podrán considerar hogares, porque han perdido el punto de reunión, donde se encontraban las personas que allí vivían.
Algo paradójico a este respecto, es el desarrollo que últimamente están tenido las casas rurales, que no se explica solamente en un precio más económico. También influye la busca de un espacio idéntico al hogar tradicional, porque añoramos ese sitio de encuentro con las personas que nos rodean diariamente, con las personas que en el fondo amamos.
Al unir hogar y personas que amamos, surge la contradicción de una sociedad donde la palabra amor a perdido la parte más importante que subyace en la palabra hogar, y es la entrega a los seres amados.
No se podrán construir hogares, donde los miembros que viven en esa casa común, no estén dispuestos a entregar parte de si mismos a los demás. Y esto se contradice a la tendencia actual de vivir en cómodas suites individuales.
El comienzo para hacer de nuestras casas verdaderos hogares, tiene que nacer necesariamente del padre y la madre, o de la madre y el padre, porque no hay prevalencia entre ambos. Buscando esos momentos de encuentro
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