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“Inteligencia Emocional”


Enviado por   •  3 de Febrero de 2020  •  Ensayos  •  6.642 Palabras (27 Páginas)  •  204 Visitas

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INSTITUTO TECNOLÓGICO SUPERIOR

                ZACATECAS SUR[pic 1]

     

         Ingeniería en Administración III

    Materia: Comunicación Organizacional

       MA. Isabel Alejandra Correa Gordillo

           Alumno: Pedro Pérez García

                             Ensayo:

               “Inteligencia Emocional”  

                                                            Tlaltenango Sánchez Román, Zac., 20 de octubre de 2019

Introducción

Es importante mencionar que Daniel Goleman explica que el éxito de una persona no necesariamente depende de su coeficiente intelectual, más bien es de la inteligencia emocional de la que se desarrolla la capacidad reconocer y controlar nuestros propios sentimientos y los sentimientos de los demás, en una determinada situación en la que se busca manejar bien las emociones para tener como resultado relaciones más productivas con quienes nos rodean. Es por ello que, es bien sabido que solo ciertas personas con elevada inteligencia emocional pueden tener más éxito durante su vida en comparación con aquellas personas que han desarrollado un alto coeficiente intelectual.

El Libro De Inteligencia Emocional del autor Daniel Goleman, explica acerca de la inteligencia emocional en el ámbito laboral, así mismo demuestra que quienes alcanzan los altos niveles dentro de las organizaciones poseen un gran control de sus emociones, de igual manera que estén motivadas y que sean generadoras de entusiasmo y empatía; por tanto la Inteligencia Emocional demuestra que al saber trabajar en equipo, tener iniciativa y logra influir en los estados ánimo de sus compañeros es de suma importancia ya que es una forma de adaptarse a las condiciones de las empresas modernas.

Comprende habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía.

                           

  EL CEREBRO EMOCIONAL

¿PARA QUÉ SIRVEN LAS EMOCIONES?

 En una decisión desesperada o en una situación límite, constituyen puntos de referencia ineludibles y nuestra especie debe gran parte de su existencia a la decisiva influencia de las emociones en los asuntos humanos.

Las emociones nos permiten afrontar situaciones demasiado difíciles, el riesgo, las pérdidas irreparables, la persistencia en el logro de un objetivo a pesar de las frustraciones, la relación de pareja, la creación de una familia, etc.

Cada emoción nos induce de un modo diferente a la acción; cada una de ellas nos señala una dirección que, en el pasado, permitió resolver numerosos desafíos a que se ha visto sometida la existencia humana. En este sentido, nuestro equipaje emocional tiene un extraordinario valor de supervivencia y esta importancia se ve confirmada por el hecho de que las emociones han terminado integrándose en el sistema nervioso en forma de tendencias innatas y automáticas de nuestro corazón. Nuestras decisiones y nuestras acciones dependen más de nuestros sentimientos como de nuestros pensamientos.  

El miedo que nos lleva a proteger del peligro a nuestra familia ante una situación hostil forma uno de los legados emocionales con que nos ha dotado la evolución.

Según afirman los biólogos evolucionistas, este tipo de reacciones automáticas ha terminado inscribiéndose en nuestro sistema nervioso porque han servido para garantizar nuestra supervivencia durante un periodo largo y decisivo de la prehistoria humana y, más importante todavía, porque cumplió con la principal tarea de la evolución, perpetuar las mismas predisposiciones genéticas en la generación.

 Nuestras reacciones ante cualquier encuentro interpersonal no son el fruto exclusivo de una reflexión exclusivamente racional o de nuestra historia personal, sino que también parecen arraigarse en nuestro remoto pasado ancestral.

Todas las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución.  Como, por ejemplo, el amor, los sentimientos de ternura y la satisfacción sexual.

Las presiones a las que se vieron sometidos nuestros antepasados en el período evolutivo durante el cual fueron moldeándose estas respuestas, fue un tiempo en el que en el que la supervivencia o la muerte por inanición dependían entre sequías e inundaciones, con la invención de la agricultura, no obstante, las probabilidades de supervivencia aumentaron. Estas respuestas emocionales son un eficaz instrumento de supervivencia, pero, en la medida que han ido desapareciendo, nuestro repertorio emocional ha ido quedando arcaico.

Todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente, y estas dos formas fundamentales de conocimiento interactúan para construir nuestra vida mental.

Una de ellas es la mente racional, la modalidad de comprensión de la que solemos ser conscientes, más despierta, más pensativa, más capaz de ponderar y de reflexionar.

 El otro tipo de conocimiento, más impulsivo y más poderoso, aunque a veces ilógico, es la mente emocional, cuanto más intenso es el sentimiento, más dominante llega a ser la mente emocional, y más ineficaz.

En muchísimas ocasiones, pues, estas dos mentes están exquisitamente coordinadas porque los sentimientos son esenciales para el pensamiento y lo mismo ocurre a la inversa. Pero, cuando aparecen las pasiones, el equilibrio se rompe y la mente emocional desborda y secuestra a la mente racional.

La raíz más primitiva de nuestra vida emocional radicaba en el sentido del olfato, que se ocupa de registrar y analizar los olores. fue un órgano sensorial clave para la supervivencia. Con la aparición de los primeros mamíferos emergieron también nuevos estratos fundamentales en el cerebro emocional, se le denominó sistema «límbico». Agregó las emociones como el deseo o la rabia.

La evolución del sistema límbico puso a tiempo dos poderosas herramientas: aprendizaje y la memoria, dos avances realmente revolucionarios que permitieron ir más allá de las reacciones automáticas predeterminadas y afinar las respuestas para adaptarlas a las cambiantes exigencias del medio, favoreciendo así una toma de decisiones mucho más inteligente para la supervivencia.

Por ejemplo, si un determinado alimento conducía a la enfermedad, la próxima vez sería posible evitarlo. Experimentó una transformación radical que supuso otro extraordinario paso adelante en el desarrollo del intelecto.

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