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Interacción De Los Enfoques Genética, Inteligencia Y Sentimientos Con El Comportamiento Humano


Enviado por   •  23 de Abril de 2015  •  2.920 Palabras (12 Páginas)  •  287 Visitas

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El comportamiento humano es un amplio concepto que depende de múltiples factores, los cuales interactuando unos con otros le otorgan esa esencia de convencionalidad en función de las relaciones con el medio ambiente natural que rodea al ser humano. En efecto, toda acción que realice el ser humano, representa un comportamiento, éste es una expresión de la práctica que en particular cada individuo realice de los hechos o fenómenos que constituyen el ámbito de lo social.

Al estudiar los cambios y transformaciones que sufren las sociedades a través del tiempo, un elemento fundamental es la cultura, que no es otra cosa que la naturaleza social convencional del medio ambiente transformado por el hombre. La cultura así entendida reviste una importancia tal, que los acuerdos, las prácticas y en general el marco de referencia en el que se adquiere y se desarrolla ese comportamiento están dimensionados por la cultura como característica socio-convencional en lo que tiene que ver con la actividad humana, sobre lo que físicamente o simbólicamente está constituido en el entorno y que se encuentre sujeto a transformación por parte del hombre.

Sin embargo el comportamiento humano, como condición social-convencional tiene muchos elementos integrantes que lo caracterizan. El propósito de este escrito es el de dilucidar en unos breves renglones, la condición social-convencional del comportamiento humano, como signo característico de la cultura, mediante la explicación de su conformación a partir de la interacción de los aspectos relacionados con la genética, la inteligencia y los sentimientos, condiciones que le son propias, que lo fundamentan, lo dimensionan y lo explican desde la base de las acciones humanas en un entorno específico.

Al abordar el tema de la base genética del comportamiento humano, es decir desde una perspectiva eminentemente biológica, algunos aspectos de la naturaleza humana relacionados con la cultura de un grupo en un entorno específico, se debe recurrir a conceptos tan esenciales como la heredabilidad, o la genética de poblaciones, elementos que introducen el interés por el estudio de como los genes a través de definidos procesos producen ciertos rasgos o características.

Sobre lo anterior, Oliva (1997) señala que las investigaciones en el campo biológico han dado un gran giro al pasar de unas indagaciones en las que el interés primordial era la obtención de un índice de heredabilidad, como cuantificador que permitía medir la influencia genética sobre diversos rasgos conductuales, al interés por el estudio de los procesos por los cuales los genes producen atributos específicos.

Ya han quedado muy atrás las investigaciones desde lo biológico, en las que importaba por ejemplo encontrar respuestas a las preguntas del porque o como el gusto por interpretar cierto tipo de instrumento musical, o la habilidad innata para practicar un deporte o ejercer una profesión con éxito, aspectos que desde esta disertación están estrechamente relacionados al papel que un individuo desempeña en una cultura.

Al referirse a los procesos a través de los cuales los genes producen atributos específicos, un aspecto que resalta Oliva (1997), es el que tiene que ver con la interacción entre genética y medio ambiente. En efecto el comportamiento de un grupo o colectividad en un entorno, en términos biológicos, el cual representa la correspondencia entre genotipo y ambiente, han servido de base para explicar el papel activo que el sujeto desempeña en las interacciones con el medio, rol que hoy día es reconocido por la mayoría de los modelos explicativos del desarrollo.

Ya dentro del campo de la sexualidad, y refiriéndose a la diferenciación de géneros Ochando (2002), señala que empleando los avances en genética, se puedan adquirir ciertos comportamientos o incrementar la probabilidad de que dado un determinado estímulo se responda de una específica manera, (maximizando o minimizando esos comportamientos). De esta forma, hombres y mujeres, pertenecientes a una cultura pueden aprender cualquiera de esos comportamientos, siendo el proceso de socialización el factor que puede redirigir el desarrollo de esa actuación en un entorno o espacio y para una cultura dada, y tenga a bien, por una parte minimizar o incluso anular las diferencias, si es que existen, entre ambos sexos, o bien a maximizarlas.

Es incuestionable además, que existen genes que regulan ciertos comportamientos, la cólera, la frustración o adicciones como el alcoholismo, requieren para su manifestación de genes que en su condición homocigótica o recesiva producen estos comportamientos. El organismo en desarrollo se encuentra en todo momento bajo la influencia constante de la interacción entre los genes y el ambiente.

Al referirse a las diversas manifestaciones culturales, se habla de comportamientos en un ambiente determinado, los cuales dependen de la expresión externa (fenotipo) de un genotipo en particular, Ochando (2002), lo señala así, “es como la lista o gráfico de correspondencia entre los diferentes ambientes posibles y los fenotipos que resultarían de cada uno de ellos”. Es decir individuos de diferentes culturas, responden de forma diversa a los estímulos que les ofrece el medio ambiente, por tanto sus comportamientos dependen de la carga genética que posea cada sujeto en interacción con su entorno natural.

En definitiva, Ochando (2002) indica que la relación entre gen, ambiente y organismo (fenotipo), no es de uno a uno, sino de muchos a muchos. Dados los genes y el ambiente no se sabe cual es el organismo que se originará, y dado el organismo no se puede adivinar los genes o el ambiente que lo originaron. Que el fenotipo se modifica constantemente, desde la concepción hasta la muerte, es una completa realidad.

El segundo enfoque, es el papel que tiene la inteligencia sobre la constitución del comportamiento humano. La inteligencia es la tendencia a realizar actos efectivos en forma variada y apropiada a cada situación. Es decir, la inteligencia orienta al individuo a autorrealizarse en virtud de las acciones que el sujeto emprenda en su medio ambiente y que en definitiva se traducen en competencias básicas que le permitan desempeñarse con sobriedad y sentido común en el entorno. Para que se lleve a cabo esta autorrealización de forma efectiva y dinámica Ribes (1990) establece tres conceptos sobre la estructura funcional del comportamiento inteligente: habilidad, competencia y aptitud.

En las sociedades humanas, estos tres criterios están profundamente relacionados con el contacto directo que tiene el hombre con los objetos y eventos de su entorno. En cuanto al primer aspecto, las habilidades se refieren a respuestas

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