Interpretación Y Lacan
mibanez7 de Agosto de 2013
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Hemos visto que Lacan plantea que, antes de toda intervención, el analista aporta al análisis la dimensión del diálogo “(…)el psicoanálisis es una experiencia dialéctica, y esta noción debe prevalecer cuando se plantea la cuestión de la naturaleza de la transferencia” (Lacan, 1952, p.210).
En la transferencia, según Lacan, hay un analizante que le atribuye al analista un saber concerniente a sí mismo, como si el analista supiera algo de él que él mismo no sabe. Así, el analista pasa a ser el sujeto supuesto saber.
Para el analista, en cambio, el sujeto supuesto saber es el inconsciente del analizante. Es en la articulación de los significantes que aparecen en su discurso, donde se evidencian los sentidos que el analizante produce y a partir de los cuales goza. Es esta articulación de significantes lo que el analista interpreta, pero dice Lacan que “el mantenimiento de esta dialéctica se opone a toda orientación objetivante del análisis” (Lacan, 1953, p290).
¿Cómo puede interpretar el analista sin fomentar que el analizante continúe con un discurso de sentidos (que más bien son resistencias)? ¿Cómo hace el analista para no seguir alimentando a la ficción de un yo que opera con objetividad? ¿Cómo hacer para ir armando la cadena de significantes que pueda llevar al sujeto a su verdad, a la interpretación de su inconsciente?
Para responder a las preguntas anteriores, tenemos que, sobre las coordenadas de que hay un lenguaje que nos hace objetos, el acto del analista deberá estar orientado a una operación de reducción de significantes. Antes que todo, Lacan platea que el analista dirige a la cura, pero no al paciente, en este sentido “es importante dejar espacio para que el analizante se encuentre ahí con su propio discurso.” (Serra, 2011). Así, el analista se mantiene en silencio, para que sea el analizante el que pueda ir acercándose a ese saber. Además, donde el analizante pasaba por alto, el analista subraya, puntúa, hace la escansión y el corte. Estas acciones son con el fin de marcar un límite al goce de un discurso que no va a ninguna parte, para resaltar algo verdadero o novedoso para el enunciante, algo que no se había dado cuenta que decía en su decir.
Dice Lacan (en Serra, 2011) que la interpretación en ningún caso debe alimentar al sentido, y debe operar únicamente por el equívoco, por algo en el significante que resuene. El analista provoca el equívoco y de esta manera hace vacilar el sentido que el sujeto le daba a su enunciado.
Creo que hasta acá se entiende de manera bastante clara hacia dónde se dirige la interpretación del analista desde Lacan. Pero no puedo dejar de ver en ella una paradoja: si Lacan dice explícitamente que no se debiera alimentar al sentido, aún así no entiendo cómo podemos encontrar la articulación de los significantes sin considerar el sentido. Lacan expresa que a través del significado accedemos al significante. Hasta ahí le damos un uso al significado, pero no me queda claro si para articular la cadena de significantes debiéramos profundizar en todos los significados. Desde mi punto de vista, me parece totalmente relevante y necesario.
Me explico mejor con un ejemplo: un significante relevante a lo largo de mi análisis, ha sido el de “femeneidad.” Femeneidad tiene un significado, para mí, bastante más menospreciado que para otras mujeres que conozco. Entonces distingo que este significante tiene “algo” que yo no sé. A lo largo de mi análisis, este significante se ha ido articulando con una serie de otros significantes, a saber: madre, hermana, tontera, etc. Pero para reconocer aquí una verdad, o mejor dicho, una represión inicial, creo que es totalmente necesario pasar por el significado de cada uno de estos significantes.
Entonces, ¿los significados siguen teniendo una importancia crucial en el análisis? Tal
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