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Introdución A La Psicología

janet5528 de Julio de 2013

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Breve Introducción a la Psicología

¿De qué se trata?

He aquí una historia sobre Nasrudin, quien durante siglos fue personaje central de las leyendas orientales:

Un vecino fue a pedir prestada a Nasrudin una cuerda para tender la ropa.

“Lo siento”, dijo, “pero estoy secando harina en ella”.

“¿Pero, cómo puedes secar harina en una cuerda?”

“Es menos difícil de lo que te imaginas cuando no la quieres prestar”.

Este ejemplo muestra algo sobre una de las actividades de la mente humana: la capacidad de razonar. Si no queremos aceptar o hacer algo, siempre encontraremos “buenas” razones para negarnos e incluso para convencernos a nosotros mismos de que no lo podemos hacer.

En esta historia tenemos un modelo exacto de dicho proceso, aun cuando nadie en esa época lo llamara “racionalización”.

La psicología y la vida

Todos somos en cierto modo psicólogos. En nuestra vida diaria hacemos lo que un psicólogo hace en un laboratorio. Observamos a nuestros compañeros humanos y escuchamos lo que dicen, Observamos cómo reaccionan ante lo que hacemos. Juntamos toda la información de nuestras observaciones y establecemos teorías (las personas de baja estatura son agresivas; las mujeres, nerviosas para manejar; los estudiantes de pelo largo fuman marihuana, etc.). Luego probamos estas teorías observando si nuestras predicciones son acertadas o buscamos alguna evidencia para apoyarlas. A menudo nos equivocamos, aun cuando no lo admitamos fácilmente. Nuestro sentido común puede ser suficiente en varias situaciones y tareas, pero también nos puede llevar a falsas conclusiones y hacer inútil nuestro trabajo. Muchas de nuestras ideas sobre la naturaleza humana, la personalidad o las influencias culturales pueden no ser más que simples prejuicios o estar basadas en suposiciones derivadas de nuestra propia naturaleza, personalidad y educación.

Posiblemente seamos malos observadores de los fenómenos, personas que no discriminan la información, o también carecer de una adecuada capacidad para asimilar las ideas complejas, y todo ello nos puede llevar a un mal empleo de la psicología, es decir, a “psicologisar”.

Resulta fácil tratar de explicar o entender el comportamiento, secundar argumentos falsos o demasiado simplificados para apoyar nuestras proposiciones. Decimos, tomando un ejemplo sencillo, que: “La violencia característica en las familias numerosas y pobres, se debe a las condiciones de hacinamiento en que viven”. ¿Por qué? Porque todos sabemos que si muchas ratas son puestas en una jaula pequeña, al final se atacarán unas a otras, llegando incluso a matar a las más débiles.

La idea es interesante, la inferencia, tentadora, pero los supuestos son incorrectos. Es cierto que algunas personas pueden reaccionar violentamente y que otras pueden sentir pánico o inquietud en condiciones de hacinamiento, pero la mayoría no lo hará. Aun para las que sí lo experimenten, podría haber muchas razones que explicasen su comportamiento evidentemente típico”. Las ratas no son iguales a los humanos y éstos no son iguales entre sí. Las ratas almacenan sus alimentos, algunos gitanos también. ¿Son avaros todos los gitanos? ¿Matarían a sus hermanos en una caravana con demasiadas personas? No. Sin embargo, este proceso de simplificar el mundo en que vivimos, estableciendo analogías entre cosas sin relación alguna, puede dominar todas nuestras respuestas, incluyendo nuestro estilo de vida.

Cuanto más compleja o desconcertante es una situación, tanto mayor es nuestro deseo de simplificarla. Los psicólogos se estremecen ante esta tendencia. Alegan que mientras más complejas sean las situaciones a las cuales nos enfrentamos, tanto mejor, si es que estamos interesados en la verdad sobre nosotros y en nuestra forma de comportarnos. Cuanto más maduros seamos, menos tendremos que simplificar o psicologisar y mejor será nuestra adaptación a la vida real, lo cual no es sencillo. A esto se debe que los psicólogos intentan seguir los métodos científicos.

Descifrando los misterios

Hace unos cien años, la idea de adoptar un criterio científico para el estudio de las personas fue

una emocionante novedad. En aquella época parecía un gran progreso el descubrir qué tan grande

tenía que ser la diferencia entre dos pesos para que una persona -cualquier persona- fuera capaz

de discriminar esa diferencia. Luego se descubrió que más o menos sucedía lo mismo cuando se

juzgaban diferencias en cuanto a la intensidad del volumen, color o longitud de las líneas. Este fue

un descubrimiento importante: implicaba que el ser humano se comporta en formas regularmente

repetibles y predecibles, para las cuales resulta apropiado un método experimental de

investigación.

Este desarrollo condujo directamente a los grandes progresos subsecuentes que tuvieron lugar por

el uso de métodos científicos para tratar de responder a la pregunta: “¿Cómo nos convertimos en

adultos competentes?”. Todos empezamos como niños indefensos: por lo menos una parte de la

nueva conducta, adquirida a lo largo del camino del desarrollo hacia la edad adulta, debe ser

aprendida: ¿cómo opera entonces el proceso del aprendizaje?

La primeras respuestas científicas fueron las del psicólogo ruso Pavlov y las del psicólogo

norteamericano Thorndike. Ellos demostraron que el aprendizaje se basa en la recompensa y el

castigo, pero sus descubrimientos fueron más sutiles de lo que sugiere este enunciado. No

cualquier recompensa, dada en cualquier momento, funciona: debe ser algo verdaderamente

deseado por el organismo a un nivel biológico y debe llegar rápido (aproximadamente medio

segundo) después de haber ocurrido la conducta que se debe aprender.

Ahora sabemos que el aprendizaje en realidad es un proceso mucho más complicado, pero esa

fue la semilla de donde surgió gran parte de la psicología. Un aspecto importante del trabajo de

Pavlov y Thorndike fue su experimentación con animales. Con otros innovadores, fueron capaces

de demostrar que el aprendizaje del comportamiento humano se puede relacionar confiadamente

con el mismo proceso de los animales inferiores. Esto no significa -como vimos en el ejemplo de

las ratas y los gitanos- que los humanos se comportan como los animales, sino que ambos

aprenden algunos de sus patrones de conducta de manera similar. En realidad, los humanos hemos

aprendido mucho acerca de nosotros mismos, al investigar metódicamente aspectos específicos

del comportamiento animal.

De este modo, a la psicología se le daba el nombre de “ciencia de la conducta”, o, en forma más

precisa, “ciencia del comportamiento de los organismos”. Pero una definición más antigua fue la de

“ciencia de la vida mental”. Muchos psicólogos modernos están regresando a esta definición que

hace de la “conciencia” un concepto central y propicia el estudio de los sueños, la fantasía, los

recuerdos, los procesos del pensamiento, las sensaciones, etc. -es decir, de todos los aspectos del

funcionamiento mental.

Los primeros psicólogos, en particular los primeros conductistas, negaban la importancia de

dichos fenómenos o los veían como tipos especiales de comportamiento. Argüían que, por

ejemplo, los pensamientos tienen muy poca relación con lo que la persona piensa, es o hace en

realidad. Un hombre puede considerarse a si mismo como un león, pero ser visto por sus amigos

como un ratoncito, como un apacible y gentil sujeto con ideas un poco ridículas. De acuerdo con

los conductistas, lo que hace es lo que en realidad importa a los demás y, a la larga, a él mismo.

Las acciones dicen más que las palabras.

La psicología como ciencia

Como ciencia moderna, la psicología ha entrado a una etapa excitante, en la cual un

descubrimiento sigue a Otro. Las técnicas de investigación se han venido desarrollando firmemente

a lo largo de este siglo y los resultados de muchos experimentos psicológicos posteriores poseen

una autoridad y una claridad de las que carecían los trabajos iniciales. Estos resultados, fundidos

en un cuerpo teórico, también se han vuelto más accesibles e inteligibles y, como tal, pueden ser

de mucha mayor utilidad para cada uno de nosotros.

¿Es la psicología, entonces, una respuesta a nuestros problemas? ¿Explicará satisfactoriamente

todo nuestro comportamiento? ¿Nos ofrecerá los medios para “curar” la conducta que calificamos

de “mala”? ¿Abrirá nuestra mente? No es tan sencillo como eso.

Una cuerda de muchos hilos

Existe un sorprendente número de teorías que llevan a la interpretación e investigación psicológica.

Originalmente algunas fueron formuladas como respuesta a las preguntas que parecían importantes

en el momento de su concepción o que parecían acordes con las ideas filosóficas prevalecientes.

Por ejemplo, es posible atribuir la paternidad de las ideas freudianas tanto al clima social e

intelectual de la Viena victoriana tardía, como a la originalidad del maestro. El trabajo del gran

psicólogo suizo, Jean Piaget, sobre la inteligencia,

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