Juego Y Desassollo Infantil
9 de Junio de 2013
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JUEGO Y DESARROLLO INFANTIL
…El sujeto se constituye desde la más temprana y decisiva relación con la madre (o su sustituta) y se enriquece en los futuros vínculos y relaciones…
La importancia de la función materna consiste en “contener” al recién nacido y esta experiencia le permitirá, entonces, desarrollar posteriormente la capacidad de contenerse, de tender a la integración de sí mismo. Al no estar organizado su ritmo de sueño y de vigilia, el niño se siente en un estado de desamparo y es presa de grandes ansiedades.
La madre debe adaptarse a la nueva situación, a la pérdida de un hijo intrauterino y al contacto de su hijo real, esta ansiedad y preocupación constante permite la agudización de las capacidades sensoriales y captar las necesidades del bebe. Esto se da mediante la conexión intima con su hijo.
Winnicott decía, que no existe bebe sin su madre y madre capaz de cumplir con todos los requerimientos del bebé en sus primeras etapas, si no hay un padre o 3° que haga la función de contener a esa madre.
El padre cumple un rol de apoyo a la madre. Es el que establece un contacto con la realidad exterior. También debe adaptarse a su nuevo rol y aprender los cuidados que necesita un bebé.
Winnicott se especializó en la relación madre-lactante y la evolución posterior del sujeto a partir de esta relación; como va a desarrollarse, relacionarse, integrarse, etc.
Un bebé no puede existir solo, es parte de un vínculo; necesita de los cuidados maternos o de un ambiente facilitador para ello. A esta función materna Winnicott la llama la “madre suficientemente buena”, aquella que espontáneamente, interpreta las necesidades del niño y lo gratifica; para luego ir fallando progresivamente.
La madre, en un principio, debe “ilusionar” al bebé, para luego “desilusionarlo” gradualmente. Por ejemplo, en su necesidad de comer, el bebe es acogido por la madre para alimentarlo, y así se configura una situación en la que el lactante tiene la ilusión de que el pecho fue creado por él y que es parte de él. Pero, a medida que la madre lo desilusiona, el bebé va percibiendo que no es uno con la madre, y aprende a entrar gradualmente en contacto con la realidad y con su subjetividad. Irá descubriendo, la inexistencia de esa unidad con la madre; y el efecto es que la madre deja de parecerle “perfecta”.
Con esto Winnicott quiere decir que no existen las madres perfectas, o que aunque lo hubieran no servirían a los procesos por los que debe atravesar el bebé, como frustrarse, por ejemplo. A medida que el niño crece existe una cuota de displacer, dolor o incomodidad cada vez mayor que el niño podrá soportar, el punto está en que en cada etapa, estas experiencias desagradables no sobrepasen el nivel de tolerancia ya adquirido y heredado, que puedan perjudicarlo en su desarrollo.
Al producirse esa ruptura de la diada madre-bebe, este logra ir independizándose, y así, logra paulatinamente su autonomía y su autosuficiencia. En esa falla, debe instalarse algo que la reemplace, algo en vez de ella; y es allí donde se instalarán los objetos provistos por la madre inicialmente, y luego los objetos descubiertos y creados por el bebé; los fenómenos, espacios y objetos transicionales, cuya función es ser puentes entre la madre ausente y su deseo de encontrarla.
Las experiencias durante los primeros y vulnerables años del desarrollo evolutivo de un individuo, influyen significativamente en el moldeado de la capacidad para formar relaciones íntimas y emocionalmente saludables. La empatía, el afecto, el deseo de compartir, la capacidad de amar y ser amado, etc., están asociadas a las capacidades medulares de apego formadas en la infancia y niñez temprana.
Refiriéndonos al “apego” como el vínculo específico y especial que se forma entre madre (o cuidador primario)-niño. Es una relación emocional perdurable con una persona específica, que produce seguridad, consuelo, y placer. (estado cosa deseada)
La pérdida o la amenaza de pérdida de esta persona, provoca una intensa ansiedad. Una relación sólida y saludable con la madre o cuidador primario, se asocia con una alta probabilidad de crear futuras relaciones saludables con otros, mientras que un pobre apego parece estar asociado con problemas emocionales y conductuales a lo largo de la vida.
Levantar al bebe en brazos, mecerlo, cantarle, alimentarlo, mirarlo detenidamente, besarlo y otras conductas nutrientes asociadas al cuidado de niños pequeños, son experiencias que forman el vinculo. (complejo atributo)
La relación más importante en la vida de un niño es el apego a su madre o cuidador primario, esta determina el “molde/andamiaje” para todas sus relaciones futuras.
Las emociones desempeñan un papel fundamental en el establecimiento de lazos afectivos entre el adulto y el niño. La expresión de estas emociones en edad temprana son “la sonrisa”, “la ansiedad ante el extraño” y “la negación”, considerados por SPITZ como organizadores del desarrollo afectivo del niño y como hitos de su evolución emocional.
La sonrisa, que es el primer organizador, aparece alrededor del primer mes de vida en estado de vigilia y que se vuelve cada vez más selectiva con respecto a los estímulos en contextos sociales. Según Spitz los niños no aprenden a sonreír, sino a identificar rasgos de la cara de su cuidador. El estímulo más determinante es el rostro humano.
La sonrisa es una expresión motora, es un esbozo de comunicación que sólo se comprende a través de las experiencias y las relaciones afectivas del niño con las personas que lo aman y lo cuidan. Hay diferencias entre las primeras sonrisas del niño y la relación social que posteriormente establece con su medio.
En las primeras semanas se trata de una sonrisa refleja, que se da en momentos de satisfacción del bebé: parece que el niño sonríe pero simplemente es como una mueca producto de una sensación de satisfacción, esta sonrisa se da tanto si el bebé está en reposo o vigilia. (Etapa preobjetual: el bebe no ha adquirido conciencia de un “otro” externo a si mismo)
Luego está la sonrisa social: cuando el niño ha adquirido un avance en su capacidad cognitiva, y reconoce el rostro humano, y ve en él algo que ya le es familiar y le sonríe; este tipo de sonrisa, ya puede considerarse social en tanto que, es una respuesta voluntaria ante el reconocimiento de un rostro humano. Cuando ha logrado organizar esa configuración perceptiva de dos ojos, una nariz y una boca, es una forma definida que ha empezado a reconocer. Esta sonrisa es una señal manifiesta de que el niño ha adquirido el esquema mental del rostro humano, por ello es que responde a cualquier rostro que se le presenta y sonríen a todos los rostros; y si a esto se agregan muecas y ruidos seguramente el bebé reirá y disfrutará más. (Etapa del precursor de objeto, la respuesta dirigida al rostro del adulto como primera manifestación del reconocimiento del mundo exterior).
Posteriormente hay una respuesta de sonrisa social discriminada, que se da ante personas con las que ha establecido una relación afectiva (madre), y comunicándose con ellas muestra que las ama. Es una sonrisa como si fuera un diálogo. Es una respuesta a un estímulo externo diferenciado y que indica que el niño ya tiene integrado un esquema mental permanente de ciertos rostros humanos.
Angustia del octavo mes
En el segundo trimestre de vida, de golpe aparece un nuevo tipo de llanto: el llanto vinculado con el miedo. El bebé de ocho meses ya distingue entre su propio cuerpo, su persona, y el mundo que lo rodea. A esta etapa de llanto descontrolado e inexplicable en muchos casos, se la conoce como la angustia del octavo mes. Por su nivel de desarrollo emocional, el bebé tiene una memoria mucho más viva que le permite diferenciar entre las personas conocidas y las desconocidas.
Hasta este momento, el bebé se concentraba exclusivamente en la satisfacción de sus necesidades, sin importarle demasiado por ejemplo quién le cambiaba el pañal sucio siempre y cuándo, alguien se lo cambiara.
Ahora, la preferencia por su mama es básica y no tolera su alejamiento. Es por eso que reacciona ante los extraños: con llanto.
Alrededor de los 7, 8, 9 meses aparece en el bebé, la conservación del objeto desaparecido de su vista, comienza a evocar, aparecen las representaciones internas de los objetos (al ver el chupete, la mamadera, la cara de mamá, algún juguete significativo, etc.). También las sensaciones de placer y displacer en relación con las experiencias vividas en su entorno. Esto tiene que ver con la satisfacción de lo deseado. Es la madre que irá separando al bebé y el bebé irá elaborando esta separación, la capacidad de espera necesaria, la tolerancia de la frustración, al deseo no satisfecho en lo inmediato. (Etapa de constitución del objeto, el proceso de separación e individualización que le permitirá reconocerse como ser distinto de la madre)
Aparece aquí, el fenómeno transicional; el objeto transicional, simboliza la unión entre el niño y su madre. El objeto transicional puede ser un juguete, un trapito, una frazadita, un almohadón, el aferrarse a él permite tolerar la separación.
Esto se relaciona con la capacidad de espera, con el reconocimiento de los objetos y su desaparición, con las imágenes internas que empieza a elaborar en su pensamiento; sufre esto como algo traumático, pero es necesario para crecer e independizarse.
En cuanto a cómo los niños se socializan y cómo esto afecta a su sentido de identidad personal, Erikson desarrollo
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