LA TERAPIA SISTÉMICA, UN PASO DE LIBERTAD PARA REESCRIBIR VIDAS
adrianarojas8220 de Marzo de 2013
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La terapia clínica por tiempos ha sido concebida como el espacio para tratar enfermedades del ser, de un ser visto como “problema”; en el reflexionar de esta dinámica ha sido significativo reconocer los nuevos retos que trae la terapia sistémica, en la cual el ser no es visto como ser aislado, sino “perteneciente a un sistema que le influye y él influye en el mismo” (Minuchin, S). Desde esta interpretación el sujeto clínico se ve como emergente en un contexto, en unas experiencias construidas desde las relaciones y los relatos qua día a día escriben su vida. Por lo anterior, la terapia es una oportunidad que permite reescribir diferentes vidas, no solo de quien acude a la terapia, sino de interventor quien también nace cada vez que se hace parte de un proceso terapéutico.
Hablar de terapia como una oportunidad de reescribir diferentes vidas, es entender que la relación que allí surge parte de una horizontalidad donde el terapeuta se sumerge en una historia familiar para desde allí construir nuevas narraciones y maneras de ver, esta relación se concibe como un nuevo sistema que co-crean una nueva historia. Bien hace Mony Elkaim cuan dice “hablar de sistema terapéutico no es meramente insistir en las interrelación entre el observador y el sistema observado, sino también interrogarse sobre el proceso por el cual emerge el observador en el sistema que él describe”, es decir, el terapeuta no es un ente exterior al proceso de cambio, sino que el proceso terapéutico también permite vislumbrar cambios que se inscriben, cada caso que maneja es un nuevo reglón que va complementando su diario de vida.
De hecho, al hablar del sumergir del observador, es importante reconocer que tiene un instrumento valioso con el cual él parte la comprensión del sistema terapéutico, es su propia experiencia de vida, esta historia es el insumo que le permite iniciar la comprensión de los actos de observación desde los cuales él se puede ver y ve a otros; lo anterior lo expresa Maturana, cuando señala “el observador aparece ciego en cuanto a su origen, pero en su aparición pasa a ser la única posibilidad de ver y comprender la observación”, es decir, la interpretación de las maneras de narrarse y relacionarse los otros se inscriben desde las narraciones y relaciones del mismo observador.
Es valioso destacar el cambio que impulsa en el observador la terapia sistémica, un terapeuta autorrefencial, que sea capaz de emplear sus experiencias de vida en pro de la comprensión de los dilemas que surgen en otros, esto se potencializa aún más cuando se reconoce que no se es un observador externo, sino un auto observador que se pone como insumo para observar y comprender el mundo de otros. Lo anterior, se refleja claramente en la idea presentada por Mony Elkaim:” observar la autorreferencia en emergencia”, es decir, no se ve un ser alejado del terapeuta y de la realidad de éste, sino el terapeuta se ve a sí mismo y allí logra ver al otro, en palabras de Foerster “emerger es: vernos a través de los ojos del otro”.
Las narraciones y relaciones que se hacen evidentes en un sistema son los elementos sobre los cuales trabaja un terapeuta sistémico, el lenguaje, se vuelve la historia de vida de un ser, que se posiciona en él a través de la experiencia; es a través de las narraciones que se conoce el ser y el sistema al cual hace parte, como presenta Jairo Estupiñan “el lenguaje no es un instrumento, sino es la vida, en el modo de conversar es emergido el sujeto”. Es decir, el lenguaje hace el ser, sin éste no hay vida, ni historia que lo represente. El lenguaje narra una historia de vida que muestra la noción de mundo del cual hace parte, por lo anterior no podría conocerse el terapeuta, ni conocer sus consultantes sino comprende el lenguaje, a través del cual se configura como sujeto.
Maturana afirma: “el sufrimiento nace en las conversaciones
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