LO QUE DEBES SABER DE LA EDUCACIÓN ESPECIAL: FORMAR A LOS HIJOS
joplera11 de Octubre de 2014
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En mis conferencias a padres y madres, suelen ser frecuentes las personas (por lo general, señoras) que preguntan o comentan alarmadas: “¿Qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos”? Las ya entradas en años, como saben que sus hijos están ya creciditos y se defienden por sí solos, suelen preguntar más bien, pero siempre con la misma preocupación: “¿Qué mundo le vamos a dejar a los nietos?” Yo les suelo decir con cierta sonrisa que “la pregunta debería ser más bien ¿qué hijos o nietos le vamos a dejar a nuestro mundo?” Yo siempre he trabajado y me he esforzado para que mis hijos y, en lo posible, todos los hijos del mundo, sean responsables, honrados, sinceros, leales, generosos, lo que por ahí se llama “buena gente”. Porque si son buena gente, harán un mundo bueno. Y creo que, al menos con mis hijos, lo he logrado y estoy muy orgulloso de ellos. Nunca me han ocasionado problemas o disgustos serios, han sido muy buenos estudiantes, hoy son profesionales exitosos, muy responsables y honestos, buenos padres de familia y, lo más importante de todo, creo que son felices.
¿La fórmula?: Tratar en lo posible, y muy consciente de que vivimos otros tiempos, de seguir la educación que me dieron mis padres. Yo estoy muy feliz y agradecido de la formación que me dieron. Fueron un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Además, se querían mucho y me hicieron comprender que la mejor herencia que los padres pueden dejar a sus hijos es el recuerdo de unos padres que se respetaban y querían. Pertenecieron a una generación que consideraba al trabajo como una oportunidad para progresar, como la puerta que les abría a un futuro mejor.
Sabían que el esfuerzo tiene su recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de la familia. Vivían con austeridad, compraban las cosas necesarias cuando podían, siempre al contado, nunca a crédito. Si no tenían el dinero, simplemente no compraban. Trataban de ahorrar cuando podían, para un futuro siempre incierto, plagado de posibles enfermedades o problemas. Tenían además muy claro que lo mejor que podían hacer por nosotros, sus hijos, era brindarnos una buena educación y se esforzaron y sacrificaron por proporcionárnosla.
Por ello, mi esposa y yo, en primer lugar, hemos tratado de comprendernos y querernos cada vez más y comprobamos todos los días la alegría y felicidad que ello les proporciona a nuestros hijos. Nos esforzamos también por quererlos mucho y tratamos de darles, sobre todo con nuestro ejemplo, una buena formación. No meramente una buena formación intelectual, tarea que le toca fundamentalmente a los centros educativos (escuelas, colegios y universidades), sino sobre todo, una buena educación moral, lo que le toca, fundamentalmente, a los padres.
Es muy fácil andar por el mundo quejándose de lo mal que está o hablar de que estamos construyendo una revolución ética que va a transformar la humanidad. Pero nada de ello va a servir mucho si no empezamos a construir ese mundo nuevo en el hogar. Los padres deben empezar por comprender que los hijos son cosa suya y que si salen buenos, la responsabilidad es un 97 por ciento suya, y si salen malos, también. La mayor parte de los problemas de afuera, tienen su origen en el hogar.
Si los hijos son respetados, queridos, y viven en un ambiente de colaboración, cariño, responsabilidad, honestidad y alegría, difícilmente caerán en las garras de la droga, la violencia, el alcohol, la anorexia… Yo sé que los padres hoy tienen mucho trabajo, que llegan cansados al hogar, que los tiempos han cambiado mucho, que la autoridad nos suena a algo pasado de moda, que el tiempo de la familia lo ocupa hoy el televisor y los aparatos electrónicos.
Sí, sé todo eso y mucho más. Pero no vaya a ser que,
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