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LOS CONCEPTOS BÁSICOS DE LA CONSULTORÍA PSICOLÓGICA

creative1980Informe23 de Junio de 2012

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LOS CONCEPTOS BÁSICOS DE LA CONSULTORÍA PSICOLÓGICA

De acuerdo a lo solicitado por la cátedra, en el presente trabajo se presentarán los seis conceptos básicos desarrollados por Carl Rogers en su formulación de la Consultoría Psicológica –Tendencia Actualizante, No Directividad, Escucha Empática, Congruencia, Aceptación Positiva Incondicional y Sí Mismo-, confrontados con la propuesta institucional basada en la crítica científica que desde el psicoanálisis se puede formular.

Para todos los casos partiremos de la categoría tal como la formuló Rogers o bien como sus más conocidos expositores la presentan, para desde ahí formular las críticas que quepan.

I. De la Tendencia Actualizante a la Pulsión

El concepto de Tendencia Actualizante podríamos definirlo como el cimiento sobre el cual se fundamenta todo el edificio rogeriano. En sí mismo, comprende una visión física y metafísica de la realidad. A través de esta categoría se afirma la confianza rogeriana en el potencial de la naturaleza. Naturaleza que claramente es entendida como reino de la vida, en cualquiera de sus manifestaciones (vegetal, animal y por tanto humana), que tiene dentro suyo la capacidad de autodespliegue, de autodesarrollo. Naturaleza entendida metafísicamente, encuadrado dentro de la tradición más realista de la filosofía –Aristóteles, Tomás de Aquino, etc-, que encuentra en la esencia (o naturaleza en tanto se la toma como principio de operaciones) de las cosas un “ADN” o programa de despliegue hacia su propia perfección.

En efecto, debemos entender la Tendencia Actualizante como fuerza, fuerza impersonal que no se despliega anárquica o caóticamente, sino con una tendencia-dirección, hacia la perfección. En tanto actualizante, pone en acto, actualiza una capacidad dormida, en potencia, que se encuentra en el sujeto.

Una cita del autor expresa en pocas líneas lo que este concepto implica para Rogers:

“Mi experiencia me ha obligado a admitir gradualmente que el individuo posee en sí la capacidad y la tendencia –en algunos casos, latente- de avanzar en la dirección de su propia madurez. En un ambiente psicológico adecuado, esta tendencia puede expresarse libremente, y deja de ser una potencialidad para convertirse en algo real. Esta tendencia se pone de manifiesto en la capacidad del individuo para comprender aquellos aspectos de su vida y de sí mismo que le provocan dolor o insatisfacción; tal comprensión se extiende más allá de su conocimiento consciente de sí mismo, para alcanzar aquellas experiencias que han quedado ocultas a cusa de su naturaleza amenazadora. También se expresa en su tendencia a reorganizar su personalidad y su relación con al vida de acuerdo con patrones considerados más maduros. Cualquiera que sea el nombre que le asignemos –tendencia al crecimiento, impulso hacia la autorrealización o tendencia direccional progresiva- ella constituye el móvil de la vida y representa, en última instancia, el factor del que depende toda psicoterapia. No es sino el impulso que se manifiesta en toda vida orgánica y humana –de expansión, extensión, autonomía, desarrollo, maduración-, la tendencia a expresar y actualizar todas las capacidades del organismo, en la medida en que tal actualización aumenta el valor del organismo o del sí mismo.”

El amor por el estudio de la naturaleza que desde niño pudo Rogers cultivar, en su contacto con la botánica y la zoología, es llevado directamente y sin purificación crítica a la antropología.

En este marco se desprende que la tendencia actualizante es una fuerza de la vida, surge de sus entrañas, con sus propias hormonas de creciemiento, despliegue programado, naturalmente autodesplegable. Como vemos en el marco de la vida, puede haber factores que detengan ese crecimiento, pero que son siempre factores externos al viviente que crece: falta de un ambiente vital, circunstancias amenazadoras.

Para Rogers la relación terapéutica consiste justamente en brindar es ambiente favorable para del despliegue de la tendencia actualizante, quitar los obstáculos que la detenían.

Este ambiente amenazante que impide el desarrollo de la tendencia pueden ser los prejuicios, temor a la no aceptación (aceptación condicional):

“Al elegir el rumbo que adoptarán en una situación determinada, muchas personas se apoyan en ciertos principios por los que se guían, en el sistema normativo de algún grupo o institución, en el juicio de los otros (desde la esposa y amigos hasta un “Correo sentimental”) o en su propia conducta en una situación similar del pasado. Sin embargo, cuando observo a los clientes cuyas experiencias tanto me han enseñado, descubro que esos individuos son capaces de confiar en sus reacciones organísmicas en una situación nueva, porque han descubierto que si se abren a su experiencia, la orientación más útil y digna de confianza consiste en hacer lo que les “parece bien”, pues de esa manera hallarán una conducta realmente satisfactoria.”

Como valoración positiva de esta categoría podemos decir:

• Con la categoría de tendencia actualizante Rogers acierta en abordar la problemática del cliente en lo real e individual del mismo, partiendo de las entrañas del sujeto.

• Pone en el cliente, y no fuera de él, su proceso, reforzado esto por las categorías de No Directividad y su técnica del reflejo. De ahí, la negativa a la utilización del concepto de “paciente” –reemplazada por cliente-, en tanto alguien que recibe la acción de un agente externo.

Como aspectos insuficientes de dicha concepción podemos presentar:

• La no diferenciación sustancial entre el reino de la vida y el sujeto humano. La continuidad que se presenta deja de lado completamente el proceso diferenciador por el cual la vida pasa a ser vida humana, espíritu, en el complejo entramado de la interacción con lo social.

• La tendencia actualizante hunde sus raíces en lo organísmico, biológico. Como tal se muestra como una tendencia direccionada, que choca con el principio de no directividad.

• No aparece ninguna distinción entre tendencia actualizante en el reino de la vida y en el reino de lo humano. Esto se debe a no haber abordado el pasaje de la vida animal a la vida humana, prescindiendo para esta de lo constituyente de la cultura, del lenguaje, del pensamiento, del trabajo, de la actividad transformadora, de los afectos.

• Un exceso de optimismo por la naturaleza que no explica adecuadamente lo imperfecto, “defectuoso” de la misma naturaleza.

El Psicoanálisis ha desarrollado una categoría más humana para presentar la esta fuerza que surge del interior del individuo y es la Pulsión.

Freud distingue entre instinto y pulsión. El instinto está determinado por lo orgánico y como tal es deternimado y fijo. No así la pulsión, específicamente humana, porque el hombre no sólo satisface sus necesidades biológicas sino que a estas las transforma en deseo. Así por ejemplo, distingue Freud en la sexualidad el aspecto orgánico del psicológico. Distingue en el hombre entre objeto y fin de la sexualidad. En el animal, el instinto está determinado a la búsqueda del compañero del otro sexo para la reproducción. Subrayamos aquí la palabra “determinado”, el animal no elige ni el objeto ni la meta de su sexualidad. En el hombre, esta fuerza es humanizada y así el objeto es indeterminado (puede ser cualquier cosa) y la meta también ya que no es sólo la reproducción sino también el placer.

Así pues la pulsión no está ligada a lo orgánico a la vida. Esto puede verse en otros ejemplos. Tenemos una necesidad de alimentarnos, sin embargo nuestro deseo no es sólo alimentarnos, sino comer por ejemplo algo elaborado, una comida de nuestro gusto. Aquí ingresa la cultura, lo humano, para constituir nuestro deseo. En el plano sexual también la pulsión humaniza, a través de la cultura y del lenguaje, nuestras relaciones, no limitadas a una satisfacción del instinto, y las lleva a encontrarse con el vínculo afectivo por excelencia que es el amor.

Mientras Rogers busca una relación de afecto a afecto, a través de la empatía, Freud parte de lo humano que se expresa en las representaciones, que siendo sociales, tocan al individuo. Así busca al individuo, pero partiendo de lo humano y no del instinto, de lo organísmico como Rogers con su categoría de Tendencia Actualizante.

La pulsión como tal escapa del escenario de lo simbólico, sino que viene de lo real e irrumpe en el mundo de lo humano. Es decir, el lenguaje si bien es del orden simbólico y por tanto forma el código común de la lengua, puede dar pistas de la pulsión individual en las fracturas que el lenguaje presenta. A través de la pulsión aparece el Inconciente, que se expresa en el mundo de lo humano desde el fallido, el chiste, el sueño. Lo inconciente emerge en el mundo de lo humano como deseo, donde se puede comprender el enigma del amor, expresión específicamente humana de lo afectivo en el escenario del vínculo con el otro.

A este aporte ya presentado por Freud, hay que agregarle el aporte lacaniano quien nos dice que el Inconciente está estructurado como un lenguaje. Tomando a Saussure, presenta la relación entre significante y significado, entendiendo al primero como más amplio que el segundo, dando lugar a que el significante no queda restringido a un solo significado, sino a una pluralidad de sentidos por los cuales se cuela el inconciente. Así lo real aparece en el mundo de lo simbólico de lo humano, y desde ahí se puede operar en la psicoterapia. Así en el mundo de lo humano encontramos la manifestación de aquello que nos recuerda que venimos

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