La Educacion Sexual
Mariely20126 de Octubre de 2013
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Así el tema se transformó en algo malo porque atentaba contra las buenas costumbres. De ahí a lo prohibido solo medió un paso que la sociedad no tardó en dar.
El ser humano no se ha resignado a callar y no ha cesado de hablar de la Sexualidad y todo lo que ella implica en la vida personal, familiar y social. Mientras la literatura y la pintura se encargaron de hacer públicas las ideas y las actitudes individuales, las personas comentaban a hurtadillas, en secreto, a escondidas, los misterios del cuerpo y del placer que provocan las diferencias entre mujeres y varones, los avatares de las conquistas y de los goces indescriptibles que se originan en la fusión de los amantes.
Sin duda, el mundo ha cambiado significativamente en todas sus dimensiones y ha dejado atrás gran parte de las creencias y los prejuicios que formaron parte de las antiguas generaciones. Pero ningún cambio es radical ni definitivo sino siempre incompleto, a medias. Porque así el ser humano se mantiene en perenne preocupación y atento a no dejarse llevar por la monotonía de la cotidianidad. Pese a las nuevas actitudes más libres y espontáneas, aún persisten prejuicios, desconocimientos y temores antiguos o han aparecido otros nuevos que siempre harán del tema de la Sexualidad una realidad conflictiva.
Ninguna era ha sido más nueva y renovadora que la actual. Nuestro mundo se define por el cambio, la mutación, la inestabilidad, la invención. Nada o casi nada perdura, ni las cosas ni las ideas, las posiciones subjetivas, las ideologías, los principios y los valores. Para las antiguas generaciones, el orden y las leyes, los principios y los valores poseían un alto grado de consistencia y durabilidad, lo cual les proveía de certezas, a ratos casi absolutas. Las nuevas generaciones se construyen de manera diferente: la mutación es un elemento definitorio, y en estos nuevos la Sexualidad tiene una presencia masiva y se ha infiltrado por todas partes.
Jamás en la historia de la humanidad, el mundo se ha erotizado tanto como el nuestro. Parece imposible vender un auto, un televisor, un licor o una marca de cigarrillos sin recurrir a mensajes que tomen en cuenta algún elemento de la Sexualidad. La sensualidad, lo erótico, el cuerpo casi desnudo que invita al hundimiento en placeres desconocidos, la voz que recalca que si es posible el amor gozoso; el acercamiento al otro se opera de manera mágica con la fuerza y la prestancia que brinda un cigarrillo, un vaso de licor, un auto, un perfume, la mirada de la seducción que rompe toda la resistencia. Un mundo erótico que, desde sus fantasías, crea el imaginario del poder total, de una especie de bienaventuranza impresionante.
Sin embargo, pese a ese torbellino de imágenes, de canciones, de voces, no todo está claro, las personas no necesariamente conocen más y mejor lo que es la Sexualidad, cuáles son sus dimensiones e implicaciones en la vida personal y social. De hecho, para cada mujer, para cada varón, para las niñas y los niños, no está clara la significación misma de la Sexualidad. Más aún: se tiene la impresión de que cuando más evidente se hace lo sexual y lo erótico, la Sexualidad más se encierra en sí misma, como si se tratase de un misterio que no se deja ni atrapar.
Este misterio, definitivamente, no puede ser relevado y aclarado únicamente a través de los videos, las revistas, las fotos, los manuales para mejor hacer el amor. Al final uno se pregunta qué hay detrás de todo esto, al otro lado de esa palabra mezcla de lo sagrado y lo profano, de lo hermoso y también de lo peligroso.
Aún cuando no se lo diga claramente, las mujeres y los varones, los adolescentes y los adultos, todos ellos saben o presienten que traspasar las puertas de la Sexualidad significa adentrarse en un mundo complejo en el cual no son posibles las respuestas absolutamente claras y, menos aún, las definitivas.
Porque todos presienten que cuando se toca este tema cada quién se enfrenta a sí mismo y sin duda, cada uno de nosotros es el más complejo de los misterios que existe en la Tierra.
Allí se encuentran las preguntas más importantes de la existencia del hombre: ¿qué es la vida, cuáles son los orígenes de cada uno, qué es el placer, cómo es posible amar y adentrarse en el mundo del otro para encontrar allí experiencias indescriptibles de un gozo compartido sin anonadarse, sin desaparecer para siempre? Hay quienes, específicamente adultos, afirman saber todo sobre la Sexualidad porque creen haber vivido todo y haber pasado por todas las experiencias posibles.
Este es quizás el mayor de los errores. ¿Cómo saberlo todo, cómo abarcar en un conjunto de experiencias y sensaciones la complejidad de nuestra existencia, lo inexplicable del amor, el misterio que hace que un gesto sea una caricia y no una agresión?
Nunca ha sido fácil hablar de la Sexualidad con suficiente propiedad. Sin embargo, el pensamiento contemporáneo dice algo nuevo y de suma importancia: no es posible abordar al ser humano sino dentro de lo que la sexualidad significa para cada una de las culturas.
La educación sexual asume diversos significados, de acuerdo
a la posición ideológica de cada actor social. Tiene la particularidad
de ser una problemática que puede abordarse desde las
políticas educativas, las políticas de salud, y por las políticas
sociales en general. Por lo tanto, la educación sexual puede
ser analizada desde múltiples perspectivas.
En su definición se encuentran articulados discursos del sentido
común, discursos médicos, religiosos, educativos, jurídicos,
por lo que tampoco puede ser abordada desde una sola
disciplina. En este sentido, no puede dejar de indagarse la
opinión pública, como un actor más, sobre esta temática.
En cuanto a los aspectos normativos, en octubre de 2006
el Congreso sancionó la Ley Nacional que crea el Programa
Nacional de Educación Sexual Integral, ley N° 26.150. Esta ley
establece que “Todos los educandos tienen derecho a recibir
educación sexual integral en los establecimientos educativos
públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones
nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de la Ciudad
de Buenos Aires y municipal” (Art. 1, ley 26.150 en www.
me.gov.ar/doc_pdf/ley26150.pdf).
En lo que refiere a las legislaciones provinciales, han sancionado
leyes de educación sexual las siguientes provincias: Chaco,
4.276/96; Entre Ríos 9.501/03; Formosa 1.230/96; La Rioja
7.049/00 (derogada); Mendoza 13.066/97; Río Negro 2.602/93;
Santa Fe 10.947/92 y la Ciudad de Buenos Aires 2.110/06.
Otro aspecto fundamental de la normativa lo constituyen los
lineamientos para su implementación. Unas semanas atrás
se dieron a conocer los lineamientos curriculares para la
educación sexual, obligatorios para los institutos educativos
públicos, de gestión estatal y de gestión privada, desde el
nivel inicial hasta el nivel superior de formación docentes, que
fueron adoptados por el Consejo Federal de Educación (La
Nación, 02/06/08).
Pero para entender mejor el debate que se ha dado en torno
a la educación sexual a lo largo de la historia es necesario dar
cuenta de las diferentes perspectivas desde las cuales se ha
considerado la sexualidad.
El pensamiento occidental moderno ha considerado la sexualidad
ligada al orden de la naturaleza. No obstante, no es lo
mismo pensar la sexualidad desde una perspectiva basada
en los aspectos biológicos, entendiendo la elección sexual
de los sujetos como una determinación natural, qué pensar la
sexualidad como construcción histórica, social y cultural vinculada
a las relaciones de poder y a las prácticas cotidianas
en las cuales las elecciones de los sujetos se definen por
situaciones contingentes (Foucault, 2003).
Para Foucault, la sexualidad se ha llevado al orden de la moral,
marcando la vida social. La coacción impuesta por las pautas
morales sobre lo sexual tiene que ver con la domesticación
de los cuerpos que se ha dado en la modernidad. En el
análisis de este autor se describe como los cuerpos debían
transformarse en cuerpos dóciles y disciplinados con el advenimiento
del capitalismo. En este sentido, el discurso jurídico
es parte de esa domesticación, tanto de los cuerpos como de
la sexualidad (Foucault, 2003).
El análisis de la coerción, a través del cual el “discurso del
poder”, es decir, el discurso jurídico, influye en la naturaleza
biológica del cuerpo y en el disciplinamiento del individuo, va
marcando lo 'normal' y lo 'patológico o desviado'. Esto implica
una forma de pensar a los sujetos desde la propia experiencia,
las tensiones que implica el tema y no desde el 'deber
ser', desde el normativo.
Como señala Foucault en Historia de la sexualidad “el hecho
de que el punto esencial (al menos en primera instancia) no
sea saber si al sexo se le dice sí o no, si se formulan prohibiciones
o autorizaciones, si se afirma su importancia o si se
niegan sus efectos, si se castigan o no las palabras que lo designan;
el punto esencial es tomar en consideración el hecho
de que se habla de él, quiénes lo hacen, los lugares y puntos
de vista desde donde se habla, las
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