La Sexualidad Infantil
Lissymperio27 de Mayo de 2012
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LA SEXUALIDAD INFANTIL
Este es siempre un tema polémico, pues muchas veces los padres se niegan a aceptar que sus hijos poseen sexualidad y deseos desde que nacen.
El descubrimiento de la sexualidad infantil proviene del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, quien después de mucho estudiar y a pesar de pertenecer a una familia y a una época conservadoras como lo fue principios del s.XX, observó científicamente que los niños mostraban conductas sexuales ya desde recién nacidos, pues su primer deseo es provocado por la necesidad, es el deseo del hambre que estará relacionado inevitablemente con la lactancia y el contacto con la madre.
Cuando se habla de sexualidad infantil, no es dable tomar como punto de referencia o de comparación lo que acontece con los adultos, hacerlo implicaría violentar la vida de los pequeños y pervertirlos. Freud afirmó que existen tres grandes fuentes de donde proviene nuestro penar, y que debido a ellas tenemos que sacrificar nuestra satisfacciones pulsionales, a saber: la hiperpotencia de la naturaleza, la fragilidad de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de las normas que regulan los vínculos entre los seres humanos. En un momento dado, Freud, considera este último de origen natural: la naturaleza psíquica; es también este último a la que denominamos cultura, entidad que nos impone restricciones a nuestras exigencias pulsionales y que nos ha proporcionado el sentimiento de culpa.
El deseo y el placer son los primeros elementos cuya presencia da cuenta de la sexualidad. En el niño, el placer aparece casi de forma inmediata a su nacimiento y se hace evidente en su relación con el seno materno. Para comprender la relación del recién nacido con el seno de la mamá y con otras las experiencias placenteras que ella provoca, es necesario recordar que el ser humano no se encuentra regido por un sistema instintivo que, de manera ciega y necesaria, gobierne su vida y determine su comportamiento. Los instintos pertenecen a los animales, lo cual hace que se hallen dominados por el principio la necesidad y su satisfacción. La necesidad se satisface con un objeto determinado y propio, como el hambre con la comida o la sed con la bebida.
Pero guste o no, la mayoría de especialistas, sexólogos, psicólogos y demás coinciden hoy en día en que el niño es tan sexual como cualquier adulto, aunque claro existen varias diferencias.
En primer lugar, el niño no ha sido educado. Su cultura y la conducta correcta no ha sido aprendida por él, y de esta forma, no se encuentra reprimido ni asume sus deseos sexuales como algo malo o pervertido, y lo menos que experimenta es la culpa. No conoce el tabú, ni conoce la prohibición.
En el ser humano, el lugar de los instintos se halla ocupado por una compleja estructura de orden cultural constituida por el deseo y por las pulsiones. La pulsión es fuerza, empuje que moviliza al sujeto en pos del objeto de sus deseos. Este objeto, en numerosas circunstancias, puede ser sublimado a través del arte en cualquiera de sus expresiones, del deporte, el estudio, la profesión.
El niño utiliza su sexualidad, no sólo como fuente de placer, sino que también como fuente de conocimiento. Es un medio para comprender el mundo, para divertirse, para relacionarse, para conocerse a sí mismo y conocer a los demás. Mediante la succión del pezón, el hijo y la hija ingresan en un complejo proceso de erogenización del cuerpo que será determinante para que la sexualidad se transforme en una realidad capaz de producir placer. Boca y labios devienen zonas erógenas, es decir, lugares en los que se ubica el placer que podrá ser reeditado tantas veces cuantas se repita, ahora la lactancia, y más tarde el beso. Además, mediante esta relación placentera con su madre, el hijo y la hija reciben los primeros elementos desde el otro que les permiten descubrirse como amados y deseados. La experiencia placentera derivada de la sexualidad provee de sentido y verdad a la existencia.
El problema por lo general sobreviene cuando los padres por desinformación, se escandalizan con las actitudes que evidencian alguna presencia de sexualidad en su hijo y lo reprimen violentamente, lo que muchas veces puede producir verdaderos traumas y cuando el niño es adulto puede generar una incapacidad de relacionarse sexualmente y profunda frustración, lo que tendrá como consecuencia trastornos en la psique del sujeto.
De ahí que sea fundamental que los padres conozcan qué comportamiento esperar en sus niños.
Las etapas de desarrollo del niño son muy diversas y complejas, pero se puede decir a grandes rasgos que antes de los cinco años las conductas relacionadas con la sexualidad son el mamar, el chupar, el querer percibir todo con la boca, bailar, abrazarse, tener objetos de textura suave, e inconscientemente manejan cierto placer con la actividad de higiene y limpieza a la que son sometidos comúnmente por la madre.
En consecuencia, es esperable que el niño se toque los genitales mientras duerme, o que incluso los explore con curiosidad y risas. Además, con recurrencia el niño buscará las mamas de su madre o de otras mujeres porque ha comprendido que esa zona le produce placer... le da comida.
De los cuatro años en adelante, el niño tendrá mayor curiosidad por las zonas genitales y buscará comparase a sí mismo con otros niños e incluso con adultos. Es en este momento que se inician las preguntas difíciles como ¿por qué yo no tengo lo mismo que papá o mi hermano, o ¿por qué tus pechos son grades y los de papá no?, por mencionar algunos ejemplos ante estas preguntas, hay que tratar de no turbarse, de responder con naturalidad y con la verdad clara, si se desconoce será necesario que los padres se informen, por el bien del niño.
Como en este momento el género del niño no está definido (pues el género no sólo depende del condicionamiento biológico que indica que se es hombre o mujer), será común que adopten conductas femeninas y masculinas indistintamente. Esto no es de preocuparse, ni es un serio indicador de confusión en el niño, sino que todos lo vivimos en alguna etapa del desarrollo, y luego es superada.
Después de los seis años, el niño comenzará una actitud más activa, entrará en contacto con otros niños o niñas, y es posible que se den juegos orogenitales, imitación de posturas sexuales, y además estarán en su etapa anal, pues el niño descubrió casi al nacer que la excreción de las heces le producía placer.
Ya más adelante, los niños empiezan a definir sus límites y es clásico que los hombrecitos jueguen sólo con hombrecitos y las mujercitas igual, por lo que establecen evidentemente una frontera entre lo que es ser mujer y lo que es ser hombre.
Y a partir de los nueve años, el niño sabrá que el sexo se encuentra rodeado de secretos, por lo que así lo tratará en grupo, pero sólo con los amigos más íntimos, se inicia la masturbación a veces incluso grupal y las competencias en torno a la sexualidad y al desarrollo de los genitales.
Ahora bien, lo que hay que comprender como padres es que nada de esto es perverso o pecaminoso, que todo ser humano posee, desde que nace, su propia sexualidad y que ésta irá en desarrollo conforme el niño vaya creciendo, sin que esto esté mal. Un desenvolvimiento sexual sano, sin culpas y sin abusos, sin extremos y con educación, es ideal para la formación de un ser humano integral.
Así, que lo mejor es que como padres se tenga esto presente y más que una reprimenda se le de una guía a los hijos. La sexualidad es un tema que hay que hablar y es mejor que lo hagan en la casa que con extraños. El sol no se puede tapar con un dedo y de la misma manera no se puede obviar que los niños como cualquier persona tienen sexualidad, y lo más importante es que tienen derecho a tenerla.
Revisado el 12 de Junio de 2007 desde Internet http://www.elalmanaque.com
Revisado el 12 de Junio de 2007 desde: http://www.solonosotras.com
Hasta antes de nuestro siglo, ¿habría sido posible tan sólo pensar, que los niños poseen sexualidad, es decir, deseos, fantasías y experiencias placenteras? El pensamiento de Sigmund Freud provocó un profundo cambio. La consistencia conceptual de sus afirmaciones le salvó de la condena oficial. Al hablar de la sexualidad infantil, devolvió a niñas y niños su carácter de seres humanos con deseos, pasiones, amores y odios. Los sacó del cielo y de la categoría de los ángeles, en donde les había encerrado una tradición filosófica y religiosa, y los colocó en su verdadero lugar.
¿Por qué se dió esta angelización de los niños? Por los tradicionales valores de una arraigada tradición en la cultura occidental.
En primer lugar, la sexualidad está destinada de manera prácticamente exclusiva a la procreación. La sexualidad se refiere, en la práctica, tan sólo a la genitalidad, al conjunto de órganos internos y externos que permiten que una mujer sea mamá y que un varón fecunde a una mujer. La sexualidad equivale, pues, a relaciones sexuales, es decir, a la unión corporal de una mujer con un varón.
Se condena la búsqueda del placer y al placer mismo en la relación amorosa. De modo particular para la mujer, le está vedado el gozo de la sexualidad y llega a ser pecaminoso cuando pone en juego su deseo y su iniciativa. En consecuencia,
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