SEXUALIDAD INFANTIL Y JUVENIL
carlosfidelparra8 de Junio de 2012
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El desarrollo integral del ser humano ha sido, desde el origen mismo del sistema educativo mexicano, el propósito que ha guiado la educación básica. Esta orientación -establecida en el Artículo Tercero Constitucional- indica que la escuela y el trabajo del profesor además de contribuir al desarrollo sistemático de las habilidades intelectuales y a la adquisición de conocimientos básicos de las ciencias naturales y sociales deben contribuir a la formación de actitudes y valores fundamentales que permitan a los individuos desarrollar plenamente sus potencialidades, integrarse a la sociedad y participar en su mejoramiento.
En el marco del proceso de reforma educativa, la Secretaría de Educación Pública ha emprendido un conjunto de acciones para asegurar el logro de los propósitos educativos. Una de las orientaciones centrales de este proceso de reforma ha sido la atención de campos que, por diversas circunstancias, no habían sido abordados de manera suficiente en el trabajo educativo cotidiano; entre éstos se halla la educación sexual de niños y jóvenes.
Aunque es un hecho reconocido que la sexualidad se manifiesta de diversas formas en todas las relaciones humanas, durante mucho tiempo el conocimiento y la reflexión sobre esta dimensión de la vida se mantuvo al margen de la acción educativa sistemática y, en el mejor de los casos, se limitó a la transmisión de información sobre aspectos anatómicos y fisiológicos, soslayando sus dimensiones afectiva y ética.
Sin embargo, el hecho de que la educación sexual no haya formado parte del contenido educativo explícito en la escuela no quiere decir que las niñas y los niños y, más aún, los adolescentes carezcan de información y dejen de reflexionar sobre su propia sexualidad. A través de los medios de comunicación, de los grupos de pares, de la observación del mundo adulto, niños y jóvenes se forman una visión acerca de la relación con personas de sexo distinto del suyo, saben qué conductas y actitudes son aceptadas y cuáles no, en fin, se forman concepciones acerca de la sexualidad y asumen determinados valores como propios, no siempre coincidentes con los principios de respeto a la dignidad humana, a la igualdad entre los sexos y a la búsqueda de una sociedad más justa.
Ésta es una necesidad que requiere de atención urgente en nuestro país, porque, además, la ausencia o debilidad de nuestra respuesta es uno de los factores que influyen en el aumento de problemas como el embarazo precoz o no deseado, la difusión de enfermedades como el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) y, en general, en las dificultades que muchas personas enfrentan para desarrollarse plenamente y para vivir su sexualidad de manera libre y responsable.
Una educación sexual adecuada desde temprana edad puede contribuir a que niños y niñas se desarrollen en forma más equilibrada, sean capaces de comprender los cambios que experimentan en su propio cuerpo, en sus estados de ánimo y la manera de relacionarse con los demás. De este modo, dispondrán de mejores herramientas para tomar decisiones que les ayuden a vivir su sexualidad y evitar situaciones riesgosas para su salud física o mental, así como para la de los demás. A fin de contribuir a enfrentar estos problemas y para fortalecer el carácter integral de la educación básica, la SEP ha incluido nuevos contenidos en los libros de texto gratuitos de educación primaria, especialmente en los de Ciencias Naturales. Asimismo ha establecido la asignatura Formación Cívica y Ética en la educación secundaria, además de cursos de capacitación para profesores y directivos de los planteles de educación básica.
Este libro se suma a esas acciones. Su propósito es ofrecer a los profesores información básica y compartir algunas reflexiones para lograr que la educación sexual adquiera cada vez mayor naturalidad en nuestras escuelas y para que el maestro disponga de un marco de referencia para tomar decisiones ante situaciones imprevistas, ante las preguntas o dudas de sus alumnos o para orientar a las madres o a los padres de familia en cuanto a la sexualidad de sus hijos. La diversidad de situaciones que se enfrentan en el aula hace muy difícil prever respuestas específicas, por eso este libro no es un manual ni una guía didáctica, sino una invitación a la reflexión; si su lectura permite al profesor o profesora analizar preguntas o situaciones especialmente difíciles que han enfrentado, intentar nuevas estrategias para tratar estos temas o problemas, reflexionar sobre su práctica en este campo y plantearse nuevas preguntas, habrá logrado sus propósitos principales.
Uno de los puntos de partida del libro es asumir la complejidad de la sexualidad humana, como un aspecto que no se reduce al impulso o al deseo sexual de cada individuo, sino que se define en el marco de un conjunto de normas, creencias y prácticas sociales que influyen poderosamente en las concepciones de cada individuo y, en especial, en las actitudes que manifiesta en su relación con los demás. //Sexualidad infantil y juvenil. Nociones introductorias para maestras y maestros de ////educación básica//, se compone de ocho capítulos.
En los primeros cuatro, se presentan un conjunto de reflexiones acerca de la noción de sexualidad y los factores que intervienen en la formación de ideas y actitudes acerca de esta faceta del desarrollo humano, que es necesario analizar y comprender para fundamentar una intervención educativa basada en valores éticos y cívicos. Se analizan las concepciones estereotipadas acerca de las diferencias entre los sexos, la naturaleza de la curiosidad sexual y algunas de sus manifestaciones, así como la influencia que las actitudes de los adultos ejercen en la percepción que los niños se forman de sus propios intereses sexuales. Estos elementos ayudan a plantear una reflexión acerca de la importancia de la educación sexual en el equilibrio emocional de las personas.
El capítulo cinco incluye recomendaciones generales para entender esta cuestión en la educación preescolar, primaria y secundaria. Estas recomendaciones, más que sugerencias didácticas específicas, pretenden contribuir a establecer criterios para abordar los temas de sexualidad en la escuela, no sólo como contenido específico de una o varias asignaturas, sino como uno de los componentes de la experiencia escolar. De este modo, el libro constituye un paso más en el fortalecimiento de la educación integral y complementa los programas de estudio y los libros de texto.
En los tres últimos capítulos se presentan reflexiones acerca de temas específicos que generalmente son eludidos al tratar la educación sexual, como son la homosexualidad y el desarrollo de la sexualidad en personas con discapacidad; en el último, se brindan algunas consideraciones sobre la adolescencia que permiten acercarse a la comprensión de una etapa que, en ocasiones, es particularmente difícil; en todos los casos, sin pretender una explicación acabada. Las recomendaciones tienen como punto de partida el principio de respeto a la dignidad humana como base de las relaciones entre las personas.
Finalmente, se incluyen cuatro apéndices con información técnica básica, además de una relación de libros que las maestras y los maestros pueden consultar en los Centros de Maestros para ampliar sus conocimientos o encontrar sugerencias didácticas específicas.
2 - CONSIDERACIONES SOBRE LA SEXUALIDAD
Para entender el tema de la sexualidad humana en su dimensión adecuada, lo primero que hay que distinguir son los conceptos// sexo// y //sexualidad//. //Sexo// es un término que sirve para clasificar a los seres humanos en dos grandes grupos: masculino y femenino, y también, en su uso coloquial, para aludir a la práctica sexual; mientras que //sexualidad// remite al conjunto de relaciones que los individuos establecen entre sí y con el mundo por el hecho de ser sexuados.
Esta distinción, aunque elemental, resulta indispensable, porque en los seres humanos, en comparación con el resto de los seres vivos, no sólo todo es más complejo, sino que se transforma con el tiempo. Los seres humanos poseemos necesidades que van más allá de las naturales, y esta característica es la que nos da nuestra verdadera especificidad: a diferencia de los demás seres necesitamos explicaciones que nos vuelvan comprensible nuestra estancia en el mundo; sólo a nosotros nos hace falta una dimensión estética; sólo nosotros tenemos que reglamentar nuestras formas de convivencia. Somos seres históricos, irreductibles a la mera naturaleza y, por ello, todo lo que en los animales es relativamente simple, en nosotros se vuelve complejo.
Las necesidades sexuales para el ser humano no son, como en el resto de los seres vivos, un llamado a la reproducción, sino que se relacionan con la autoestima, con el placer, con los sentimientos, con la moral, con las costumbres, con la religión, con el derecho, con el proyecto de vida, con el género, en fin, con todos y cada uno de los elementos que constituyen nuestra identidad y nuestra vida en sociedad. Así, hemos desarrollado una cultura a partir de la necesidad sexual.
Hemos inventado y reinventado el amor, el cual, si bien se relaciona con nuestra anatomía, no se restringe al sexo. El amor se expresa de innumerables modos a través de la historia y los individuos. De hecho, la filosofía, la literatura y, en general, el arte ofrecen un muestrario de las distintas concepciones que a través del tiempo hemos tenido del amor: no es el mismo el amor homérico de Penélope, que se ha vuelto el símbolo de la mujer que espera fielmente a su marido, que el amor de Romeo y Julieta, esos jóvenes a quienes sacrifica la rivalidad
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