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La Tercera Mujer


Enviado por   •  13 de Mayo de 2014  •  1.737 Palabras (7 Páginas)  •  246 Visitas

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LA TERCERA MUJER de Gilles Lipovetsky

Desde hace tres décadas, se mueve en la escena del mundo occidental una mujer que conquistó el poder de disponer de sí misma, de decidir sobre su cuerpo y su fecundidad, el derecho al conocimiento y a desempeñar cualquier actividad. Sin embargo, dice el filósofo Lipovetsky, este cambio "no significa una mutación histórica absoluta que hace tabla rasa del pasado. Nos equivocamos, yo incluido, cuando creímos que se había instalado un modelo de similitud de los sexos, es decir, un proceso de intercambiabilidad o de indistinción de los roles masculino y femenino".

LA PRIMERA Y SEGUNDA MUJER

Durante el período más largo de la historia de la humanidad, la mujer fue considerada como un mal necesario, un ser inferior, sistemáticamente despreciado por los hombres. Esa es la primera mujer, de acuerdo a Lipovetsky, de la que tanto griegos como romanos y predicadores cristianos denunciaron sus vicios y la estigmatizaron como un ser tramposo y funesto. Inferiorizados sus roles, las actividades masculinas eran consideradas dignas de gloria e inmortalidad.

Un cambio cultural e histórico muy importante empezó a producirse después de la segunda edad media a partir del código del amor cortesano que rendía culto a la dama amada y exacerbaba su perfecciones morales y estéticas. Ya en los siglos 18 y 19 es a la esposa, madre y educadora de los niños a la que ponen en pedestal filósofos, ideólogos y poetas. De acuerdo al análisis de Lipovetsky, esa es la segunda mujer, no reconocida aún como sujeto igualitario y autónomo pero cuyos roles son reconocidos socialmente, celebrándose de manera especial ese nuevo poder de formar a los niños, de educar lo masculino y civilizar comportamientos y costumbres.

EL RESCATE DE LA DIFERENCIA

Hoy, según el filósofo, la libertad de gobernarse a sí misma/o, que ahora se aplica indistintamente a hombres y mujeres, es una libertad que se construye siempre a partir de normas y de roles sexuales que permanecen diferenciados. Un ejemplo es la relación prioritaria de la mujer con el mundo privado, la afectividad y los sentimientos, así como la permanencia de su rol al interior de la familia. En el terreno del amor y la seducción, y a pesar de la revolución sexual, esta época no logró cambiar la posición tradicional de las mujeres en sus aspiraciones amorosas. No obstante la caída de innumerables tabúes, el sentimiento sigue siendo el fundamento privilegiado del erotismo femenino. Si bien en las maniobras de acercamiento entre los dos sexos las mujeres empezaron a tomar la iniciativa, es mucho más discreta y selectiva que la que practican los hombres.

Para Lipovetsky, las desigualdades que aún persisten en el mundo del trabajo, de la política y otros no se explican sólo como sobrevivencia de valores del pasado, retraso o arcaísmo, que la dinámica igualitaria hará desaparecer en el futuro.

El lugar predominante de la mujer en el rol familiar se mantiene no solamente a causa del peso cultural y de las actitudes egoístas de los hombres, argumenta, sino porque estas tareas enriquecen sus vidas emocionales y relacionales, y dejan en su existencia una dimensión de sentido.

En las sociedades postmodernas, los códigos culturales que obstaculizan radicalmente el gobierno de sí misma, como la virginidad o la mujer en el hogar, pierden terreno. En cambio, afirma Lipovetsky, "los códigos sociales que como las responsabilidades familiares permiten la autoorganización, el dominio de un universo propio, la constitución de un mundo cercano emocional y comunicacional, se prolongan cualquiera sea la crítica que los acompañen por parte de las propias mujeres".

EL TERRENO DEL PODER

A pesar de la feminización de las carreras y del empleo, el poder económico y político permanece mayoritariamente en manos masculinas. Si las mujeres están asociadas prioritariamente al polo privado de la vida y los hombres al público, esto tiene consecuencias inevitables en la cuestión del poder. Aunque lejos estemos todavía de una sociedad que dé las mismas posibilidades a hombres y mujeres en el acceso a éste, no se debe solamente a los obstáculos masculinos sino a la priorización que dan las mujeres a los valores privados que las vuelve refractarias a la lucha del poder por el poder.

Se espera que en el futuro habrá muchas mujeres en los centros de poder, pero no será el poder político el último bastión masculino en caer; será el poder económico el más lento en abrirse a las mujeres.

Estas, sugiere Lipovetsky, manifestarán mayor inclinación por puestos de responsabilidad política que comprometerse en luchas por grandes puestos de poder en las empresas. "Aceptarán mejor sacrificar una parte importante de sus vidas privadas por causas que vehiculicen un sentido de progreso para los otros, que expresen un ideal común, que sacrificarse por funciones económicas marcadas sobre todo por el gusto del poder por el poder".

LA TERCERA MUJER

La Tercera Mujer rechaza el modelo de vida masculino, el dejarse tragar por el trabajo y la atrofia sentimental y comunicativa. Ya no envidia el lugar de los hombres ni está dominada como diría el psicoanálisis por el deseo inconsciente de poseer el falo. Representa una suerte de reconciliación de las mujeres con el rol tradicional, el reconocimiento de una positividad en la diferencia hombre-mujer. "La

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