La Voluntad y el consumo de sustancias psicoactivas
burbannoEnsayo6 de Junio de 2022
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LA VOLUNTAD Y EL CONSUMO DE SUSTANCIAS SICOACTIVAS
A lo largo de la historia, muchas personas (desde Aristóteles hasta Oprah) han tratado de entender por qué existen los hábitos, sin embargo, sólo en los últimos treinta años varios especialistas de distintas áreas de estudio se han enfocado en comprender cómo funcionan los hábitos y, sobre todo, cómo se modifican en la aplicación de un íntegro y efectivo plan de rehabilitación.
A pesar de que no hay una serie de pasos garantizados que le sirvan a todo el mundo, hoy en día sabemos, dados diversos estudios que, al cambiar de hábitos, hizo falta una alteración que reemplazara el viejo hábito e introdujera uno nuevo. Pero eso no bastó, pues para que un hábito reconfigurado se mantenga, se debe además querer el cambio y creer que éste es posible, conclusión no sólo basada en evidencia científica, sino también en aquella de corte filosófica.
El desarrollo de la voluntad, el deseo y el apetito en el consumo masivo del alcohol y las drogas en el plano filosófico son la motivación de este ensayo, que no tiene un objetivo distinto al de analizar las posibles maneras en las que alguien puede empezar o dejar de consumir sustancias sicoactivas, así como lo que pasa cuando se inicia esta conducta. Claro está que el alcoholismo es más que un hábito. Es una adicción física con raíces psicológicas y quizá también genéticas, que además pueden explicarse a partir de varias corrientes filosóficas.
La importancia que filósofos racionalistas le dan a la voluntad, como Baruch Spinoza, y el posterior desarrollo que le darán a ésta los filósofos contemporáneos como lo es Friedrich Nietzsche, me empuja a escarbar las bases teóricas del concepto y tratar de explicar en qué consiste y qué consecuencias prácticas tiene en las sociedades actuales.
Para Spinoza, en todo hay una inclinación innata por continuar existiendo, por perseverar en sí mismo. El conatus, que define brevemente como “la voluntad de vivir, por lo que se definen todas las cosas. Es el esfuerzo de perseverar en el propio ser, y constituye una ley general para toda la naturaleza y sus infinitos atributos” (1677. p, 12). A pesar de que la primera aparición del concepto se debe a los estoicos, que le definían como un instinto de conservación del hombre y las bestias en sentido general, distintos pensadores clásicos extendieron el uso de la palabra, y Spinoza terminó de desarrollarlo a fondo.
El ser humano no es ninguna excepción a este principio fundamental de los seres, el conatus, pero durante sus estudios, Spinoza trasciende la concepción de voluntad, marcando una distinción: la conciencia del conatus como factor diferencial del alma humana. Spinoza afirma que la voluntad no es más que este esfuerzo por perseverar, empero, cuando se refiere a alma sola, y que el apetito surge cuando el esfuerzo desenfrenado incluye alma y cuerpo. A su vez, también hay un tercer factor: el deseo.
“[…] entre «apetito» y «deseo» no hay diferencia alguna, si no es la de que el «deseo» se refiere generalmente a los hombres, en cuanto que son conscientes de su apetito, y por ello puede definirse así: el deseo es el apetito acompañado de la conciencia del mismo” (Spinoza, 1677. p, 132). Cuando se quiere algo conscientemente, se está deseando, y se está en una posición de poder establecer planes íntegros de superación personal.
Así, por ejemplo, cuando una persona ha decidido ingresar a alguna organización o iglesia de rehabilitación, su apetito de mejor salud mental, física y espiritual se volvió en una conducta consciente (esto, por supuesto, cuando la persona lo decide por su propia cuenta), tiene una óptica clara del panorama, y se empieza preguntar quién es. Los grandes cambios sugieren una transformación en lo más interno del ser. Una búsqueda de la identidad real de la persona, del Súper-Hombre, como diría Nietzsche.
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