ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La actitud materna de solicitud ansiosa primaria


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2021  •  Apuntes  •  3.114 Palabras (13 Páginas)  •  81 Visitas

Página 1 de 13

La actitud materna de solicitud ansiosa primaria es una forma especial de lo que David Levy (45) ha llamado maternal overprotection, durante el primer trimestre de vida. Este concepto ha sido usado un poco a la ligera por diversos autores y cubre una extensa gama de formas de comportamiento y de actitudes, sin ocuparse de motivaciones subyacentes. Creemos que la solicitud materna primaria ansiosa va unida a lo que Benjamín Spock ha llamado el cólico de los tres meses en el lactante. El cólico de los tres meses es un trastorno muy conocido en los medios pediátricos. El cuadro clínico es el siguiente: pasada la tercera semana de vida, y hasta el fin del tercer mes, el niño empieza a gritar por la tarde. Puede tranquilizársele de momento dándole de comer. Parece como si estos niños sufriesen dolores de cólico. Nada se consigue aunque se le cambie el pecho por el biberón o el biberón por el pecho, o se le varíe de algún modo la fórmula de alimentación. Se ha probado una serie de medicamentos, entre otros la atropina, casi siempre sin éxito. Las deposiciones de estos niños no tienen nada de patológico, si bien en ciertos casos se aprecian ligeras diarreas. Los dolores del niño duran varias horas, se calman y vuelven a empezar al día siguiente. Después de tres meses, aproximadamente, este trastorno tiende a desaparecer de forma tan inexplicable como apareció, con gran satisfacción de la madre y de su pedíatra. Me sorprendió una interesante observación de los pedíatras españoles y sudamericanos. Habían observado también el cólico de los tres meses, pero lo habían llamado dispepsia transitoria 1 (2, 3). Por otra parte, Finkelstein (10) ha descrito un estado similar con el nombre de Spastische Diathese, y Weill (74) ha atribuido su causa a una incapacidad de digerir la leche materna. Alarcón (2, 3), primero, y más tarde Soto (60), observaron, sin embargo, que el cólico de los tres meses no se da en los niños acogidos a instituciones. Puedo confirmar plenamente esta observación por propia experiencia. El cólico de los tres meses no creó ningún problema en las diferentes instituciones donde he estado observando niños. No aparecía en absoluto en las instituciones en que los niños se criaban 1 En español en el original. (N. del T.) sin la atención materna. Resultaba algo más frecuente en una de las que observamos, la llamada Nursery, en la cual las relaciones madre-hijo eran relativamente mejores, y aun aquí era bastante raro. Por el contrario, solía aparecer en el número relativamente pequeño de niños de familias particulares que observamos. Soto explica la ausencia del cólico de los tres meses en las instituciones diciendo que allí los niños no están mimados. Observó un número considerable de ellos de un asilo para niños abandonados y describe del modo siguiente la forma en que eran tratados: "La nodriza los toma en brazos únicamente en el momento de la tetada, con la indiferencia de quien maneja a un niño que no es su hijo." Ninguno de los niños observados por Soto en tales instituciones padeció el cólico de los tres meses, excepto uno. Este fue adoptado a la edad de seis semanas por una señora que Soto presenta como muy tierna con el niño, llevándole mucho en brazos, jugando con él constantemente, y que logró en pocos días que el niño se hiciese llorón y padeciese cólico. En opinión de Soto, este es el resultado de la solicitud exagerada de esta señora y del desorden introducido en el régimen regular y sistemático que existía antes. Soto piensa que el régimen del asilo de niños abandonados, rigurosamente regulado al minuto, y la falta absoluta de solicitud materna explican la ausencia del cólico de los tres meses. Esto se completa por una observación de Spock, quien abunda en la opinión de que la solicitud exagerada de la madre está notablemente ligada a la etiología del cólico de los tres meses. Queda por saber cuál de las múltiples formas que puede tomar la solicitud materna exagerada actúa en estos niños y de qué manera. Ha sido publicada recientemente por Milton Levine y Anita Bell una serie de interesantes observaciones sobre lactantes que padecían el cólico de los tres meses. Spock había observado ya que los casos estudiados se producían regularmente en niños criados en sus familias. Soto había escrito que el trastorno no ocurría en niños criados en instituciones. Levine y Bell observaron a veintiocho lactantes, criados todos por sus propias madres, en familia, y que seguían el régimen self-demand (horario a voluntad, alimento al ser pedido): todos ellos padecieron el cólico de los, tres meses. Esta observación introduce una nueva faceta en nuestro cuadro. La self-demand exige que la madre dé al niño alimento (sea este pecho o biberón) cada vez que este lo desee. Tal principio está bien ilustrado por el informe de un obstetra que, entusiasmado con la idea de la self-demand, la introdujo en su clínica, observando que, tras los primeros días del nacimiento, los niños fueron alimentados hasta veintiocho veces en veinticuatro horas. No me parece exagerado decir que una madre que acepta la self-demand muestra una solicitud hacia su hijo, y que tal solicitud puede tomar muy bien la forma de una solicitud ansiosa exagerada. Levine y Bell añaden un segundo factor observado por ellos, factor del cual no habla Spock, aunque Finkelstein por un lado, y Alarcón por otro, parecen sospecharlo. Se trata de que los veintiocho lactantes en observación mostraron hipertonía desde el principio. Se entiende por esto un tono más señalado en la musculatura en general, y en particular en la musculatura abdominal y de los movimientos intestinales. Probaron entonces una terapia muy antigua, dando a estos niños un chupete, con lo cual desaparecieron de golpe los cólicos que habían resistido a los esfuerzos encarnizados de los pedíatras. ¿Cómo explicar la sorprendente eficacia del chupete? ¿Cabe formular una hipótesis teórica a propósito de las fuerzas dinámicas que actúan en esta terapia? Para llegar a esta hipótesis consideremos los datos recogidos sobre el cólico de los tres meses. Observamos dos factores en la etiología del trastorno: la solicitud materna exagerada, por un lado, y, por el otro, una hipertonía en los niños desde el nacimiento. Propongo, pues, la hipótesis de una etiología compuesta de dos factores concurrentes; es decir, que si ciertos niños recién nacidos con hipertonía congénita son criados por madres que muestran exagerada solicitud ansiosa, pueden padecer el cólico de los tres meses. Esto nos ofrece una hipótesis de acuerdo con el postulado de Freud sobre la serie complementaria en la etiología de la neurosis de que hablamos en la introducción (punto 9); es decir, la suposición de la existencia de una complacencia somática. Las condiciones en el lactante son bien sencillas: no hay conflictos entre el yo y el super-yo, ya que ninguno de ambos está presente ; se establece un círculo vicioso entre la hipertonía del niño y la exagerada solicitud de la madre, particularmente cuando se emplea la self-demand. Es lógico pensar que una madre que demuestra solicitud exagerada tiende a reaccionar en todas las manifesta90 ciones de desagrado de su hijo dándole de comer o de mamar. Puede incluso suponerse que es la hostilidad inconsciente de estas madres hacia sus hijos la que les proporciona un sentimiento de culpabilidad sobrecompensado. Por esta sobrecompensación aceptan el régimen self-demand e incluso insisten en él, lo cual toma, desde el punto de vista de la madre, ciertamente, el aspecto de una penitencia por el deseo de no dar nada al niño y aún menos el pecho. Es relativamente fácil descubrir los factores psicológicos y el dinamismo en el comportamiento de estas madres. Resulta más difícil cuando nos hallamos ante la personalidad indiferenciada del niño de tres semanas. No obstante, aquí viene en nuestro auxilio la fisiología. Un niño hipertónico tendrá necesidad de descargar mucha más tensión que un niño tranquilo y plácido. El órgano principal de descarga durante la primera infancia, las primeras semanas de vida, es la boca. La necesidad de estas descargas ha sido demostrada por Levy (44) con experiencias en perros y en niños. Cuando estos no tenían oportunidad de chupar el pezón durante un tiempo bastante largo, porque la leche fluía muy rápidamente, tendían a reemplazar este defecto de descarga con chupadas mucho más frecuentes de los dedos u otros objetos. Podemos distinguir ahora dos funciones de los procesos de la ingestión de alimento: a) la ingestión del alimento en sí que al propio tiempo satisface el hambre y la sed, y b) la descarga de tensión, o, si se prefiere, la satisfacción de la mucosa bucal por la actividad de los labios, de la lengua y del paladar durante el acto de chupar. Es lógico que la tensión que se descarga por la actividad oral no se origine en la zona oral, sino en la tensión libidinal general del niño. Las investigaciones de Levy tienen su paralelo en las del psicólogo K. Jensen (39). A través de una serie de experimentos realizados en varios centenares de recién nacidos, pudo este demostrar que inmediatamente después de nacer todo estímulo producido en cualquier parte del cuerpo tiene por respuesta el reflejo de la succión. Estos estímulos consistían en estímulos neutros, llegando incluso a los dolorosos, como era el tirarle al niño de los pelos, pellizcarle y hasta dejarle caer desde una altura de treinta centímetros. Es lícito, pues, concluir que toda elevación de tensión encontrará su descarga durante las primeras semanas del niño en la actividad oral. 91 Si después de este rodeo volvemos a los niños observados por Levine y Bell, podemos deducir la siguiente conclusión: puesto que estos niños eran hipertónicos, expresaban con harta frecuencia su necesidad de descarga de tensión con manifestaciones de desagrado. Las madres reaccionaban a ello dándoles alimento. Podemos presumir que estas madres, en su exagerada solicitud, eran menos capaces de distinguir si el niño tenía hambre o si chillaba por otra razón, que otras madres con menos sentimiento de culpabilidad. En consecuencia, el niño recibía la descarga de tensión por la comida, que le introducían estimulando su boca. Pero no era alimento lo que estos niños necesitaban, sino una descarga oral y, por ello, la comida solo podía tranquilizarles temporalmente. Por otra parte, de su hipertonía se derivaba un aumento de actividad del aparato digestivo y, naturalmente, el alimento superfluo introducido hacía crecer la irritación de aquel. Se desarrolla así un círculo vicioso: el niño hipertónico descarga, chillando o agitándose, la tensión que no había descargado durante la mamada normal. La madre, en su solicitud, exagera la self-demand y alimenta inmediatamente al niño. En esta mamada se descarga cierta cantidad de tensión, y el niño se calma durante un breve período. El alimento recibido por el niño sobrecarga el, aparato digestivo y renueva el estado de desagrado, al cual el niño reaccionará con nuevos gritos y cólicos. La madre no concibe los gritos del niño sino en el marco del régimen self-demand, y empezará de nuevo a darle alimento, continuando de esta manera el círculo vicioso. ¿Cómo puede explicarse que desaparezca este fenómeno cuando el niño llega, más o menos, a la edad de tres meses? Ante todo, puede suponerse que después de tres meses basta las madres con sentimientos de culpabilidad o sin experiencia se habrán cansado del constante sacrificio que supone la self-demand, o bien habrán adquirido algo más de experiencia en lo que respecta a los gritos de sus hijos, y evitarán una interpretación excesivamente literal de las exigencias del lactante. Pero lo más importante es que el niño, en el transcurso del tercer mes, desarrollará sus primeras respuestas dirigidas e intencionales, respuestas volitivas para los que le rodean. Entonces se establecen las primeras relaciones sociales y el primer objeto precursor ; se presentan los primeros desplazamientos de catexia en los vestigios de memoria y empieza la actividad mental, así como otras 92 actividades corporales, como son los movimientos experimentales y la participación del niño en todo lo que pasa a su alrededor. Se inician los primeros ensayos de locomoción. En otras palabras, en el transcurso del tercer mes es cuando el niño cuenta con una variada gama de actividad mental, afectiva y física. No solo dispone de esta actividad mental, sino que es capaz de servirse de ella para descargar tensiones. Con esto, la zona oral ya no es la única que sirve estas descargas, como ocurría al principio, y cuando el niño logra descargar la tensión por otros medios, dirige cada vez menos sus exigencias hacia la madre, por lo que el círculo vicioso de tensión, que conduce a la mamada de la self-demand, cuya consecuencia es el cólico, se interrumpe. La terapia empleada por Levine y Bell, el despreciado chupete, es un dispositivo simple y al mismo tiempo ingenioso que interrumpe el círculo vicioso descrito. Lo hallaron recurriendo a la profunda sabiduría de nuestras abuelas. Sin embargo, no puedo asignarles la responsabilidad de la teoría del círculo vicioso que acabo de describir, pues desconozco si la aceptarían o no. Pero creo que el chupete dado al niño que padece el cólico de los tres meses llega a curarle porque proporciona un medio de descarga a la tensión de impulso oral que padece, sin introducir inoportunamente el elemento nocivo de comida innecesaria en el aparato digestivo. Es lícito suponer que existen también otros métodos para descargar la tensión de impulso del lactante en esta edad pasiva, cuando no dispone de medios para hacerlo activamente. Sospecho que otro dispositivo pasado de moda, convertido en objeto tan despreciable como el chupete, podría servir para tal fin. Me refiero a la cuna y al acto de mecer al niño. Nuestras abuelas sabían de sobra que el chupete tranquilizaba al niño; nosotros lo hemos condenado, hipnotizados por los peligros de la infección, porque dicen que no es higiénico. ¡Como si no pudiera hervirse un chupete de caucho! Nuestras abuelas sabían también que si se mece a un niño, este se tranquilizará y se dormirá apaciblemente. No obstante, hemos desterrado la cuna sin razón válida, que yo sepa. Pero ¿no es evidente que un niño hipertónico podrá descargar gran parte de su tensión si se le mece durante un período relativamente prolongado? Me parece que esto se evidencia hacia el tercer mes, cuando el lactante consigue procurarse él mismo sus descargas por movi93 mientos del cuerpo y deja de padecer el cólico de los tres meses. Estoy convencido también de que los primitivos, al llevar su niño a la espalda o en la cadera durante todo el día, ofrecen al lactante una descarga de tensión, debida, por una parte, al movimiento constante transmitido, y por otra—y esto puede ser todavía más importante—, a los innumerables contactos cutáneos, los contactos del cuerpo, la transmisión de estímulos térmicos, etc. Podemos preguntarnos legítimamente si la distancia que inter ponemos entre nuestros hijos y nosotros con los vestidos, coche de niño, muebles, etc., no les privará del contacto cutáneo, de estímulos musculares y sensibilidades profundas y de balanceos que las naciones menos adelantadas prodigan a sus hijos. Este desarrollo es relativamente reciente en la cultura occidental, pues data de menos de cien años. Hay motivos para preguntarse si el hecho de privar al niño de estos estímulos que la Naturaleza ha garantizado a todos los mamíferos no les inflige un grave perjuicio; si este progreso de nuestra cultura no habrá tenido graves consecuencias que empiecen a manifestarse progresivamente, debido al tiempo necesario para la generalización de las costumbres en una sociedad tan estratificada como la nuestra. Unas palabras más sobre el régimen self-demand (horario a voluntad). No saquemos en consecuencia que lo condeno; creo que solo puede ser nocivo en los hipertónicos, que, después de todo, constituyen minoría. Para los demás, este régimen resulta admirable. Y, naturalmente, la self-demand no es el único medio que tiene la madre para expresar una solicitud exagerada hacia su hijo, sea este hipertónico o no. Por ello encontraremos también el cólico de los tres meses en niños no sometidos a la self-demand, pero tampoco debemos creer que esta hipótesis se aplica al ciento por ciento de los casos; deben de concurrir otras condiciones además de la coincidencia de la hipertonía del niño con la solicitud exagerada de la madre. Destaca claramente la concomitancia de ambos factores y su función en la etiología del cólico de los tres meses. Es una característica del estadio en que se encuentra el lactante en esta época, donde la diferenciación entre psique y soma es incompleta y el dinamismo es más evidente en el psiquismo de la madre que en el del niño. Porque, al parecer, tenemos por parte del lactante una complacencia somática, mientras que por la de la madre observa94 mos una actitud esencialmente psicológica, en la que el comportamiento materno obedece a sentimientos de culpabilidad. Creo, sin embargo, que la complacencia somática del niño puede considerarse parcialmente psicológica, pues consiste en estados de tensión de impulso. A esta edad, los estados de tensión son precursores, y en cierto sentido equivalentes, de los afectos que únicamente se desarrollarán después de ser establecido el yo. Estamos, pues, más cerca de la fisiología que de la psicología; pero de estos estados psicofisíológicos y de las respuestas resultantes es de donde más tarde habrán de desarrollarse o separarse estructuras y funciones netamente psicológicas. Por ello nos hemos extendido tanto sobre este desorden arcaico de las relaciones entre madre e hijo, ya que muestra una de las formas más antiguas, un precursor de los trastornos de las relaciones objetales que se desarrollarán después. Es interesante observar hasta qué punto prevalece en esta época lo somático en las dificultades de las relaciones entre madre e hijo, siendo así que más tarde, después de la formación del yo, dominarán los desórdenes del comportamiento. Hemos de añadir aún que en estos dos niveles diferentes, el de antes y el de después de la formación del yo, las leyes del funcionamiento serán distintas. El trastorno de que hemos hablado ocurre durante el primer período de transición, de lo puramente somático, al segundo período, en el que de la función somática se separa la función psíquica. En consecuencia, durante el primer período nos encontramos ante una mezcla inextricable de ambas formas de funcionamiento, de modo que existe un engranaje casi tangible de las causas físicas y psíquicas. Cabe preguntarse si en los trastornos que se producen en época mucho más avanzada, e incluso en el adulto, habrá regresiones parciales a estos estadios. Tal vez pudiese ocurrir por fijaciones formadas en una época arcaica. Estas fijaciones hacen posible o facilitan lo que se llama la somatización, la participación orgánica en el cuadro de la neurosis o de la psicosis.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (19 Kb)   pdf (59.8 Kb)   docx (13.4 Kb)  
Leer 12 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com