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La importancia del tiempo en la significación de lo inédito en los procesos de lo adolescente


Enviado por   •  15 de Junio de 2022  •  Informes  •  2.166 Palabras (9 Páginas)  •  35 Visitas

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El Grafo del Entretiempo de la sexuación es un esquema conceptual que intenta dar cuenta de procesos y trayectos subjetivos cuyos tiempos responden a una lógica intersubjetiva entramada con lo social.

Consigna  

“Partiendo de la pubertad como un intenso despertar sexual y vertiginosas transformaciones en lo real del cuerpo, se configura un tiempo lógico de procesos psíquicos y experiencias intersubjetivas que Grassi conceptualizó como entretiempo de la sexuación” (Néstor Córdova; Grafo de los procesos adolescentes y trayectos subjetivos. Entretiempo de la sexuación en tiempos de urgencias subjetivas.)

A partir de esta consigna y tomando como referencia el grafo y los textos describa los procesos psíquicos que conducen de la primacía del lo puberal a los logros de la juventud incluyendo en el recorrido las siguientes palabras claves.

Palabras claves: 1 trauma puberal; 2 extravío; 3 duelo historizante; 4 desasimiento; 5 yo ideal/ ideal del yo; 6 proyecto identificatorio.

Título: finalmente encabece su escrito con un título de su autoría que exprese creativamente un aspecto conceptual o idea de ese recorrido que desea destacar.

 

[pic 1]

Universidad de Buenos Aires

 Facultad de Psicología

Segundo Parcial – Integrador

Materia: PSICOLOGÍA EVOLUTIVA ADOLESCENCIA, CÁTEDRA II.

Titular: LIC. NÉSTOR CARLOS CÓRDOVA

Docente: MIGUELEZ, CECILIA

Comisión:

E-mail:

Título: La importancia del tiempo en la significación de lo inédito en los procesos de lo adolescente

Segundo cuatrimestre, año 2022

Lejos de abrazar un paradigma evolucionista que conceptualice el crecimiento como una cronología de etapas donde primen la incompletud y la inmadurez, Grassi (2018) propone pensar el “estado creciente” entrelazado a circunstancias sociales, políticas, familiares, corporales, históricas, culturales, vinculares y sexuales. En otras palabras, el crecimiento debe tomarse desde una perspectiva de la complejidad que reúna, señale e incluya un diálogo entre fenómenos de distinta índole social, individual, sexual o cultural que puedan conjugarse en red. De este modo, pensar en red (Najmanovich, 2008) permite ensamblar y trazar similitudes o diferencias en la diversidad de factores que inciden en el crecimiento. Al pie de esta introducción podemos decir que el estado del creciente atraviesa avances, retrocesos, sorpresas, demoras, obstáculos y desorientaciones, por ende no existe un plan fijado y definido que dé cuenta de las transformaciones del creciente. Por lo tanto, debemos conceptualizar al creciente como un sistema abierto en donde se encuentra involucrado en entramados sociales, familiares, vinculares, afectivos que lo instan a construir su propia subjetividad en el encuentro con los otros y uno mismo. No obstante lo dicho, los apremios puberales, corporales, sexuales y culturales estrujen aquel tiempo indispensable que necesita el creciente para encontrarse, para atravesar cambios psíquicos-corporales y para reconocerse en su propio deseo (Cordova, 2021). Por este motivo, Grassi (como se citó en Cordova, 2021) propone un entretiempo de la sexuación que denote aquellos tiempos lógicos que requieren los procesos psíquicos, los recorridos subjetivos y las experiencias intersubjetivas para guiar los trabajos de lo puberal, lo adolescente y los logros de la juventud. Estos tiempos lógicos serán el remedio para la inmadurez (Winnicot, 1979).   

 Para recorrer los tiempos del entretiempo de la sexuación, comenzaremos primero con la primacía de lo originario puberal. Sobre la base de un proceso originario, en donde el deseo y la función materna son los encargados de libidinizar y fundar el corpsi (Cordova, 2010) del infante, se pone en marcha la puesta en acción de un cuerpo que antes devenia soma gracias al interjuego de los procesos psicosomáticos maternos y el propio cuerpo. Los afectos, las caricias, la tonalidad de la voz, los olores y los cuidados maternos serán las representaciones pictogramaticas que inscribirán la zona con el objeto complementario (pecho, boca) para representar en el infante una parte de su propio cuerpo, es decir una fusión (Cordova, 2010). De acuerdo con estas afirmaciones podemos situar a la sexualidad inconsciente materna (deseo, caricias, cuidados) como la causa de la iniciación de la sexuación del infante en una teoría de la seducción generalizada. (Lapache, como se citó en Cordova, 2019). [pic 2]

 Con el desembarco de la pubertad, el cuerpo del infante recibirá exigencias desde la genitalidad, las transformaciones corporales y una embestida pulsional que desborda de sensualidad. De esta manera, al despertar temprano de la sexualidad infantil implantado por la función materna y la pulsión del saber que deriva de pequeñas investigaciones sexuales (Grassi, 2010) le confluirá una sexualidad con primado genital. Por lo tanto, se establece la confluencia del bifasismo sexual y se origina el trauma puberal. Cabe aclarar que la sexualidad genital no es una continuidad o una reedición de la infantil, sino que son dos tipos de sexualidades diferentes que están entrelazadas inexorablemente. Por ello, este trauma manifestado por la intensidad de lo real del sexo - que expresa la genitalidad - imposibilitado de poner en palabras (representaciones), da lugar al extravío, el cual provoca un desconcierto (corporal y psíquico) necesario que promoverá el despliegue de trabajos psíquicos de duelo e historización, facilitando la elaboración del trauma puberal. De esta manera, la reanudación de las escenas puberales incestuosas y las fantasías edípicas serán el material preciso para los trabajos de lo adolescente a fin de elaborar, actuar y poner en palabras aquello que no pudo ser representado por su precocidad e incapacidad de respuesta. Consecuentemente, esto nos lleva a señalar la creatividad que tiene el adolescente para significar lo nuevo y generar una integración psicosomática que lleva a implicar activamente al adolescente en el trauma puberal. Por ende, los procesos adolescentes impulsan los trabajos de la juventud caracterizados por el hallazgo de un encuentro amoroso con un Otro no familiar. En este sentido, encontramos que el hallazgo de objeto para Freud (1905) tiene que ver con el reencuentro de aquel objeto perdido, mientras que para Grassi (2010) la categoría de alteridad, que supone el encuentro con un Otro no familiar, impulsará a descubrirse, reconocerse y encontrarse en su propio deseo. Sería preciso trazar una relación entre el planteo de la alteridad y la definición que hace Pujet (1999) de la adolescencia como la puesta en acción de un cuerpo sexuado vincular para poder situar aquella inclinación de lo adolescente en producir vínculos amorosos que se alejen de aquel narcisismo familiar que lo supo contener. Es por eso mismo que la barrera del incesto con sus consecuentes preceptos morales y el resurgimiento de las fantasías edípicas reactivadas por lo puberal conllevan al creciente a buscar otros vínculos por fuera de las figuras parentales (Freud, 1905), por lo que cae la idealización del niño maravilloso y los padres de la infancia (Cordova, 2019). En relación a esto, aparecen fantasías inconciente que acompañan el desasimiento de las figuras parentales como la fantasía del asesinato que traza necesariamente una muerte simbólica e inconciente de los progenitores para expresar un consecuente triunfo personal (Winnicot, 1979). Ahora, esta muerte simbólica se traduce en cambios psíquicos que el adolescente debe elaborar mediante un proceso de duelo historizante, cuyo principal rasgo es el de transitar pérdidas sucesivas que revisten al yo en su recorrido histórico. Es por eso que Freud (citado en Cordova, 2019) describe al duelo como un proceso doloroso que se ejecuta pieza por pieza sobre los recuerdos y enlaces libidinales que estableció el sujeto en lo originario de su sexualidad infantil. En esta línea, un trabajo de historización necesariamente debe captar y resignificar en la memoria y la historia ese tiempo pasado y perdido de la infancia para investir un futuro (Aulagnier, 1991). Así-mismo, los recuerdos, sensaciones y afectos infantiles en su conjunto tomarán lugar en un fondo de memoria que vendrá a reflejar los anclajes estables que permitan al yo, en proceso construcción, apoyarse y garantizar fidelidad. Por otro lado, Pujet (1999) aporta un “doble trabajo de historización”, en el que el adolescente se historiza a través de la marca que deja un Otro en función de inaugurar un cuerpo vincular sexuado, como así también a partir de una historia que le pertenece y debe asumir. A través de estas conceptualizaciones, podemos identificar un “pasaje de firma” (Aulagnier, 1991), en donde el adolescente se lanza a escribir su autobiografía. En simples palabras, podemos decir que el duelo historizante es un trabajo singular y fundamental que en su recorrido abre puertas desconocidas llenas de nuevos sentidos (Cordova, 2019).[pic 3]

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