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La prostitución pública


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2012  •  829 Palabras (4 Páginas)  •  323 Visitas

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La prostitución pública no es un mal necesario sino una terapia social. La mismas “tiernas pajaritas de la noche” -como llama García Márquez a las meretrices- dicen que los hombres acuden donde ellas para desfogarse, y es cierto. Imagínense como sería nuestra sociedad si no hubiera ese desfogue de los impulsos sexuales represados. En la prostitución lo único de malo, si lo hubiera, es que entraña el riesgo del contagio de enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el SIDA. En tal sentido, la prostitución es un problema de salud pública, sobre todo, cuando su ejercicio es callejero o informal. Siendo así que resulta incontrolable aún con una vigilancia epidemiológica especializada y con represión policial y municipal. En el mercado prostibulario hay que proteger tanto la oferta como la demanda. Sobre todo, a las tiernas pajaritas de la noche. Ellas se merecen una atención sanitaria de la mejor calidad en forma gratuita y

oportuna; brindándoles todas las facilidades del caso. Tanto por ellas, como por todos nosotros que conformamos la sociedad. Ante una epidemia todos somos iguales. Ya no debe concebirse la prostitución como un problema policial, reprimible. Nunca más deben presentarse los cuadros de cacerías nocturnas de meretrices en la vía pública para luego conducirlas a las comisarías en jaulas motorizadas, similares a las perreras cuando se hacen campañas antirrábicas. Hasta los animales tienen una sociedad que los protege. En diversas sociedades y épocas se ha pretendido erradicar a las meretrices y nunca se ha logrado. Existen innumerables antecedentes, en Francia por ejemplo, por una ordenanza real en 1719 se lanzó una redada y se les desterró en barcos a la Louisiana y otras colonias en el Caribe. Hoy en día Paris es una ciudad cosmopolita y atractiva para las meretrices de diversa procedencia, especialmente de Europa del este y de África. Se prohíbe, especialmente el proxenetismo y la migración clandestina. Si se trata de instaurar zonas rosas en Lima, lo justificaría, sobre todo, por el control sanitario.

Lima ahora es tan extensa que sugiero la ubicación en cada cono de Lima y en lugares de fácil acceso. Las llamadas “zonas rosa” serían una especie de enormes supermercados o templos fragantes y coloridos consagrados al placer, muy higiénicos con todos los servicios integrados, entre ellos el servicio de médicos con laboratorios bien equipados. En el diseño deben intervenir urbanistas, epidemiólogos, publicistas y

sociólogos. La fisonomía del espacioso edificio debería ser carnavalesca. Hay que tener presente que sería un mercado de ilusiones en donde se permiten ciertas licencias necesarias y beneficiosas para la sociedad. Donde la vida en esos momentos sea exultante. La dignidad del megaproyecto de lupanar amerita un extraordinario arquitecto: Rodolfo Tisnado, uno de los peruanos de mayor éxito profesional en el extranjero con obras

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