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Licenciado En Educacion


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2011  •  6.753 Palabras (28 Páginas)  •  508 Visitas

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RESUMEN

Muchos autores afirman que la lectura y escritura deben ir unidos, porque ambos se dan gradualmente e interactúan en el proceso de enseñanza -aprendizaje. A partir, de ésta experiencia personal considero que la escritura es el resultado del aprendizaje de la lectura, o sea, el reconocimiento de las letras: signos, símbolos, representaciones, entre otros. Es decir, cuando el niño conoce y reconoce los signos y símbolos, procede a expresar en forma escrita. Plasmando con su mano de tinta a papel. Para escribir necesariamente , debe tener una coordinación de motricidad fina; sensorio – motora, en la coordinación de sus sentidos; visomotora, la coordinación específica entre su visión – táctil.

En el presente ensayo abordo la temática a de la problemática de la lectoescritura desde la experiencia personal como una forma de proponer alternativas para una efectiva enseñanza de la lectoescritura en nuestros niños. La principal justificación es la presencia de problemas de aprendizaje de lectoescritura en nuestros niños y por consiguiente también en la ausencia de una método o técnicas adecuadas para la enseñanza y aprendizaje de la lectoescritura en las escuelas rurales. Asimismo , el objetivo central del presente ensayo es Identificar la problemática de la enseñanza aprendizaje lecto escritura en nuestra escuelas rurales y proponer a partir de mi experiencia personal alternativas de solución a esta problemática.

EL MODELO EDUCATIVO

Tenemos que reconocer que en nuestro país, el sistema educativo todavía se mueve en parámetros muy tradicionales y conservadores, que parten de la premisa de que el niño vale por lo que puede llegar a ser después. Es decir, educamos pensando siempre en un futuro incierto y descuidamos permanentemente el “aquí y ahora”, que es lo único certero que tienen los niños. Hablamos del niño como hombre del mañana o como profesional del mañana, y aunque este modo de ver la infancia ha sido superado con creces y desde hace mucho tiempo por la Psicología, en la práctica todavía es un modelo imperante y fuerte.

El modelo educativo está pensado en el futuro: los jardines de infancia preparan para los colegios, los colegios preparan para la Universidad y la Universidad prepara para la vida profesional. Es decir, como expresa el Doctor Tonucci, todo está basado en la hipótesis de que las cosas importantes siempre han de venir después.

Sin embargo, es precisamente al revés. Ya que es justamente lo que sucede “antes” lo verdaderamente importante, porque es la infancia la etapa más importante de la vida , en la cual se sientan las bases para el desarrollo de la personalidad y de la inteligencia del ser humano.

Hemos de reconocer además que nuestro sistema educativo, en la práctica, considera que todos los niños son iguales o que por lo menos deberían serlo. No fomentamos lo que tanto necesita nuestra infancia: una aceptación de la diversidad. Generalmente, cuando un niño no aprende, lo atribuimos a su falta de habilidades, a algún problema específico o a la falta de apoyo en la familia. Es muy frecuente que los maestros implicados y las metodologías utilizadas queden al margen de la revisión.

El Doctor Tonucci propone una nueva cultura de la infancia, como la cultura del presente, la del “niño de hoy”. Un presente, en donde el juego tenga valor y sea considerado como un requisito indispensable para la estabilidad emocional del niño y para el desarrollo de su inteligencia.

LA PROBLEMÁTICA DE LA LECTO ESCRITURA

La problemática de la lectoescrutura es grave en la zona del distrito de Salitral, puesto que allí muchos niños llegan al final de la educación primaria sin poder leer o escribir adecuadamente. Poseen demasiados yerros ortográficos, no diferencias sonidos entre consonantes ( p,b – s,z por ejemplo)Dentro de esta concepción de la infancia, enseñar a leer no es enseñar a descifrar o decodificar palabras. Es transmitirles a los niños el placer por la lectura, la necesidad de comunicarse y de ser comunicados. Enseñar a leer es contagiar una pasión. Si el ideal es que nuestros niños alcance la competencia de saber leer y escribir bien, queda al aire la pregunta de ¿qué cosa estamos haciendo mal?

Y no tenemos que partir de la premisa de que los niños no saben. ¿Cómo que no? Los niños con los que trabajamos han nacido en ambientes letrados y por lo tanto saben que los libros son para leerlos y desde muy temprana edad, en sus hogares, cogen cualquier texto, en cualquier posición, y hacen como si leyeran. (¿o leen?) ¿Acaso, cuando están en la calle, no van señalando letreros y diciendo en voz alta lo que dice? Si es que hay transmisión de significados, entonces indudablemente estamos hablando de lectura. Los niños reconocen su nombre, que es lo más cercano a ellos, desde los dos años, y poco tiempo después, reconocen el nombre de sus compañeros. Para ellos, los grafemas convencionales tienen distintos nombres: al grafema M no lo llaman “eme” sino por ejemplo: esa es la letra de mi mamá o esa es la letra de Mateo. Sin embargo, hacemos caso omiso a todos sus aprendizajes y creemos que no saben nada.

Algo similar sucede con la escritura. Sus primeros trazos los consideramos casi “despectivamente” como garabatos. Pensamos que arruinaron la pared con plumón, arruinaron un trabajo o el libro del hermano. Debemos reflexionar al respecto, porque por lo general, los primeros intentos de escritura espontánea del niño, son reprimidos por el adulto y hasta a veces castigados.

Las fallas de los más pequeños nos causan alegría e hilaridad. Pero cuando el niño hace su ingreso al sistema escolar todos, padres y maestros, nos volvemos menos tolerantes e inhibimos la voluntad del niño, olvidando que es precisamente esta, la que ha mantenido a la raza humana a través del tiempo: arriesgando, tratando nuevas posibilidades y ofreciendo diversas respuestas.

LA ESCUELA ANTE EL PROBLEMA DE LA LECTOESCRITURA

Pensemos y reflexionemos: ¿Alienta la escuela la posibilidad de arriesgar y de cometer errores en los niños? Personalmente, creo que no lo hace, y en ello, estamos vulnerando no sólo su derecho a aprender sino su estilo innato de aprendizaje.

En la escuela hemos fragmentado el lenguaje, creyendo que así era más fácil para los niños, lo hemos hecho más difícil, pues hemos pospuesto su propósito natural que es la transmisión de significados.

En nuestro sistema educativo, tanto en lectura como en escritura priorizamos los aspectos superficiales, y no la

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