Manual De Carreño

Latapí Pablo (2007). Conferencia Magistral. Perfiles educativos, XXIX (115), 113-122.

Pablo Latapí presenta en una conferencia magistral algunas reflexiones sobre los riesgos que enfrentan hoy las universidades mexicanas y plantea cuatro preocupaciones críticas.

La primera preocupación es el objetivo de la excelencia que proclaman las universidades el ideal de la “excelencia”: la institución debe ser excelente, los programas de formación y los profesores también, y los estudiantes sin en cambio, es una aberración. En el ámbito educativo, hablar de excelencia sería legítimo si significara un proceso gradual de mejoramiento, pero es atroz si significa perfección, lo que una pedagogía sana debe procurar es incitarnos a desarrollar nuestros talentos, preocupándonos por que sirvan a los demás. Si somos mejores que otros —y todos lo somos en algún aspecto— debemos hacernos perdonar nuestra superioridad, lo que lograremos si compartimos con los demás nuestra propia vulnerabilidad y ponemos nuestras capacidades a su servicio.

La antinomia de ser mejor sin por ello separarnos de los otros, de ser fuertes sin por ello usar el poder para oprimir, de ser seguros sin por ello ser arrogantes, seguirá siendo un reto educativo difícil, sin embargo hay que formar a nuestros estudiantes en la realidad, invitémoslos a desarrollar su autoestima y a ser mejores y a madurar, pero asumiendo siempre su riesgosa condición humana, y a estrechar lazos solidarios con todos, sobre todo con los más débiles.

La segunda preocupación es la definición de calidad de la educación ya que se conocen las malas prácticas que impiden la calidad. El hecho es que carecemos de una definición clara de la calidad que perseguimos y que debemos demostrar, y se confunda la calidad con el aprendizaje de conocimientos, y se establezcan comparaciones de escuelas o instituciones que ignoran las diferencias entre contextos o las circunstancias de los estudiantes que la calidad educativa se confunda con el “éxito” en el mundo laboral, definido éste por referencia a los valores del sistema.

Una educación de calidad, será la que nos estimule a ser mejores pero también nos haga comprender que todos estamos necesitados de los demás, que somos “seres-en-el-límite”, a veces triunfadores y a veces perdedores. La concepción calidad reflexionando como educador, arranca en el plano de lo micro, en la interacción personal y cotidiana del maestro con el alumno y en la actitud que éste desarrolle ante el aprendizaje, formar un hábito razonable de autoexigencia, la capacidad de exigirnos más para buscar una educación de calidad es saber regresar a lo esencial. Los educadores abordamos el problema de calidad desde perspectivas existenciales mas profundas y nos esforzamos por que el estudiante llegue a ser él mismo, un poco mejor cada día, inculcándole un hábito razonable de autoexigencia que lo acompañe siempre.

Esta concepción de la calidad educativa descansa en dos supuestos: que para poder transmitir calidad es necesario reconocerla, y que para poder reconocerla es necesario tenerla.

La tercera preocupación es asumir el paradigma de la “sociedad del conocimiento” para normar sus transformaciones: en proveer el conocimiento que requieren los países para su desarrollo, o sea el conocimiento práctico, aplicado, el vinculado a la economía, el que produce innovaciones rentables y asegura el éxito en la competencia, pero al enfrentar estas demandas, no hay que olvidar que la universidad es

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