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Memorias de Formacion

Mariela Alejandra SzulepaReseña11 de Noviembre de 2019

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Introducción

En lo que ha transcurrido de este ciclo lectivo 2018, siendo este mi último año en la carrera de Lengua y Literatura, me siento hoy muy feliz por los logros que he alcanzado. Llena de felicidad y gozo, compartiré con ustedes mi Memoria de Formación.

Si bien, muchos considerarán algo irrelevante la felicidad que expresaré en esta memoria, sin embargo, permítanme decirles que es una de los aspectos principales a tener en cuenta para saber si esta profesión, que ya casi se deja entrever, es la correcta o no.

La felicidad, al igual que otras características favorables que debe poseer el docente son los “condimentos” que contribuyen a nuestra formación continua; un docente por más saberes que posea sino es feliz con su profesión no es un docente completo, sino solamente un instrumento de formación raso y vacío, que estoy segura no aportará lo que sus estudiantes necesitan y merecen.

Hace ya algunos años, cuatro para ser precisos; eh concluido la secundaria; hoy me encuentro cursando la Residencia Pedagógica, por ende, mi cuarto año de la carrera de Lengua y Literatura en el Instituto Cecilia Braslavsky.

Por consiguiente, compartiré una especie de autobiografía en la que narraré episodios de mi vida; poniendo énfasis en mi escolaridad y formación. Esta memoria de formación, será escrita teniendo en cuenta aspectos de mi trayecto educativo: primario, secundario y nivel superior (Yo profesor-Yo y los otros-Yo en el futuro). La narración será llevada a cabo de manera alegórica[1] teniendo en cuenta el contacto y relación entre los mundos Platónicos[2]: sensible e inteligible: sueño[3]- realidad.


Ni Freud ni tú

Gabriela González

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Primer capítulo: “YO PROFESOR”

Introducción

En este capítulo de mi memoria, narraré mi trayectoria educativa previa el nivel superior: primaria y secundaria. Los aspectos que aquí daré a conocer tendrán como fin disponer en balance todo lo significativo y lo que me ha marcado positiva o negativamente durante mi trayecto educativo.

La narración será llevada a cabo a modo de relato alegórico. Me sumergiré al mundo de mis libros, a un mundo que no sé si es real o irreal, si solo vive en mi inconsciente o mundo inteligible. Señor lector, apelo a su oído o vista para que pueda construir imágenes mentales de lo que aquí narraré: mi sueño, mi vida.

Ecos me mi inconsciente

Son las 3 de la mañana, me encuentro yo sentada sobre mi escritorio sin poder dormir, luego de haber tenido uno de los sueños más magníficos de mi vida. Al despertar, decidí ir pon una lapicera y un papel para apuntar todo lo soñado, cuya escritura será a honores de mi escritor modelo y mentor: Cervantes.

A mitad del camino de la vida me encontraba perdida en una isla desierta, cuyos únicos seres vivos que me acompañaban en dicho lugar eran animales salvajes y despiadados. Anduve perdida en esa isla por cuatro años. Los seres eran salvajes, se comían unos a otros no había fraternidad entre los mismos. Estaba en medio de una gran guerra en donde yo era un combatiente más.

Aprendí a convivir con ellos y a sobrevivir a las condiciones del lugar. Trataba de mantenerme ocupada siempre en algo, para no recordar la inmensa soledad que en mi pecho latía con intensidad.

Los días transcurrían muy lentamente, me preguntaba si algún día encontraría el modo de salir de esa isla, ese lugar tan lleno de nada. Sin embargo, comencé a recorrer cada vez más y a descubrir nuevas cosas. Comencé a explorar.

Cada día descubría lugares nuevos que no conocía, un día luego de recorrer toda la isla explorando y descubriendo, observé que, a lo lejos, después de una gran montaña, se visualizaba una caverna que poseía un orificio al interior de la tierra, me asomé cuidadosamente y vi que parecía ser un pasadizo secreto.

Al visualizar la caverna, me acordé de uno de las tantas aventuras vividas por el magnífico Don Quijote de la mancha y su escudero Sancho: la cueva de Montessinos; fue entonces que creí que esa ventura la emprendería yo, pero sin escudero.

En ese momento pensé que quizás se trataba de la única salida. Tomé la decisión de adentrarme en esa enorme caverna, que parecía no tener fin; busqué alimentos y agua y decidí emprender el viaje.

Al día siguiente, comencé el viaje a la cueva; en el trecho de entrada tenía un cartel que decía: “Por mí se llega a la ciudad de la felicidad, por mí se llega al éxito”

Luego de leer este letrero, entendí que esta puerta me llevaría a ese lugar tan deseado por mí que era el éxito y la felicidad. Seguí caminando cuando de pronto llego a un gran lago, cuya agua era de color azul y transparente; pensé en saciar mi sed y luego seguir; pero de ponto oí que desde las aguas salían voces, ¡quién eres y qué haces aquí! ¡una intrusa! En ese entonces me asusté mucho y decidí regresar por la puerta que había entrado.

Corrí hasta la puerta, pero ya no la encontré, no estaba, había desaparecido como arte de magia, comencé a golpear las paredes de la cueva para ver si la encontraba; en eso oí risas y burlas ¡Que ingenua! ¡Sigue buscando!

Luego, escuche que alguien me llamaba por mi nombre, su voz parecía muy amable; cuando voltee a ver quién me llamaba vi a Odiseo, cuyo rostro resplandecía honor y valentía; vestido con una túnica de color blanco y consigo llevaba un gran bastón de madera, en la punta poseía un diamante de color azul.

Sorprendida pregunté: - ¿Odiseo sos vos? El respondió: - Soy yo el mismo; el que ha sobrevivido 20 años fuera de Ítaca, 10 en la guerra de Troya y otros 10 en esta espantosa isla-; entonces le pregunté cómo había conseguido salir de la isla y él respondió: - Hay varias formas de salir, pero todas son muy desafiantes y requieren de mucho conocimiento y astucia, debido a que el camino está plagado de trampas y pruebas, que deberás superar, de lo contrario aquí te quedarás atrapada como las almas en pena que en ese lago se lamentan.  

Entonces le solicité que me indique cuáles son los caminos que puedo tomar y qué me conducirán a la salida, y Odiseo me dijo: - uno de ellos es navegando, el otro es atravesar la selva negra que se encuentra detrás de las montañas del oeste que conducen a un puente que da paso al bosque oscuro, y el último camino es atravesar el laberinto del minotauro, dicho paso exige un guía experto y astuto.

Si escoges ir por el laberinto deberás enfrentar numerosas pruebas; te enfrentarás al tormento de tus malos recuerdos, así como también al recuerdo de los buenos; es importante que sepas manejarlos correctamente para así pasar a los siguientes círculos.

Fue entonces que decidí tomar el camino del laberinto; cuyo paso estaba custodiado por su guardián el minotauro; dicho monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro me debía conceder el paso.

 Lo primero que debía hacer antes de tomar ese camino era escoger a mi mentor, mi guía, tal como lo había hecho Dante Alighieri al escoger a Virgilio para acompañarlos durante el infierno y purgatoria de su magnífica obra universal: “Eres tú mi modelo y mi mentor, tú de quien tomé la forma amena que me ha dado la gloria y el honor” [4]

Entonces, Odiseo me conduzco a una fuente, su agua contenía las almas de grandes escritores de todos los tiempos; y me dio a elegir el que yo crea pertinente. Al asomarme a la fuente visualicé diferentes rostros conocidos; entre ellos estaban: Platón, Aristóteles, Virgilio, Homero, Sófocles, Shakespeare, Lope de Vega, Kafka, Calderón de la Barca, Descartes, entre otros.

Odiseo continuó diciendo –debes ser muy astuta y sabia al elegir a tu mentor, este es el que te conducirá a la salida del laberinto; ten en cuenta su sabiduría. Dicho esto, yo observaba la fuente queriendo ver a todos los que en ella estaban, de pronto, en el fondo visualicé el rostro de Cervantes; en ese instante que lo vi supe que él era al que yo debía escoger, cuyas obras tan célebres y cumbres refractaban su magnífico saber   intelectual y cultural; entonces proseguí diciendo:

-Odiseo a quien escojo es a Cervantes quiero que él sea mi mentor y me acompañe tal como lo hizo Virgilio a Dante-. Odiseo contestó- eso tendremos que preguntarle a Cervantes, si accede-. Entonces Odiseo golpeó tres veces su bastón contra la fuente ordenando a Cervantes a salir y tomar forma casi humana.

Acompañado de un gran estallido, Cervantes se dejó ver en cuerpo espiritual con color blancuzco o gris; cuyo reflejo era luminoso y brillante; lucía un traje de color dorado, sus mangas estaban recubiertas de oro puro, su rostro lucía celestial.  

Cervantes dirigió su mirada y me dijo- muchacha ¿qué haces tú aquí, en este mundo tan remoto e irreal al que no perteneces? Le contesté- Cervantes, siento un gusto enorme poder conocerlo al menos en este sueño que parece ser tan real, pero del que quiero despertar, y la única salida que tengo es atravesando el laberinto del minotauro y para llegar a la salida del mismo necesito que me acompañes.

Él mirándome a los ojos respondió- ¿por qué yo tendría que acompañarte?, dame una buena razón para hacerlo-, entonces enuncié con voz temblorosa- te suplico que me acompañes, sos el único capaz de conducirme a la salida, tu sabiduría es incomparable con la de los demás escritores, creo que sos el indicado; condúzcame a la salida y yo le prometo que publicaré un relato de este viaje dándole todos los honores correspondientes como mi mentor.

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