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NEUROPSICOLOGIA

LinaYir24 de Abril de 2015

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ALCMEON 14

Historia de la Neuropsicología Infantil

Víctor Feld

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Introducción

Hemos señalado (1) al cerebro como un órgano generador de importantes interrogantes vinculados a la esencia de la vida misma. Su conocimiento ha dividido a la investigación entre los que postularon un dogmatismo cerrado y los que buscaron entender el dinamismo que entraña el funcionamiento del sistema nervioso, de su organización, del desarrollo de los procesos superiores, como de sus actividades fisiológicas. Al mismo tiempo hemos dicho que los sistemas funcionales tienen un origen social si se considera la interacción del individuo con el medio y la interiorización de dispositivos externos como fenómenos de permanente adaptación y aprendizaje que implican la actividad coordinada y jerárquica de las distintas áreas corticales y subcorticales, donde cada eslabón aporta sus aptitudes para el logro correspondiente.

Lo expresado es válido para la Neuropsicología Infantil. Sin embargo, observamos variables de suma trascendencia que diferencian a esta disciplina como una simple actividad extendida del adulto. La neuropsicología del desarrollo sigue en más de dos décadas a la neuropsicología del adulto si hacemos referencia a la afasia del adulto y del niño. Pero en el proceso de crecimiento y comprensión busca su propia personalidad. (2) Cuando nos referimos a un cerebro adulto lo hacemos pensando en una estructura madura; en el caso del infante se trata de un cerebro en vías de organización, donde los factores ambientales juegan un papel invalorable. También contribuyen al mismo objetivo factores que tienen correspondencia con fenómenos genéticos, biológicos y madurativos. El conocimiento del funcionamiento normal permite una mejor comprensión del cerebro afectado y los procesos de su reorganización y recuperación.

Abordaje para una comprensión de la historia de la Neuropsicología Infantil

En tanto los estudios de eminentes neurólogos como Brocca y Wernicke permiten conocer, estudiar y analizar los albores de la neuropsicología del adulto, en el caso de los niños no es sencillo, debido a que su iniciación es más difusa. De todos modos, diversas escuelas intentaron comprender el funcionamiento cognitivo. Los aportes sustanciales devienen de una comprensión integrativa de algunas escuelas neurológicas y psicológicas, las que establecieron los fundamentos biológicos del desarrollo y la maduración del niño. Desde otros enfoques, pero con el mismo interés, se abocaron a la comprensión a nivel molecular y los cambios en el crecimiento del sustrato biológico, dando una explicación sobre las modificaciones en el comportamiento. Las escuelas de carácter genético contribuyeron a una mejor comprensión de los procesos de evolución y maduración de esos fetos y los procesos inherentes a los primeros años de vida, particularmente en lo que atañe a la evolución de la actividad psíquica y de relación.

Consideraciones generales

Varias precisiones son necesarias para el conocimiento de la evolución cognitiva del niño. Definimos el desarrollo como un fenómeno que lleva al desenvolvimiento del organismo en función del tiempo. A su vez la maduración está regida por procesos determinados genética y biológicamente con un curso inexorable. (3) La maduración comprende el crecimiento, cuyo sustento es biológico, pero además envuelve determinadas modificaciones cualitativas que pueden advertirse en diferentes áreas.

En beneficio de la comprensión de nuestro punto de vista debemos afirmar a priori que compartimos en considerar a la Neuropsicología Infantil como la neuropsicología del desarrollo, tal cual la denominara Ajuriaguerra y en la actualidad Shegalowitz. Los procesos inherentes al crecimiento y maduración del niño tienen una peculiaridad no reproducible por los fenómenos existentes en el adulto. El behaverismo, la psicología genética, el estructuralismo, no dieron plena satisfacción a la comprensión del proceso cognitivo. Ni por el simple mecanismo de repetición ni por el proceso de desarrollo y maduración se pudieron entender fenómenos que se encuentran ubicados en una red mucho más intrincada. De este modo consideramos que la maduración pone límites en el proceso de información que puede ser integrada. La neuropsicología a su vez da cuenta de un cerebro que requiere de su desarrollo para lograr determinadas actividades cognitivas. Por último, el medio se transforma en un elemento de enriquecimiento y construcción de la realidad que rodea al niño. El proceso de construcción lógica, de formación, lo aprendido, no sólo requiere un contexto de complejidad teórica, sino que también requiere un contexto práctico para ser aprendido. Pero sin duda la maduración a su vez coloca un límite en la ontogénesis del conocimiento y por ende es un proceso de “limitantes mutuas”. La experiencia temprana influencia la maduración y viceversa. (4)

En su momento Wallon señaló que el niño “no es reproducción de un adulto, por el contrario lo es de su misma infancia y de su proceso de desarrollo y modificación de su conducta”. (5)

Los primeros pasos

A fines del siglo XIX encontramos en la psicología y en la pedagogía infantil los primeros atisbos de parentesco con nuestra disciplina. Desde la pedagogía y la reeducación aportan su conocimiento Itard, Pereire y Seguin. Bourneville funda un auténtico centro médico-pedagógico reservado para retardados mentales. En Ginebra, Claparede (1898) introduce en la enseñanza pública clases para la atención de niños con retrasos. En colaboración con el neurólogo François Naville inicia entre 1904 y 1908 la primera consulta médico-pedagógica destinada a establecer criterios de admisión y selección. Durante 1905 Alfred Binet y Theodore Simón publican en Francia el primer baremo de desarrollo intelectual. (6)

Antecedentes en la adquisición del lenguaje

Un punto nodal de nuestro enfoque lo constituyen los aportes logrados en la adquisición del lenguaje infantil. En 1872 W.H. Broadbent utilizó la denominación de Wernicke de “afasia congénita” en niños con audición normal que no aprenden a hablar correctamente. (7) No obstante deben pasar algunos años más para que a partir de la segunda década de este siglo von Monakow llame la atención acerca de la importancia del desarrollo normal del lenguaje en el niño y la correlación de los procesos de desintegración afásica con las etapas iniciales del lenguaje normal.

Mendilaharsu (8) dice acerca de la obra de Roman Jakobson: “desde comienzos de siglo y hasta la década de 1940 dio a conocer una larga y ubicua serie de monografías sobre el aprendizaje de los sonidos del lenguaje. El niño crea al tomar en préstamo... el préstamo no es copia exacta; cada imitación necesita de opción y origina así una distancia creadora respecto al modelo”. Jakobson (9) expresa las siguientes premisas respecto de la adquisición del lenguaje:

a. En cada estadío el habla del niño tiene una estructura propia.

b. Conjuntamente a este núcleo estructural hay elementos marginales (extrasistemáticos).

c. En cada estadío el lenguaje del niño muestra correspondencia sistemática con el modelo adulto.

d. Hay un orden regular de adquisición de las distinciones fonológicas entre todas las lenguas.

e. En el desarrollo de los hábitos fonológicos, el niño crea tanto como pide prestado, pero no hace una copia estricta. Cada imitación requiere cierta selección y por consiguiente un desarrollo creativo a partir del prototipo.

Sin embargo, Mendilaharsu manifiesta la importancia del hallazgo de regularidades no funcionales en el desarrollo perceptivo, articulatorio y neuromotor.

Otros autores coinciden en apreciar el desarrollo del lenguaje desde sus primeras formas de fonación como uno de sus aspectos más atrayentes (Jespersen, Buhler, Lewis, Eisensen, Piaget, Murphy, Brain). Es así que Brain (10) señala el llanto del infante como la primera fonación. Es una respuesta puramente refleja de un estímulo externo o interno. Eisenson (11) sostuvo que no existen diferencias de ese llanto en relación con el estímulo que lo provoca. Jespersen (9) dice que un llanto que al principio puede ser reflejo llega a convertirse en un modo de comunicación que se emplea para obtener algo de los padres.

Ferguson y Garnica (12) señalan el papel de los sonidos onomatopéyicos como preparadores de la aparición de los fonemas. Los primeros sonidos producidos por el niño son vocales, las primeras consonantes son por lo común labiales, seguidas por las guturales, dentales y por último nasales.

Buhler (13) considera psicológicamente importante la formación de fuertes asociaciones entre la impresión auditiva y los movimientos que la producen, porque es la base de la futura imitación de los sonidos que escucha el niño.

Más recientemente, Moskowitz analiza el período preverbal corto, ya que en el balbuceo el niño desarrolla su identidad lingüística, encontrando una cercanía relativa entre sus sonidos y los de su percepción del sonido humano. Es en este período donde comienza la comunicación transformando los sonidos lenguaje.

Según Brain a los períodos de lalación, donde el niño repite complejos de sonidos, sigue el período de ecolalia como período de imitación.

Sheridan establece diversas etapas en la adquisición de palabras y frases utilizando el juego y la imaginación en el mismo.

Lewis ha marcado la importancia entre la forma fonética y la forma de entonación de una palabra, distinguiendo rápidamente el carácter diferencial que tiene entre una entonación amable

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