Niños Ferinos

Los niños salvajes que crecen sin contacto humano, no pueden hablar después de la pubertad.

Parece que el ser humano viene equipado de manera innata de la capacidad de distinguir un gran número de sonidos específicos para el habla, de los cuales sólo sobreviven y se desarrollan aquellos que son percibidos en el periodo preadolescente. Este periodo, llamado “período crítico”, es fundamental para el desarrollo de distintas capacidades cognitivas, entre las que se encuentra el lenguaje articulado.

La capacidad para adquirir el lenguaje merma al alcanzar la pubertad, dado que el cerebro pierde plasticidad, circunstancia que implica una disminución sensible de la capacidad para aprender una lengua según E. Lenneberg (1967).

Fiel muestra de ello es el caso de Víctor de L´ Aveyron, el niño salvaje encontrado en 1799 con 12 años de edad aparentemente; siendo este caso asignado a Jean Itard, médico el cual pretendía educar al niño hasta lograr insertarlo en la sociedad francesa de comienzos del siglo XIX. La hipótesis manejada por el doctor era que Víctor fue dejado a su propia suerte en la selva cuando tenía aproximadamente 3- 4 años de edad y dado a ello no conocía el lenguaje; al revisarlo notó que su olfato primaba entre los otros sentidos, siguiéndole el gusto, la vista y el tacto. Él contaba con una serie de objetivos entre los cuales estaban familiarizar a Víctor con la vida en sociedad, restaurar su sensibilidad nerviosa que tan afectada estaba (baños de agua hirviendo), fomentar el ejercicio de la imitación a fin de conducirlo al uso de la palabra y el logro de simples operaciones anímicas sobre los objetos inmediatos de sus necesidades, para sustituírselo más adelante por objetos de enseñanza.

En el proceso de enseñanza Itard Utiliza el sistema de repetición donde Víctor aprende a escribir su nombre o el de varios objetos varias veces, y el de imitación donde aprende a comer con cubiertos. También utiliza el método premios – castigos, haciéndole captar su atención con necesidades digestivas, (el agua, leche o incluso escondiendo una nuez bajo un vaso), debido a la satisfacción que siente por ellas. Sin embargo se le castiga introduciéndole en un cuarto oscuro (ensayo-error). A través de la comprensión por parte del niño de este sistema, consigue que vaya adquiriendo la noción de lo justo y lo injusto.

Sin embargo, cuando Itard intentó mostrarle los lazos entre la representación escrita (mediante dibujos) y los objetos correspondientes, Víctor no logró responder como se esperaba.

Pero ¿había adquirido el sentido moral de lo bueno y lo malo, o sólo había reprimido una forma de actuar por miedo al castigo? Jean Itard decide comprobarlo al someterlo a un ejercicio muy sencillo y que Víctor realizaría correctamente, pero por el que no se le premiaría, sino que recibirá un castigo; causando así una injusticia. La reacción de Víctor fue violenta, tal fue su indignación que mordió la mano

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