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PROYECTO DE DEFICIT DE ATENCIÓN


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2012  •  4.283 Palabras (18 Páginas)  •  721 Visitas

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NOMBRE DEL ALUMNO: JOSÉ ALFREDO MARÍA VARELA

PROFESOR: FRANCISCO JAVIER LUEVANOS PÍO

El día 28 de Mayo acudí a la Escuela Emiliano Zapata ubicada en la colonia Martinica Zapopan Jal. Con el permiso del Director Juan Carlos Hoguera me presenté ante el grupo de 4º. Año B explicando el motivo de mi visita. Enseguida el profesor me canaliza a los alumnos de bajo aprendizaje a los cuales les aplico unos tés (cuestionario de déficit de atención) dónde los resultados aportaron que dos de cinco alumnos padece este trastorno, enseguida explico al profesor de los resultados obtenidos pidiendo a él su cooperación para resolver el problema del alumno, avisando de inmediato a la madre del alumno para informar del problema de su hijo, con la cual no tuve problema alguno para contar con la cooperación de ella, después de explicar el método a trabajar con el niño. El problema del niño a tratar es:

Dx = TRASTORNO DE DÉFICIT DE ATENCIÓN

LA INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA CON LA FAMILIA DE JOSÉ

Olga Lidia Rosales Valdez

1.- INTRODUCCIÓN:

Hablar de la familia como núcleo dentro del cual se producen y consolidan los primeros procesos educativos no es un tema novedoso, tampoco lo es tratamiento de la implicación familiar en los programas de intervención en los casos en que los hijos no evolucionan siguiendo un desarrollo normativo. Efectivamente, es un hecho el que en los servicios de atención temprana, en los colegios, en el ámbito médico y en otros, psicopedagogos/as, pedagogos/as, maestros/as, logopedas, fisioterapeutas, pediatras y un largo de profesionales han requerido de las familias distintos tipos de actuación, desde hacer hincapié en la necesidad de que los padres deben cumplir exclusivamente con ese rol y dejar a los especialistas realizar su trabajo, hasta los que han considerado imprescindible que los padres devinieran una especie de alargamiento del brazo de los y las profesionales para ostentar así la figura de coterapeutas.

Los padres deben permanecer al margen con el fin de no interferir en el proceso seguido por su hijo-a. En el extremo opuesto se encuentra aquel posicionamiento que defiende la responsabilidad única del entorno en el tratamiento de las diferencias, desde esta perspectiva se considera imprescindible que las familias sigan las instrucciones de los profesionales en la realización de determinadas tareas fuera del contexto de la intervención que mantenga a la niña-o, por así decirlo, en estado permanente de trabajo terapéutico.

Es muy importante explorar el entorno familiar del niño-a en búsqueda de elementos que expliquen determinados comportamientos infantiles, de este modo la familia aparece “bajo sospecha” y, por ello, se cree pertinente que la información que debe recibir de los profesionales respecto al nivel de desarrollo del hijo-a, su potencial, las perspectivas de futuro, etc. Debe ser sesgada en aras de preservar la evolución positiva del niño-a o la propia predisposición positiva de la familia de cara a la intervención.

Por otro lado, es desde esta perspectiva que se considera que el desarrollo en general y el aprendizaje, se producen a través de los procesos interactivos que se establecen entre los niños-as con otras personas significativas desde el momento mismo del nacimiento. Por tanto, si asumimos que la familia es susceptible de ser a un tiempo, coprotagonista del proceso de toma de decisiones que se sigue con el hijo-a con dificultades y, objeto mismo de la intervención, estamos obligados a articular nuevas fórmulas que permiten la conciliación de ambos roles (Giné, 1998).

Sin embargo, desde hace ya algunos años y a partir de los enfoques eco culturales (Bronfenbrenner, 1987 y Ceci, 1994; Kaye, 1986; Rogoff, 1990; Vygotsky, 1977; Wertsch, 1988) se vienen preconizando otros modos de abordar el tratamiento de las dificultades que pueden presentar los niños-as y, por ende, otros modelos de implicación familiar en los programas de intervención. Así se estima que se esas dificultades deben ser asumidas por el entorno social que, a su vez, debe responder con actuaciones que contemplen tanto a la persona que las presenta como a él mismo al tiempo que actúa como escenario donde se producen los intercambios, la familia, como tal, debe asumir sus propias funciones jugando el rol de coprotagonista. Por lo general, el déficit de atención casi siempre está asociado a problemas de hiperactividad, siendo este el subtipo más común (Millstein et al. 1998) los que generan problemas de aprendizaje y bajo rendimiento escolar.

La escolaridad es una de las actividades que se deben programar oportunamente en niños con dificultades atencionales e hiperactividad, por lo que el profesor del aula deberá conocer el problema del niño para asumir una actitud favorable y comprensiva hacia este e integrarse así al equipo terapéutico multidisciplinario (Celada, 1989), apartándose de la función tradicional directiva e instruccional que limita el aprendizaje de los niños. Se hace necesario que el profesor de clase conozca los elementos que pudieran estar perturbando una adecuada atención en sus alumnos, así como también tener un sentido de autocrítica en cuanto a la metodología de enseñanza y las estrategias atencionales que esté empleando, los cuales contribuirán a la eficacia en el tratamiento del déficit de atención.

Los niños con TDA no deben ser sacados del sistema educativo normal, porque esto tiene un efecto contraproducente, no se les deben de tratar como si fueran niños especiales. Por lo tanto deben seguir estudiando en un colegio habitual, o en casos particulares recibir una educación más personalizada, pero el profesor de clase deberá considerar que en caso de estar a cargo de niños con TDA, estos deberán ocupar los primeros asientos para evitar distracciones y así prestar mejor atención a la clase, necesitarán además una mayor cantidad de tiempo en resolver sus tareas escolares que el que reciben sus compañeros o caso contrario no deberán recibir demasiados trabajos que no podrán culminar, el docente deberá saber combinar las tareas de alto interés con las que tienen menor atractivo para evitar el cansancio del pupitre; Así mismo es indispensable mantener relaciones óptimas con el alumno, integrarlo al grupo mediante dinámicas, no recriminarle su

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