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Preescolar

igual11 de Noviembre de 2011

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2. DESARROLLO

2.1 DESARROLLO COGNITIVO

El bebé desde que nace, no cesa de descubrir y conocer el mundo que le rodea. Despertar los sentidos del bebé, para que pueda percibir y relacionar estímulos entre sí, es ya un acto cognitivo y perceptivo que estimula sus capacidades intelectivas.

A partir del tercer mes, el bebé muestra gran interés por investigar y explorar; sus habilidades motrices le permiten manejar mejor su entorno y clasificar sus percepciones.

Al final del primer año, sus posibilidades motrices le abren nuevos campos de exploración. Es capaz de observar y atender con detenimiento lo que le interesa empleando bastante tiempo en ello. Es un buen momento para enseñarle las cosas, ya que demuestra buena disposición para el aprendizaje.

El desarrollo motor no está divorciado de las otras esferas; por ello cognitivamente se desarrollan las operaciones sensorio-motoras, lo cual implica una inteligencia práctica. De esta manera, el niño pasa a través de las experiencias con los objetos (motoras), por las conductas reflejas, percepción de objetos, la atención y relación con los objetos y personas, acciones mas intencionadas y la búsqueda curiosa de soluciones a las primeras representaciones simbólicas y las primeras manifestaciones de una búsqueda sistemática de soluciones, que no se basa sólo en los tanteos y las equivocaciones.

Cada momento de la vida, tanto por el proceso evolutivo de las personas como por las circunstancias externas que rodean a cada individuo, tiene una expresión distinta en cuanto al ámbito de la sexualidad. Esto es así desde el nacimiento. En los primeros momentos y meses de la vida de una persona la realidad de su existencia la componen aspectos puramente sensoriales. La única realidad que un bebé percibe es la resultante del cúmulo de sensaciones que experimenta. Si retomáramos una postura adulta ante esto, podríamos considerar que la vida, en los primeros meses, es pura sexualidad. Esto probablemente sea cierto aunque debamos aclarar que se trata de realidades y experiencias distintas de lo que podemos considerar la sexualidad adulta.

Los bebés, algo que resulta fácilmente observable, reaccionan y experimentan a través de sus órganos sensoriales. Además de emitir conductas destinadas a cubrir sus necesidades básicas, el mundo es un cúmulo de experimentación y percepción de sensaciones provenientes de los cinco sentidos.

Como padres y madres podemos favorecer el desarrollo de nuestros hijos e hijas aportando estímulos que fomenten sus necesidades primordiales. Puede ser interesante destacar que abrazándolos, jugando con ellos, no sólo estimularemos un crecimiento apropiado con respecto a su sexualidad, si no que favoreceremos su desarrollo integral en esta etapa.

Otra cuestión influyente en la caracterización de la sexualidad de los niños y niñas que puede tener consecuencias posteriores es la desnudez. A través de la información que transmitamos a nuestros hijos e hijas sobre esta cuestión ellos elaborarán ideas sobre la desnudez propiamente dicha, sobre sus cuerpos y también sobre sí mismos. Se trata de una comunicación que se realiza tanto por palabras como por hechos y actitudes. En este sentido es bueno que ellos se acostumbren a contemplarse y a ver al resto de la familia desnudos; a que actividades físicas e higiénicas como el baño se tiñan de un fuerte componente lúdico; o bien que ante la aparición de desnudos en revistas o en la televisión se emitan juicios que transmitan ideas coherentes. Esto implicará que se comienza a aprender a estas edades que el cuerpo no es algo vergonzante ni que sólo determinados cuerpos se han de considerar interesantes, cosa que habitualmente ocurre con los modelos de los medios de comunicación, donde con excesiva frecuencia sólo se enseñan cuerpos "culturalmente perfectos".

Además de la estimulación física y de la valoración del cuerpo es importante que durante los primeros años de vida el bebé desarrolle una sensación de confianza. Esto quiere decir que el bebé perciba de los adultos y del entorno que le rodea mensajes de calma y de continuidad. De esta manera el bebé se percibirá de una manera positiva y sosegada y entenderá que el mundo que le rodea es coherente y predecible. La confianza redundará ya en estos momentos en la autoestima que el niño y la niña vayan desarrollando posteriormente y en la capacidad de estos para confiar y aproximarse emocionalmente a los demás. La confianza se adquiere fundamentalmente a través de los padres, quienes la pueden enseñar a base de coherencia de sus acciones y actitudes y perseverancia en sus planteamientos, haciendo que el bebé sea capaz de empezar a predecir los acontecimientos más cotidianos.

Los primeros años.

Sobre los tres años los niños y las niñas comienzan a establecer distinciones en función del sexo de las personas. Cuando empiezan a percatarse de que pertenecen a un sexo determinado aprenden también cuál es la conducta "apropiada" para cada género o rol sexual.

Es fundamental que cada persona posea características propias, tanto "masculinas" como "femeninas". Esto es algo que ya a estas edades estamos enseñando tanto en casa como en la escuela o a través de los medios de comunicación. Son momentos en los que la necesidad de definición de los niños y niñas hacen importantísimo que adoptemos ante esta cuestión una postura clara y meditada. Una persona sana es aquella que ha integrado las partes masculina y femenina en un todo. Por ejemplo, los hombres deben poder permitirse la posibilidad de ser sensibles, ocuparse de la crianza de los hijos, mostrar ternura, etc.. Por otro lado, las mujeres deben tener la oportunidad de ser enérgicas, independientes y con capacidad de tomar iniciativas. Estas cuestiones que parecen más propias del ámbito de la coeducación, tienen en el terreno del desarrollo sexual una importancia máxima ya que condicionarán sobremanera, además de otros aspectos, la forma y la experimentación de la sexualidad individual a lo largo de la vida de cualquier persona.

Otro aspecto importante en este momento evolutivo es la forma en que los niños y las niñas aprenden a controlar sus esfínteres. La regulación y control de las funciones excretoras son modeladas por la cultura a la que una persona pertenece. Para un niño o niña, orinar y excretar resultan acontecimientos sorprendentes y agradables. Son ejercicios de regulación de tensión corporal y además el niño y la niña con muchísima frecuencia se ven atraídos con estos objetos que salen de su cuerpo. Se trata de ejercicios corporales e indudablemente sexuales ya que se comienzan a usar las principales parcelas corporales relacionadas con la sexualidad.

Los niños y niñas necesitan percibir que el control de esfínteres es un aspecto saludable y natural del crecimiento, sin que se sienta en ningún momento culpable por realizar acciones de este tipo.

Tanto padres y madres como cuidadores y educadores tenemos que recordar que para los niños y niñas, el control muscular es algo complejo que precisa de un entrenamiento progresivo. No se trata de realizarlo de hoy para mañana. Tampoco es bueno adelantarse a los acontecimientos. Si bien la madurez psicofísica para el control de esfínteres suele aparecer a los dos años, en muchas ocasiones no se da la maduración necesaria hasta los tres y a veces más tarde. Es bueno tenerlo en cuenta sin olvidar que un desarrollo lento en este campo no tiene que significar de ninguna manera un déficit en el desarrollo general del niño o la niña.

Cuando aparece el lenguaje comienzan a pedirse las primeras explicaciones sobre el mundo. Esto es igualmente cierto ante la sexualidad. En estos momentos ya resulta importante comenzar a hablar clara y positivamente sobre este tema, aunque esto no tenga que implicar que demos unas explicaciones pormenorizadas cuando no es eso lo que se nos está pidiendo. A estas edades las demandas de información provienen fundamentalmente del ámbito de la reproducción. De dónde vienen los niños y las niñas y cuáles son sus diferencias por sexo son las cuestiones más solicitadas.

Sin embargo no existen preguntas buenas ni malas y lo mismo ocurre con el tipo y la profundidad de las respuestas. Una norma válida para percibir el grado de detalle de las preguntas de nuestros hijos e hijas y que es aplicable a los siguientes momentos evolutivos, consiste en explorar la curiosidad de estos después de nuestra explicación. Observar si disminuye su atención o preguntar si están satisfechos con ella son conductas que nos darán información sobre sus expectativas. No debemos tener cuidado en excedernos en nuestras respuestas, ellos sólo atenderán a las cuestiones que les resulten de interés.

Por último, para entender la sexualidad en esta etapa es necesario que nos detengamos mínimamente en el desarrollo del autoerotismo. Con este término se designan a las acciones encaminadas a obtener placer en solitario. En estas edades los niños y las niñas muestran interés por su cuerpo, su exploración y su estimulación. Para ellos estas actividades constituyen una forma de descubrir otro aspecto del mundo al que cada vez se asoman de forma más intrépida. A través de la autoestimulación, además de obtener sensaciones placenteras, el niño y la niña aprenderán aspectos de su cuerpo y, si ese aprendizaje corporal y del placer es exitoso, estarán más capacitados para disfrutar de una forma más completa de sus relaciones con otras personas en la edad adulta.

Durante toda la vida, la persona que aprendió durante su infancia que estas actividades son reprobables y dañinas, conservará la impresión de que obtener sensaciones

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