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Problemas En La Familia

pmsc27 de Marzo de 2012

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La familia es definida en la Constitución Política de la República de Chile en su capítulo 1º, artículo

1º, como el núcleo fundamental de la sociedad, la cual cumple importantes tareas que tienen relación directa con la preservación de la vida humana, su desarrollo y bienestar, con funciones de carácter biológicas, educativas, económicas, solidarias y protectoras (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2009).

Según Almonte (Almonte, en Jofré 2005), las funciones centrales de la familia son la procreación, crianza, socialización, protección, satisfacción de necesidades básicas, psicológicas y espirituales, la territorialidad en la definición de un espacio de pertenencia y de identificación y el proporcionar a los hijos, modelos de identificación y a su vez, propiciar la individuación de los miembros.

Siendo “… en la familia donde los niños y niñas aprenden las normas, los valores, las formas de comportarse y relacionarse con el mundo, aprenden a quererse y a cuidarse” (CONACE, 2006, p.5). “Es fundamentalmente en la familia donde se construye la personalidad de los hijos, se adquieren y desarrollan las actitudes, creencias, valores, estilos de vida y comportamientos que determinarán la forma en que los hijos se enfrentarán a la vida. Aún cuando la escuela y la sociedad también educan, la familia es determinante en la formación de los/las niños/as, porque la relación que se establece con los padres, basada en el cariño y el respeto, es un vínculo intensamente significativo y protector frente a futuras situaciones complejas propias del desarrollo de los hijos” (CONACE, 2006, p.12).

Es así, que la familia juega un rol fundamental como agente socializador, donde las relaciones que se forman en la infancia determinan muchos de los patrones para la socialización temprana del niño, otorgándosele la importancia de unidad socializadora en la medida en que se creen lazos afectivos significativos dentro de ella, lo cual va a influir en la futura capacidad del niño para establecer relaciones íntimas estables (Papalia, en Jofré, 2005).

En el marco del desarrollo de la familia y de la adecuada crianza de los hijos, resulta fundamental que ésta logre ser funcional y nutridora. De acuerdo a Martínez (s/f) en las familias funcionales, los sentimientos son expresados libremente, se reconoce que cada integrante de la familia es único y diferente, respetando ciertas áreas de autonomía, los padres se prepararan poco a poco para la separación de los hijos, la comunicación se caracteriza por ser directa y clara, donde cada integrante conoce sus obligaciones y responsabilidades.

Por su parte, Virginia Satir (1984, en Family Joint, s/f), se refiere como familia nutridora a “aquella en donde la comunicación es directa, clara, específica y sincera; sus integrantes tienen alta autoestima, establecen en su interior normas flexibles, humanas, apropiadas y sujetas a cambios,

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y existe una relación abierta y llena de confianza entre la familia y la sociedad en la que se establece” (s.p). Señalando, además, que representa un modelo de influencia positiva para los integrantes de la familia.

Y en acuerdo, la docente Susana Arancibia (Arancibia, 2009), señala que, la familia nutridora, en su estructura se caracteriza por ser flexible, con límites claros entre sus miembros y demarcaciones nítidas entre los subsistemas, estimulando el crecimiento, preservando la salud mental y estimulando la autonomía de sus miembros, existiendo una fácil expresión del afecto, ternura, humor, calidez y esperanza, ocupándose del “ser” de cada uno de sus miembros.

En este marco y dentro del contexto de familia, la universalidad del matrimonio, demuestra satisfacer diversas necesidades fundamentales. Entre sus beneficios, se presenta el factor económico, contemplando la división de las tareas y una unidad de consumo y trabajo, el ser fuente principal de de intimidad, amistad, afecto, satisfacción sexual, compañía y en general, el ser considerado como la manera más adecuada para asegurar la crianza disciplinada de los hijos. Representando fundamentalmente, una oportunidad para crecer emocionalmente a través de un vínculo con los hermanos, los amigos o los seres amados (Papalia, 1997).

A principios del siglo XXI la familia es una realidad fundamental, sustentadora de la organización social humana, cuya diversificación ha sido la lucha por adaptarse a la multiplicidad de circunstancias que tanto las relaciones humanas, como el cambio en los valores económicos, sociales, culturales y religiosos, han generado. Al punto que, en el principio de siglo, la familia se está mostrando como uno de los elementos con mayor vigor, cuya capacidad de adaptación a la realidad social, a su propia esencia y naturaleza es tan pujante que es capaz de elaborar una forma a cada necesidad o escenario (Aguilar, 2006).

Diversos estudios dan cuenta de las nuevas formas de organización familiar en Chile, visualizadas desde las cifras entregadas y precisiones conceptuales desarrolladas por la Sociología Familiar, relacionadas a los tipos o formas de vivir y estar en familia, donde se entiende que la familia es un concepto que permanece, pero varía en su organización, en tanto a estructura, composición y tamaño.

En Chile a partir de los años 90 crecen los hogares nucleares urbanos y disminuyen los extensos rurales, existiendo actualmente varias características que se empiezan a vivir en la sociedad chilena que siguen los pasos a la situación actual europea. Las familias del espacio urbano se encuentran mayormente nuclearizadas, en comparación a las familias del medio rural, que presentan mayor presencia de familias extensas (Cerda, 2007).

De acuerdo a Cerda (Cerda, 2007), existirían distintas clasificaciones de familia según su estructura, donde se encuentra la concepción más tradicional asociada a la Familia Extensiva y Nuclear, siendo la Extensiva una familia amplia, por una parte debido al nacimiento de varios hijos o, por la convivencia de varias familias nucleares de las otras generaciones y la Familia Nuclear, la compuesta por la pareja y los hijos. Y desde una concepción de carácter post industrial, la existencia de Familias Unipersonales, Monoparentales y Ensambladas, siendo definida la Unipersonal, la que corresponde a la presencia de un solo miembro, quien comparte

con su familia de origen en algunos momentos, la Monoparental aquella que está

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conformada por un cónyuge y los hijos, y la Familia Ensamblada, donde dos cónyuges (o una nueva pareja) traen consigo sus familias; sus hijos y, procrean juntos, teniendo los hijos de ella, de él y los que nacen de su relación.

Si bien las familias nucleares siguen siendo las más numerosas, y las que presentan el núcleo principal completo, también es importante destacar la disminución que se ha dado en el caso de las familias extensas que por muchas décadas presentó la familia chilena. Donde la presencia de otros familiares o personas alrededor del núcleo era una costumbre y que a su vez, brindaba estatus, ya que entregaba una estructura poderosa en cuanto al apoyo que implicaba la organización familiar en que se mezclaban una cultura rural de los abuelos y una urbana de las dos generaciones más jóvenes (Cerda, 2007).

Tanto las familias Extensivas o Extensas, como las Ensambladas, ambas posiblemente asociadas como disímiles, bajo una mirada más tradicional o post industrial, presentarían lados fuertes familiares y factores protectores, que resultan importantes de destacar, rescatar para su desarrollo y de potenciar para su integración familiar y preparación para enfrentarse al mundo social.

Considerando que cada familia posee en su propia cultura elementos que si se los comprende y se los utiliza, se pueden convertir en instrumentos que permitan actualizar y ampliar el repertorio de conductas de sus miembros. Descubrir los lados fuertes es esencial para combatir las disfunciones de una familia, siendo importante connotar positivamente, resaltar los lados fuertes, potenciar los recursos y proveer las herramientas para utilizarlos (De Palma, s/f), pensando las perspectivas y posibilidades familiares en base a sus fortalezas.

Y entendiendo como Factores Protectores, como aquellas “…condiciones o los entornos capaces de favorecer el desarrollo de individuos o grupos y, en muchos casos, de reducir los efectos de circunstancias desfavorables. Así, la familia extendida parece tener un efecto protector para con los hijos de las adolescentes solteras”. Existiendo factores protectores, externos e internos, donde “…los externos se refieren a condiciones del medio que actúan reduciendo la probabilidad de daños: familia extendida, apoyo de un adulto significativo, o integración social y laboral”. Y “los internos se refieren a atributos de la propia persona: estima, seguridad y confianza de sí mismo, facilidad para comunicarse, empatía”, entre otros (Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes, s/f).

Así como la familia extensa brindaba estatus, al entregar una estructura poderosa para la organización familiar, con beneficios importantes en su contexto individual, familiar y social, actualmente continúa entregando fortalezas, vinculadas a su vez a las familias reconstituidas, las

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