Prototipos primitivos de respuestas afectivas
marimari12Ensayo14 de Julio de 2014
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Prototipos primitivos de respuestas afectivas
Trauma del nacimiento:
Es la primera manifestación de la angustia propiamente dicha y determinante primario del destino individual del hombre.
Es la primera reacción del neonato y se considera como una reacción traumática. Genera displacer, pero es una reacción pasajera de pocos segundos y no es violenta.
En el post-parto el neonato sufre una breve angustia y las manifestaciones de excitación tienen un matiz negativo.
Cuando se deja al niño en paz, todos estos síntomas desaparecen y se produce una quietud total.
Los primeros días y primeras horas de vida del niño se nota un estado de excitación negativo que es notoria cuando el recién nacido es expuesto a una estimulación lo suficientemente fuerte como para rebalsar el alto umbral de percepción. Se experimenta esto como situaciones desagradables también en una edad posterior.
La contrapartida de todas estas situaciones de desagrado no es el placer sino el sosiego.
Estas excitaciones negativas corresponden a un proceso de descarga que a su vez está dentro de un proceso fisiológico. La excitación se mantiene a un nivel constante cualquier tensión que exceda este nivel ha de ser descargada sin demora. Luego de un tiempo que se consolide este proceso, se establece un proceso psicológico que se regirá por la ley del principio del placer y displacer durante algún tiempo, hasta que el principio del placer sea sustituido (no por completo) por los mecanismos reguladores del principio de la realidad.
Al comienzo el organismo actúa tanto fisiológica como psicológicamente, a la manera de un sistema binario de acuerdo con el principio del “tercero excluido” (ley de contradicción) y una de las llamadas “tres leyes del pensamiento.”
Primeras respuestas cognitivas.
Se refiere a los estímulos que recibe el recién nacido para que capte algo del exterior.
El neonato no tiene ninguna imagen del mundo absoluta, ni estímulos de ninguna modalidad sensorial que pueda reconocer como señales. Los estímulos que chocan con el aparato sensorial del infante son tan ajenos en lo visual como en todas las demás modalidades sensoriales.
Cada estímulo primero debe ser una experiencia significativa. De este modo, sólo puede convertirse en una señal, a la cual se irán añadiendo otras señales para construir la imagen coherente del mundo del niño.
Son varias las condiciones para que se de este complejo proceso:
1. Creación de la barrera contra los estímulos que lo protegerán de la gran mayoría de aquellos a los que estamos expuestos de ordinario. Esta protección consta de varias partes:
a) Las estaciones receptoras no están aún provistas de energía al nacer.
b) La mayor parte del día se la pasa durmiendo o adormilado.
c) La elaboración mental de los estímulos que llegan se desarrolla gradualmente durante muchos meses, en razón directa con la capacidad de madurez del infante para la acción voluntaria.
2. Un segundo factor que queda implícito en el primero es que como resultado de este filtramiento, el proceso de dotar a los estímulos de un significado es también un proceso gradual en extremo.
3. Un tercer factor es el medio ambiente singular, todo un mundo el cual la madre rodea al infante y que ella extiende en muchas direcciones. En primer lugar, la madre protege al infante realmente de un modo material contra el exceso de estímulos de cualquier clase. Muchas de nuestras prácticas de crianza del niño (camita protegida por los lados, la canastilla, la tibieza del ambiente, las ropas, etc) sirven para resguardarlo de los estímulos venidos de afuera.
4. La madre ayuda también al infante a tratar con los estímulos que proceden de su interior, proporcionándole una descarga a la tensión. Alimentándolo cuando tiene hambre, cambiando sus pañales, abrigándole cuando hace frío, etc., modifica dichas condiciones y alivia la tensión desagradable.
5. Por último pero el factor con más importancia es el que se refiere a la reciprocidad entre madre e hijo. Es a esta parte de las relaciones de objeto a la que se denomina “diálogo”. El diálogo es el ciclo de la secuencia acción-reacción-acción, dentro del marco de las relaciones entre madre e hijo. Esta forma muy especial de interacción crea para el infante un mundo singular muy propio, con su clima emocional específico, siendo dicho ciclo de acción-reacción-acción lo que permite al bebé transformar, poco a poco, los estímulos sin significado en señales significativas.
El empeño por acentuar la enorme importancia de las relaciones de objeto para la emergencia de los afectos y para la percepción organizada, está enteramente de acuerdo con los hallazgos de Von Senden, que demuestran que la percepción tiene que aprenderse, coordinarse, integrarse y sintetizarse experimentando las corrientes incesantes y cambiantes, los tranquilos remansos y los rápidos de las relaciones de objeto. En consecuencia, preferimos no hablar de percepción en el infante, mientras los estímulos que afectan su aparato sensorial y que son procesados centralmente, no se hayan vuelto significativos a través de la experiencia de infante. En este sentido el neonato no percibe, y la percepción se basa en la apercepción. Esto no quiere decir que no queden rastros en la memoria mientras se adquiere la percepción.
Condiciones neurofisiológicas dadas en que se apoya la conducta.
Ya en el período neonatal, el infante muestra gran número de manifestaciones que se asemejan a respuestas y acciones, algunas bastante estructuradas y complicadas. Parecen ser respuestas innatas como los patrones de conducta que rodean el acto de mamar. Este por ejemplo está dentro de los movimientos de orientación, que son seguidos del asimiento del pezón con la boca y la succión, y que termina al tragar, de modo que toda la serie forma un complejo de conducta bien definido y coherente. También se deberían incluir los movimientos de presión de las manos, los brazos y las piernas ya que parecen estar relacionados con el grado en el que el estómago se va llenando.
Gran parte de las vías de percepción que intervienen para percibir estímulos que ponen en funcionamiento estos patrones de conducta pertenecen a un sistema de “captación” básicamente distinto del sistema de percepción que actúa en edad posterior y con el cual estamos familiarizados.
El sistema que se halla presente al nacer se lo reconoce como organización cenestésica. Este sistema de “captación” es generalizado, primordialmente visceral, tiene su centro en el sistema nervioso autónomo y se manifiesta en forma de emociones. Se denominará a esta forma de percepción como forma de recepción, actuando como un sistema binario.
En contraposición con este sistema, se halla el desarrollo de la organización diacrítica, en donde la percepción se efectúa a través de los órganos sensoriales periféricos y es localizada, circunscrita e intensiva; sus centros están en la corteza y sus manifestaciones son procesos cognoscitivos, entre los que se encuentran los procesos conscientes del pensamiento.
Tratando una serie de aspectos de la organización psíquica al nivel cenestésico, podemos decir que ya desde el nacimiento, la sensibilidad visceral está conectada con algunas de las modalidades sensoriales periféricas, tales como la superficie cutánea. Además, parece que en el ser humano, al nacer, existen ciertas zonas y órganos sensorios, que considero de transición, y que median entre los órganos sensoriales periféricos y los viscerales, entre lo interno y externo. Una de estas zonas puede ser la región oral. Aquí la transición es anatómicamente demostrable por las modificaciones sucesivas de la envoltura de estos órganos, que van desde el cutis hasta la mucosa. Otro de dichos órganos transicionales está situado en el oído interno.
Todos estos órganos de transición tienen una función principal en el proceso de la ingestión de alimento enfocado a la supervivencia. Gracias a eso llegan a ser verdaderamente adecuados para establecer el puente que una la recepción cenestésica con la percepción diacrítica.
Estas organizaciones a pesar de tener diferencias, pertenecen a un mismo organismo. En particular, la recepción cenestésica es más importante que la diacrítica ya que determina sentimientos, pensamientos y acciones aún cuando intentamos mantenerla oculta. Desde su papel de desarrollo en la economía total de la “persona como sistema se hace forzosamente evidente por dos razones:
• Funciona durante toda la existencia de la persona
• La organización diacrítica evoluciona a partir de la cenestésica. No solo mostrará las huellas de su origen, también los canales de conexión entre ambas organizaciones que nunca quedan obstruidos del todo, ni siquiera neurológicamente.
La cuna de la percepción: la cavidad oral
Al nacer, el infante responde sólo a las sensaciones originadas dentro de su cuerpo (es decir, a las sensaciones propiocépticas y cenestésicas); que se hallan protegidas de la intrusión de los estímulos del exterior por una barrera contra ellos.
No obstante, hay una zona perceptual que actúa de forma muy específica desde el nacimiento. En ella, los órganos sensorios, para los estímulos venidos de fuera, se encuentran con los receptores sensoriales de los estímulos venidos de dentro. Esta zona es la boca y la cavidad oral. Ya al nacer, y hasta en el feto puede demostrarse que existe una respuesta a la estimulación en torno de la boa. La estimulación de las partes
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