Roles Sociales

Roles sociales

Ralph Linton (1936) define los roles en función de las acciones del individuo realiza para validar la ocupación de un rango. Daniel R. Miller (1963) señala también que los roles tienen cierto efecto normativo en la conducta social.

Miller observa asimismo que los roles sociales sirven para fijar límites a la conducta de los miembros de la sociedad.

El conjunto total de las estructuras que hay en una sociedad suele contribuir a su funcionamiento más que obstaculizarlo, pues de otro modo la sociedad no podría sobrevivir.

El modo en que los roles determinan la conducta se rige por el rango que el individuo ocupa. Los rangos pueden cambiar a cada minuto en función de la situación prevaleciente. El señor Ruiz ocupa los rangos de esposo de la señora Ruiz y de padre de sus hijos. No obstante, en el momento en que llegan visitas a la casa todos estos rangos del señor Ruiz quedan subordinadas al de anfitrión.

Reglas de los roles.

Los roles que corresponden a determinados rangos tienden a ser más o menos uniformes. En el Medio Oriente los roles correspondientes a los rangos de anfitrión y de huésped están sancionados por la costumbre. En la clase media norteamericana no lo están tanto, pero hay ciertas maneras uniformes de conducta que se esperan de un anfitrión.

Hay muchas variaciones en el modo de desempeñar estos roles y algunas personas se desvían, deliberadamente o no, de las pautas prescritas.

Ciertos roles están vinculados en tal forma a determinados rangos que es posible reconocerlos aunque se representen fuera del contexto.

Tipos de rangos.

Robert Linton (1945) afirma que hay por lo menos, cinco diferentes clases de rangos que pueden encontrarse en cualquier sociedad:

1. Agrupamientos según la edad y el sexo

2. Agrupamientos de familia, parentesco.

3. Agrupamientos por prestigio o posición

4. Agrupamientos laborales

5. Agrupamientos por amistad o intereses comunes

Podemos clasificar los rangos en dos grupos: los adscritos y los alcanzados. Los rangos adscritos son aquellos que escapan al control del individuo. Los rangos alcanzados son los que se consigue con cierto esfuerzo.

Los roles como expectativas aprendidas.

Podemos considerar los roles como expectativas.

Los roles son una serie de conductas aprendidas. Este aprendizaje se extiende a nuestras experiencias fuera del hogar en donde la conducta suele diferenciarse según la posición social de la familia. También aprendemos a adoptar las pautas de conducta que son características de nuestro sexo.

Junto con estas series de conductas aprendemos las creencias, valores y actitudes que brindan la motivación de la conducta que aprendemos.

Roles recíprocos.

A medida que nos familiarizamos con nuestros roles lo hacemos, también, con los de los demás. Los roles suelen ser recíprocos. No es posible desempeñar el rol de madre cuando no hay un hijo o un sustituto del mismo.

Una de las primeras cosas que, consciente o inconscientemente, aprendemos a hacer cuando conocemos a un individuo es establecer su posición en alguna estructura social, de preferencia la nuestra. Una vez hecho esto, sabemos cuáles son los roles que le corresponden y cómo se relacionan con los que son propios de nuestra posición.

Roles de ambos sexos.

Todas las sociedades establecen una diferencia entre los roles que que incumben a cada sexo. Una parte relativamente pequeña de la conducta prescrita para cada sexo obedece a evidentes diferencias físicas.

Disposición de arriesgarse.

En la mayoría de las culturas se espera que los hombres sean más atrevidos que las mujeres. Los varones se interesan más que las mujeres en tener experiencias nuevas y probar cosas desconocidas.

Agresividad.

Los varones tienden a ser más agresivos.

Los individuos que alcanzan más logros, en uno y otro sexo, suelen ser aquellos cuyos sentimientos y conducta corresponden a la pauta que convencionalmente se espera en cada sexo.

Interés en la interacción social.

Los varones se inclinan a ser atrevidos, agresivos y a la interesarse en los actos de violencia, mientras que las mujeres tienden a ser más cautas, aceptantes y pasivas. De esto podríamos inferir que las mujeres tendrían más interés y capacidad en la conducta calculada para fomentar la paz y la mutua aceptación.

Las mujeres disfrutan con la interacción social y quizá les agrada por sí sola.

La relación entre el interés social y la conducta social ha sido demostrada por una serie de estudios.

El contacto visual es un importante tipo de conducta social porque significa una disposición a iniciar y establecer relaciones personales con otro individuo. La renuencia a mirar a los ojos del que nos mira tiene el efecto de mantener cierto grado de distancia social. En nuestra cultura el mutuo contacto visual es más común entre personas de igual nivel social.

Es posible que los individuos de posición inferior busquen el contacto visual con sus superiores cuando piden un favor o tratan de influir en su criterio.

El mutuo contacto visual se percibe como una aceptación y como algo que tiene un valor positivo en la mayoría de las situaciones sociales. Las situaciones sociales cargadas de emoción, como las discusiones, se caracterizan también por un mayor número de contactos visuales. En estos casos su propósito parece ser el de facilitar la comunicación consiguiendo la atención de la otra persona.

Se ha sugerido que algunas de las diferencias que se observan en la conducta de uno y otro sexo pueden explicarse por la tendencia femenina a orientarse más hacia las personas y la tendencia masculina a orientarse más hacia las cosas.

Debemos esperar que en una situación social, como una fiesta, las mujeres se interesaran más en mirar a los demás miembros del grupo, en tanto que los hombres estarán más interesados en beber o comer. Específicamente

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