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Criminologia Infantil Y Juvenil

Melysandre29 de Junio de 2012

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La ciencia criminológica investiga al delincuente y no solo se ocupa del objeto, función, extensión y explicación del delito. Una de las labores primordiales de la Criminología haya sido no sólo explorar quién es el delincuente y cómo se le reconoce, sino también cómo se le de tratar y como se le puede reconducir a la sociedad.

La conducta criminal es un componente más de la conducta antisocial causada por la acción humana, entendida ésta como cualquier hecho que viole las reglas sociales o vaya contra los demás, es decir, el comportamiento que produce un delito, entendido este como toda conducta human externa, culpable, penalmente antijurídica y punible, cuando encaja en las descripciones del tipo legal y tiene señalada, en el Código Penal, una pena grave o menos grave.

En la historia de la Criminología se han perfilado diversas corrientes que intentan comprender el origen y las razones del crimen desde diferentes puntos de vista. Tres son los principales enfoques:

1. El biológico: que considera que la conducta delictiva es consecuencia de alguna patología o trastorno orgánico.

2. El psicológico: que busca la explicación del comportamiento delictivo en el mundo anímico, en procesos psíquicos anormales o en vivencias subconscientes, o que estima que el comportamiento criminal tiene idénticas características y se rige por las mismas pautas que el comportamiento no criminal.

3. El sociológico: que contempla el hecho delictivo como “fenómeno social”.

En los primeros análisis estadísticos realizados en el primera mitad del siglo XX se observó que la criminalidad no se distribuye de igual forma en todas las edades sino que, en general, la tasa de criminalidad crece en vertical hasta los 20 años, para caer progresivamente primero, y con más fuerza a partir de los 35, con la excepción de un cierto incremento de las conductas delictivas a partir de los 60 años.

A.- Delincuencia de jovenes y menores.

De La violencia juvenil es considerado una grave epidemia de este comienzo de siglo. Los menores de edad son los nuevos protagonistas de las crónicas violentas y los comunicadores sociales reiteran informaciones e investigaciones periodísticas sobre los “jóvenes violentos”. En amplios sectores de la sociedad se considera que existe “una clara ausencia de valores en los niños y jóvenes”. Ausencia que se vuelca finalmente en los más diversos patrones de comportamiento violento.

Asesinatos, violaciones, robos y saqueos entre otros, encabezan la descripción de las violencias perpetradas en edades tempranas. Tal violencia se piensa, sin duda alguna, originada en fallos de los menores mismos. Esta convicción va tomando fuerte arraigo y hace que diversos países se encuentren discutiendo disminuir la edad legal en los que los menores pueden ser considerados imputables por los delitos que cometan.

La delincuencia juvenil es uno de los problemas criminológicos preferidos en los estudios sobre la criminología por:

1. Por la personalidad de su protagonista, que exige un esfuerzo adicional del investigador y de los operadores jurídicos para captar el significado de la conducta, para comprender a su autor y para prescribir la respuesta adecuada.

2. Por su repercusión social, que se explica, no obstante, más por el impacto de injustos estereotipos sociales que por al entidad real de la criminalidad. Fenómenos como el miedo al delito juegan un papel decisivo.

3. Porque pone en evidencia los conflictos que enfrentan al mundo del derecho y al de ciencia tanto en el diagnóstico como la intervención. Política y ciencia hablan lenguajes diferentes.

La criminalidad de jóvenes y menores tiene interés desde el punto de vista técnico y político porque la conducta desviada puede observarse mejor entre los jóvenes que en los adultos. Por ello, los modelos teóricos explicativos de la delincuencia toman como referencia básica la criminalidad juvenil, y los programas, medidas e instituciones que después se extenderán al mundo de los adultos, son primero experimentados entre jóvenes y menores.

1.-Datos estadisticos

La adolescencia suscita preguntas e inquietudes que conducen al corazón del quehacer criminológico, y allí nos encontramos con los aciertos, incertidumbres, avances y estancamientos que caracterizan cualquier disciplina científica. La delincuencia juvenil ocupa un lugar destacado en el conjunto del estudio de la criminalidad: alrededor del 5% de los delincuentes jóvenes comete aproximadamente el 35% de los delitos.

La posible asociación entre la edad y la delincuencia ocupa un lugar interesante en la criminología. El número de jóvenes y menores denunciados aumenta de modo continuado cada año, esta tendencia creciente ha sido confirmada por numerosos estudios realizados tanto en España como en otros países.

La edad de los jóvenes delincuentes es cada vez menor, ya actúen en solitario o formando bandas, son cada vez más graves y peligrosos. Las investigaciones existentes muestran que la participación en la mayoría de los delitos ascendía de un modo constante a medida que los jóvenes crecían, alcanzando su punto máximo durante los últimos años de la adolescencia o, en los casos de los delitos más violentos, en los primeros años de la veintena; a partir de entonces, disminuyó la participación delictiva, a medida que aumento la edad de las personas. Así el modelo empírico -denominado “curva edad delito”-, sugería que existía algo único sobre los años de adolescencia que atraía a la mayoría de los jóvenes hacia algún tipo de delito, y a una minoría de los jóvenes hacia una elevada incidencia del delito.

La mayoría de los autores proceden de las clases socioeconómicas más bajas, aunque se está observando en los últimos tiempos una expansión de la criminalidad juvenil a las clases acomodadas.

2.-Tipos de conductas delictivas entre los jovenes

Entre los jóvenes predominan cuantitativamente las infracciones contra la propiedad: hurtos, robos con fuerza en las cosas, robos con violencia o intimidación, agresiones, etc.

De entre ellos el hurto es el delito cotidiano. Los hurtos más frecuentes son el de vehículos y los hurtos en comercios, en cuya comisión la participación de niños y jóvenes ha aumentado considerablemente, si bien, a la hora de valorar los datos estadísticos hay que tener en cuenta su menor habilidad y, por tanto, su mayor probabilidad de ser sorprendidos.

En los últimos años han aparecido también nuevas conductas asóciales: destrucción de espacios, edificios o mobiliario urbano, desórdenes y alteración de la paz pública, apropiación lúdica de objetos de consumo; delitos cometidos por los gamberros del fútbol, actos violentos de protesta, delitos relacionados con el consumo de drogas o alcohol, etc.

En la mujer prevalecen los delitos contra la salud pública, seguidos en importancia por los delitos contra la propiedad y los delitos contra las personas.

3.- Geografia de la criminalidad

Las estadísticas ponen en evidencia que existe un enorme desnivel entre el campo y la ciudad: las tasas de criminalidad son mucho elevadas en las grandes ciudades. Así, para determinados delitos, se registra en las grandes ciudades a veces un número diez veces mayor que el campo. En las sociedades liberales se cometen probablemente más delitos que en los sistemas sociales totalitarios, aun cuando en ambas formas de sociedad exista un desnivel entre la ciudad y el campo.

Otro de los aspectos sociales clásicos relacionados con la conducta antisocial, es la clase social. Generalmente se observa que en la áreas socio-económicamente pobres y marginales se registran más delitos que las de mejor posición, pero esto sólo sucede en las zonas urbanas pero no en las zonas rurales (Braithwaite, 1981).

En la ciudad es donde actúan con más intensidad los fenómenos de la industrialización, la burocracia, el crecimiento demográfico y urbanización de las sociedades post-industriales.

Este tipo de sociedades ha traído ventajas innegables pero también acentúan la desorganización social, los espacios privados minúsculos, los ruidos, el tráfico, las prisas, las aglomeraciones, la pobreza, el cosmopolitismo, la heterogeneidad y anonimato acarrean disfunciones importantes que can a incidir negativamente en el ámbito delincuencial: gregarismo, despersonalización, insolidaridad, debilitamiento de la propia identidad o conflictos culturales.

Este cuadro se grava en barrios o zonas en los que reina el hacinamiento, la promiscuidad, la suciedad y el desorden urbanístico: áreas deprimidas que presentan tasas más elevadas de delincuencia.

La relación entre crimen y espacio fue advertida por primera vez por la Escuela de Chicago.

B.-Rasgos sociales y personalidad del delincuente juvenil

1.- La adolescencia y juventud

La adolescencia es una etapa esencialmente evolutiva de transición entre la infancia y el estado adulto. En lo social, el adolescente debe atravesar un complejo proceso antes de lograr una plena inserción en lo social, tras su rechazo instintivo de las normas y valores sociales establecidos por los adultos y su adscripción a tipos de comportamiento social independientes. El joven ha de aprender a ser ciudadano. Para Thomas Hobbes en Tratado del ciudadano (1647) “...el hombre se hace apto para la Sociedad no por naturaleza, sino a base de entrenamiento”.

Es una etapa marcada por las crisis de identidad y por una serie de conflictos intra y extrafamiliares y que los jóvenes han de resolver y superar para poder acreditarse como adultos.

Los problemas evolutivos que se presentan al joven puede traducirse

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