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SOBRE LA MUERTE

mv6542 de Octubre de 2013

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ENSAYO DEL LIBRO “SOBRE LA MUERTE Y LOS MORIBUNDOS”

INTRODUCCION

El presente trabajo tiene como finalidad realizar un acercamiento teórico al proceso de intervención con pacientes y familiares ante situaciones de emergencias y Cuidados Intensivos citado en el libro de Elisabeth Kübler-Ross “sobre la muerte y los moribundos”. El entendimiento de la persona en su integridad, nos hace visualizar la labor, como un acontecer diario, en donde la participación de la familia es de suma importancia, tanto como el explicar de forma continua el que pasa y el como pasa del paciente y su entorno.

Elisabeth Kübler-Ross es una psiquiatra suiza de origen judío que inicialmente trabajó en Zurich. Por motivos políticos decidió exiliarse a los Estados Unidos, en donde ha ejercido la mayor parte de su carrera profesional. Se puede decir que Kübler-Ross fue la primera profesional que se acercó decididamente a los enfermos que iban a morir y a sus problemas. En esta su primera obra, describe sus observaciones sobre el problema de la muerte y nos detalla las cinco etapas por las que, según ella, pasa el enfermo que va a morir y que son: negación y aislamiento, ira, pacto, depresión y aceptación.

Estas fases son ya clásicas en cualquiera de los manuales que hoy en día abordan el proceso de morir. Sin embargo, cuando en 1965, cuatro estudiantes de teología le pidieron ayuda a Kübler-Ross para un proyecto de investigación acerca de la muerte, las cosas no estaban tan claras. Así, tras decidir que los mejores maestros que podían tener eran los enfermos desahuciados y que la investigación se debía centrar en estudiar sus respuestas y sus reacciones, al igual que las actitudes de las personas que les rodeaban, se lanzaron a la búsqueda de este tipo de pacientes en el hospital en donde estaban trabajando con el fin de entrevistarlos.

“Comencé a pedir a médicos de diferentes servicios y turnos de guardia, permiso para entrevistar a un paciente suyo que fuera a morir. Las reacciones fueron variadas: desde miradas atónitas de incredulidad hasta cambios de tema de conversación bastante bruscos. Al final, resultó que no había conseguido ni una sola posibilidad de acercarme a un paciente así... De repente, parecía que no hubiera pacientes moribundos en aquel inmenso hospital”.

Pero, lo que comenzó siendo un seminario se convirtió, a los dos años, en un curso acreditado de la facultad de medicina y del seminario teológico de la Universidad de Chicago. El procedimiento que seguían era el siguiente: en primer lugar le pedían permiso al paciente y le explicaban que en el hospital existía un grupo interdisciplinar que deseaba aprender de ellos. Si el paciente daba su consentimiento, se le trasladaba a la sala en donde se realizaba la entrevista, la cual era grabada (en el libro se transcriben varias de ellas).

La sala estaba preparada para que los protagonistas pudieran ser vistos y oídos por el público, pero no al contrario. Posteriormente el paciente era llevado de nuevo a su habitación, mientras que entre los observadores se iniciaba la discusión.

FUNDAMENTACION TEORICA

Los cuidados al paciente crítico, tanto en unidades de cuidados intensivos como en cualquier otra, requieren establecer una base de datos, reconocer problemas reales y potenciales, así como las complicaciones potenciales, concretar prioridades, definir objetivos asistenciales, establecer las metas de las intervenciones, ejecutar las acciones planificadas y modificar planes y objetivos futuros atendiendo a los resultados obtenidos. De hecho, la labor que se efectúa con pacientes en estado crítico difiere de la que se realiza con otros pacientes debido al cambio continuo de los datos de referencia, al gran número de problemas interrelacionados y complejos, a la frecuente reordenación de prioridades y a las limitaciones de tiempo impuestas por la rápida evolución del estado del paciente.

El proceso de evaluación de los pacientes críticos difiere del de otros pacientes sólo en cuanto al número de dispositivos de apoyo disponibles para la recolección de datos. El monitor cardiaco, los catéteres de control hemodinámico y los análisis de laboratorio proporcionan datos que deben incorporarse a la evaluación total del paciente. Estos datos complementan los aportados por la observación directa de la enfermera y los que reúne a través de la historia de enfermería y exploración física del paciente. La información procedente del control instrumental será una serie de datos y números sin sentido hasta que la enfermera de cuidados intensivos la relacione con los parámetros físicos y la integre en un análisis racional y objetivo.

A pesar de la atención continua que debe prestar enfermeras y enfermeros de Unidades de Cuidados Intensivos a las alteraciones orgánicas, no debe olvidar los factores de tensión psíquica que tiene que enfrentar el paciente y su familia. Los conflictos afectivos y emocionales que éstos deben enfrentar no sólo afectan a la salud psíquica sino que además condicionan la recuperación física del paciente.

El primer paso en la prevención o reducción de la tensión psíquica consiste en determinar cómo perciben el paciente y su familia la situación desencadenante. Dicha percepción está condicionada por la personalidad de cada individuo, la salud psicológica en ese momento, la comprensión de la situación que se está viviendo, las expectativas, la tolerancia frente a la incertidumbre y la forma de enfrentar las situaciones. La percepción inicial suele afectarse profundamente por la experiencia previa de situaciones similares, sean negativas o positivas y por el grado de familiaridad con el ambiente medico hospitalario. A continuación describimos cinco medidas, que se pueden poner en práctica en cualquier circunstancia y sirven para reducir la tensión psíquica que la enfermedad produce en la familia: (García 2002)

Reconocer, aceptar y animar al paciente y a su familia a expresar sus sentimientos

Dado que al paciente crítico se la aparta de su medio habitual y de sus hábitos cotidianos y que su vida depende en gran medida de terceros, se ve privado total o parcialmente de sus puntos de apoyo afectivo. Son frecuentes los sentimientos de desamparo, impotencia, soledad y de despersonalización, así como la alteración de la imagen corporal.

Las formas de expresar y por lo tanto, aliviar la frustración, la rabia, la hostilidad, el temor y la depresión que producen estos sentimientos, se ven muy limitados por el ambiente físico de las unidades de cuidados críticos.

El hecho de mantener una atmósfera de diálogo y aceptación anima al paciente a expresar sus sentimientos, y puede constituir una forma de superarlos. El diálogo sincero y abierto reduce la sensación de despersonalización y la ansiedad y evita el aislamiento y el retraimiento. Cuando la enfermera sabe que la agresividad y la hostilidad suelen expresar temor y ansiedad y que la depresión y el retraimiento pueden ser signos de desesperanza, soledad e impotencia o pérdida, puede aceptar esos sentimientos como algo normal y previsible en la situación en que aparecen. Si se anima al paciente a expresar sus sentimientos, le será más fácil darse cuenta del porqué de esos sentimientos y de ciertas conductas que pueden parecer anómalas o equivocadas. Esta actitud, además, acepta y protege las conductas y los sentimientos de ese tipo. Tanto la enfermera, como cualquier otro miembro del equipo asistencial, debe estar preparado para aceptar lo que el paciente dice, independientemente de la carga afectiva que posea lo expresado. El reconocimiento y la aceptación desapasionada de los sentimientos del paciente, le refuerza en su derecho a sentirlos.

Los pacientes intubados no pueden expresar libremente sus sentimientos, incluso cuando están despiertos y en su ambiente. Por esta razón son especialmente vulnerables a las tensiones psicológicas. La enfermera debe cuidar de no caer en la tendencia natural de comunicarse menos con los que tienen menor capacidad para hablar. Una forma de reducir la sensación de aislamiento es ofrecer un lápiz y un papel al paciente y mantenerlos siempre a su alcance, ofreciéndole ayuda cada vez que sea necesario. No obstante estos métodos no son adecuados para expresar sentimientos personales o preocupaciones complejas. La enfermera puede comprender el estado afectivo del paciente por su aspecto, por su conducta y sabe qué tipo de preocupaciones es más probable encontrar en el paciente. Una forma de lograr que el paciente exprese sus preocupaciones consiste en que la enfermera enumere las probables inquietudes y permita al paciente asentir cuando reconoce una como propia.

Informar, aclarar errores de interpretación en cuanto al estado físico, objetivo del tratamiento y medidas adoptadas.

Dado que la conducta del paciente frente a su enfermedad y al medio que lo rodea está condicionada por la percepción del estrés y no por la situación en sí es fundamental que tanto éste como su familia reciban la información adecuada y explicaciones sencillas. En ausencia de estas explicaciones, el ambiente de las unidades de cuidados críticos se presentan como un lugar misterioso y hostil, repleto de estímulos nocivos, que pueden percibirse como antinaturales e incluso mágicos. El sentimiento de vulnerabilidad del paciente se ve exacerbado por el alto grado de complejidad técnica que lo rodea. Por ejemplo, el paciente puede pensar que, en realidad, el monitor cardiaco está manteniendo la actividad de su corazón; que una transfusión de sangre indica que lo están desangrando o que la fisioterapia respiratoria indica

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